Dos obispos en el País Vasco Juan María Uriarte  y José María Setién, sintonía pastoral en tiempos de conflicto

Juan María Uriarte (dcha) junto al obispo emérito de la diócesis, José María Setién
Juan María Uriarte (dcha) junto al obispo emérito de la diócesis, José María Setién

Con motivo del reciente fallecimiento de Juan María Uriarte se ha puesto de relieve, sobre todo, su importante trabajo pastoral por la paz en los conflictivos años de enfrentamientos políticos y sociales y de violencias en Euskal herria

Para entonces José María Setién era ya obispo auxiliar de Donosti. Ambos obispos se implicaron a lo largo de su trabajo pastoral en la compleja tarea de lograr sus objetivos pacificadores y una convivencia reconciliada para el Pueblo Vasco. Junto a los demás obispos vascos ofrecieron importantes aportaciones e iniciativas

José María Setién y Juan María Uriarte ofrecieron, en sintonía pastoral, desde sus mutuos convencimientos evangélicos, éticos, pastorales compartidos como obispos en Euskal Herria, un testimonio coherente y abrieron cauces de talante renovador e implicado desde el evangelio en los problemas de su pueblo

Hoy son un referente importante para nuestros actuales obispos e Iglesia vasca no solo para agradecer su legado pastoral, el amor a su tierra, su fidelidad a la Iglesia en la línea del concilio Vaticano II; también como impulso motivador de una renovación en profundidad desde los signos de los tiempos

Con motivo del reciente fallecimiento de Juan María Uriarte se ha puesto de relieve, sobre todo, su importante trabajo pastoral por la paz en los conflictivos años de enfrentamientos políticos y sociales y de violencias de graves consecuencias en los que la convivencia en Euskal Herria vivió épocas muy tensas y dolorosas para muchas personas, grupos e instituciones. En ese contexto ha sido recordado su compromiso por la paz como obispo y, según él mismo afirmó al ser consagrado obispo auxiliar de Bilbao (1976), como  “instrumento de reconciliación en esta tierra dividida, enfrentada, ensangrentada”. 

Campaña en defensa del Papa: Yo con Francisco

Para entonces José María Setién era ya obispo auxiliar de Donosti. Ambos obispos se implicaron a lo largo de su trabajo pastoral en la compleja tarea de lograr sus objetivos pacificadores y una convivencia reconciliada para el Pueblo Vasco. Junto a los demás obispos vascos ofrecieron importantes aportaciones e iniciativas.

José María Setién, "el crucificado"

Críticos con todo lo que podía impedir un proceso de paz, alentaron y propusieron el respeto y práctica de todos los derechos humanos, en fidelidad al mensaje liberador del evangelio. También abogaron, con insistencia, por la ‘Provincia Eclesiástica’ que uniera  las diócesis de Pamplona, Bilbao, San Sebastián y Vitoria.

Cada uno desde su lugar mantuvieron una postura coherente y coordinada entre ellos, desde sus opciones cristianas y pastorales. Su relación supuso, a mi entender, un impulso y orientación decisivas para afrontar los difíciles años de su mandato pastoral como obispos vascos en unión con los demás prelados.

Juan María Uriarte tuvo un especial y relevante trabajo, durante su estancia siendo obispo en Zamora (1991-2000), como intermediario o mediador entre ETA y el gobierno español. Nombrado obispo para la diócesis de San Sebastián (febrero 2000), manifestaba en su toma de posesión el deseo de continuar la tarea de su antecesor, José  María Setién, apoyando hasta sus últimas intervenciones, y promoviendo el diálogo como camino auténtico de paz. 

No pueden desligarse, por tanto, los itinerarios y posiciones de ambos obispos vascos en su magisterio, trabajos y colaboración por una Iglesia vasca pacificadora ante la dolorosa situación conflictiva de Euskal Herria en aquella época. Con importantes ‘cartas pastorales’ de los obispos de Navarra y País Vasco, también con sus personales aportaciones públicas y trabajo constante, ambos obispos trataban de comunicar la esperanza de una paz justa después de largos años de represión, condenando las violencias, la tortura, expresando su solidaridad con las víctimas de todos los atentados; también ante la dispersión de los presos vascos, pidiendo su acercamiento. 

