"Las mujeres se enfrentan en la Iglesia a actitudes y decisiones de las que nos avergonzaremos dentro de cincuenta años" "¡Señor, dame esa agua...!"

Fuente de la samaritana de Friburgo
Fuente de la samaritana de Friburgo

El trato respetuoso, amigable y a la vez con humor de Teresa con Dios (a quien llama su "Majestad" y también el "Buen Jesús"),  recuerda las tradiciones de oración de Israel

En la conversación de Jesús con la samaritana, pero también en el hecho de que una mujer, María de Magdala, fuera la primera persona en proclamar el mensaje de la resurrección ("He visto al Señor": Juan 20:18), Teresa vio signos de que Jesús estaba animando a las mujeres de su tiempo a desempeñar con confianza su papel de discípulas

Las mujeres se enfrentan en la Iglesia a actitudes y decisiones que "atan las manos al Señor" ante el despertar de la mujer y de las que nos avergonzaremos dentro de cincuenta años

La fuente más hermosa de Friburgo se encuentra en la Calle de la Samaritana y está dedicada al encuentro de Jesús con la mujer de Samaría en el pozo de Jacob (Juan 4:1-26). A Santa Teresa le gustaba mucho esta historia. En su autobiografía espiritual, escribe: "¡Oh, qué de veces me acuerdo del agua viva que dijo el Señor a la Samaritana!, y ansí soy muy aficionada a aquel evangelio. Y es ansí, cierto, que sin entender como ahora este bien, desde muy niña lo era y sublicava muchas veces al Señor me diese aquel agua, y la tenía debujada  adonde estava siempre, con este letrero, cuando el Señor llegó al pozo: ‘Domine, da miqui aguan’ » (Teresa escribe el latín mal de oídas, para que no pensaran que podía haber leído la Biblia).

Basándose en este pasaje bíblico, Teresa describió su práctica de la oración mental como "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama"; y a quien siempre podemos pedirle esa agua, como la samaritana.

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El trato respetuoso, amigable y a la vez con humor de Teresa con Dios (a quien llama su "Majestad" y también el "Buen Jesús"),  recuerda las tradiciones de oración de Israel, por ejemplo en Abraham, Jacob, Moisés, Job, David... y el buen lechero Tevje del musical "Anatevka". Cuando ella y sus hijas espirituales eran confundidas o perturbadas por confesores imprudentes e inexpertos, rezaba así: "ni aborrecistes, Señor de mi alma, cuando andávades por el mundo, las mujeres, antes las favorecistes siempre con mucha piedad y hallastes en ellas tanto amor y más fe que en los hombres".

Cuando el clero y los teólogos intentaron repetidamente ponerla en su lugar, refiriéndose a lo que el apóstol San Pablo dice sobre el papel de la mujer en la Iglesia, sintió que el Señor le decía: "Diles que no se sigan por sola una parte de la Escritura, que miren otras, y que si podrán por ventura atarme las manos".

En la conversación de Jesús con la samaritana, pero también en el hecho de que una mujer, María de Magdala, fuera la primera persona en proclamar el mensaje de la resurrección ("He visto al Señor": Juan 20:18), Teresa vio signos de que Jesús estaba animando a las mujeres de su tiempo a desempeñar con confianza su papel de discípulas. Y en las séptimas moradas lamentaba que, aunque tenían buena gana de hacerlo, ella y sus hijas no podían "enseñar ni predicar".

Las mujeres también necesitan hoy percibir este estímulo del Señor mismo. Porque su anhelo de realización sacerdotal es rechazado con argumentos de autoridad, no con razones capaces de convencer el entendimiento en el mundo de hoy. Las mujeres se enfrentan en la Iglesia a actitudes y decisiones que "atan las manos al Señor" ante el despertar de la mujer y de las que nos avergonzaremos dentro de cincuenta años.

El Papa, con algunas de las mujeres del Sínodo
El Papa, con algunas de las mujeres del Sínodo Vatican Media

Entonces como ahora, sin embargo, conviene no olvidar la actitud de Santa Teresa y su "sentire ecclesiam", tan propio de nuestros místicos: no desesperar porque la Iglesia no haya comprendido todavía mejor el Evangelio o las palabras de San Pablo… y pedirle sin cesar al Señor "esa agua" para nosotros, la Iglesia y el mundo.


*Mariano Delgado es catedrático de Historia de la Iglesia y Director del Instituto para el estudio de las religiones y el diálogo interreligioso en la Universidad de Friburgo (Suiza) y Decano de la Clase VII (Religiones) en la Academia europea de las ciencias y las artes de Salzburgo.  

Fuente de la samaritana de Friburgo

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