"Sor Clara Moya es la monja víctima de uno de los escándalos más sonados de la Iglesia de Córdoba" Carta abierta de Rafael Bueno sobre Sor Clara y los canónigos

Sor Clara Moya
Sor Clara Moya

Sor Clara Moya es la monja víctima de uno de los escándalos más sonados de la Iglesia de Córdoba, que fue silenciado por todos los medios de difución locales

Dedicó su vida y obra a Cristo y a su Mensaje Evangélico, y por ello fue crucificada por los descendientes de los Sumos Sacerdotes pertenecientes hoy a la Iglesia Católica Apostólica Romana, que hace 2.022 años, crucificaron igualmente a Cristo

Miguel Castillejo, (Presidente de Cajasur entonces), Juan José Asenjo, arzobispo de Sevilla (obispo de Córdoba entonces) y Manuel Nieto Cumplido, canónigo archivero, son los protagonistas de la injusticia

Robos y falsas acusaciones que terminaron con la expulsión de sor Clara del Convento de la Santa Cruz de Córdoba

(Tu Voz en la Red).- En las 2 grabaciones adjuntas, queda claro el problema que tuvo Sor Clara Moya, ex Madre Abadesa del Convento de Santa Cruz de Córdoba, con la Jerarquía Eclesiástica.

Ahora me limito a poner la foto del nicho de beneficencia del Ayuntamiento de Teruel, donde está enterrada Sor Clara; y las fotos donde están enterrados 2 de los que ella habla en esas entrevistas de radio.

La diferencia entre la Sepultura de Sor Clara y la de los Canónigos mercaderes del Templo cordobés, marcan la diferencia existente entre cristianismo y catolicismo.

Sor Clara dedicó su vida y obra a Cristo y a su Mensaje Evangélico, y por ello fue crucificada por los descendientes de los Sumos Sacerdotes pertenecientes hoy a la Iglesia Católica Apostólica Romana, que hace 2.022 años, crucificaron igualmente a Cristo.

¡Los mismos!

“Carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4,32–5,8 Meteos bien esto en la cabeza: nadie que se da a la inmoralidad, a la indecencia o al afán de dinero, que es una idolatría; tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios»

Y ahora yo les digo a todos los que leen esta carta: los que callan, otorgan. Y para que el mal triunfe, basta con los buenos no hagan nada.

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