"La sintonía entre Uriarte y Setién fue decisiva para fundamentar las razones ético-políticas y los motivos pastorales de su compromiso por la paz en Euskal Herria"

El obispo Juan María Uriarte y el caso Cuatrecasas-Martínez

A mi entender la sintonía entre Uriarte y Setién fue decisiva para fundamentar las razones ético-políticas y los motivos pastorales de su compromiso por la paz en Euskal Herria. En este proceso delicado y difícil Setién ofreció sus sólidas convicciones argumentadas desde la ética y el derecho, compartidas con Uriarte, y que, juntamente con los demás obispos vascos expresaron en ‘Cartas pastorales’ conjuntas como, por ejemplo Diálogo y negociación para la paz (1987), Preparar la paz (2002) y otras. Defendieron la legitimidad  de diferentes  opciones políticas, también soberanistas,  “mientras respeten los derechos humanos y se logren por medios pacíficos y democráticos”.  Estas posiciones, razonadas con profundidad y solidez doctrinal,  suscitaron en medios políticos españoles reacciones críticas y agresivas. 

"Estas posiciones, razonadas con profundidad y solidez doctrinal,  suscitaron en medios políticos españoles reacciones críticas y agresivas"

En concreto, José María Setién fue el objetivo estratégico de aquellos ataques, en muchos casos viscerales, que crearon una situación de crispación y, en cierta manera, provocaron que el obispo donostiarra  se planteara la conveniencia pastoral de su dimisión que fue aceptada por el Vaticano con nombramiento de Juan María Uriarte (2000). No fue una dimisión sin condiciones. Su sucesión, a mi entender, había sido bien calculada, propuesta y negociada para que la continuidad de los planteamientos pastorales que ambos obispos mantenían quedara  garantizada. Durante su estancia anterior en Zamora, Setién y Uriarte mantuvieron su estrecha relación y se fue gestando aquella importante y delicada sucesión de forma que la línea pastoral de la Iglesia vasca seguida hasta entonces continuara asegurada. Uno de sus exponentes fue la citada  Carta pastoral Preparar la paz, firmada por los obispos de Bilbao, San Sebastián y Vitoria.

La mayor parte de la Iglesia en Euskal Herria, laicos y sacerdotes, apoyaba y seguía las posiciones pastorales de sus pastores que trataban de aportar esperanza alentadora, solución eficaz al grave problema vasco y reconciliación reparadora ante el dolor generado por  las violencias, los enfrentamientos y  la cerrazón de la política gubernamental española. Pero también con diferencias y discrepancias

Esta ciudad de Castilla y León tuvo la única cárcel de curas del mundo

Ya en tiempos del tardofranquismo, ante la insufrible situación del pueblo vasco, un grupo de sacerdotes de Vizcaya -denominado ‘Gogortasuna’- había planteado y exigido, con testimonios audaces y acciones radicales, otro modelo de Iglesia vasca “pobre, libre, dinámica” comprometida con el sufrimiento de tanta gente  represaliada, con su pueblo oprimido. La ignominiosa cárcel de Zamora fue la respuesta concordataria del gobierno a sus reivindicaciones. Más adelante otros grupos cristianos –‘Comunidades Cristianas  Populares’, ‘Coordinadora de Sacerdotes  de Euskal Herria’, ‘Herria 2000 Eliza’- también deseaban y proponían una Iglesia Vasca -Euskal Eliza- que adoptara posturas y compromisos  tanto dentro de ella como con su pueblo desde mayor apertura en una línea liberadora.

Ambos obispos, desde su estricta posición jerárquica, expresaron sus diferencias y mantuvieron distancias con estos grupos críticos pidiéndoles que examinaran su “autenticidad eclesial”.  En estos casos a mi entender, faltaron diálogo y acercamiento para ir realizando tanto una Iglesia más comprometida con la situación de su pueblo como un anuncio liberador del evangelio, con todas sus consecuencias.

Ante estos y otros grupos reivindicativos ambos obispos mantuvieron sus posiciones jerárquicas alejadas del sentir popular que aquellos grupos manifestaban. También ante casos personales, como por ejemplo el del teólogo franciscano de Arantzazu José Arregi, el obispo de Donostia, Juan María Uriarte, le pidió «silencio», por medio del Provincial, «para evitar medidas más duras». Sin embargo, ante el libro Jesús. Aproximación histórica de José Antonio Pagola, lo defendió, con algunas matizaciones, ante las acusaciones de “omisiones, ambigüedad… y errores metodológicos” por parte de  la Congregación para la Doctrina de la Fe y la Conferencia Episcopal Española. 

El nombramiento de nuevos pastores, en especial en la diócesis guipuzcoana con José Ignacio Munilla, fue debilitando el compromiso y pastoral pacificadores imponiendo un cambio de rumbo y generando un amplio malestar en quienes veían y deseaban un horizonte de nueva convivencia, respeto y diálogo. Personas fieles a la línea de Uriarte y Setién, de una Iglesia vasca, de la defensa de los derechos del pueblo, de su lengua fueron relegados de sus puestos en algunas diócesis que querían dirigir desde  posiciones conservadoras y autoritarias.

El Vaticano procesa al teólogo Pagola por un libro sobre Jesús – Bienvenido  a "El Teologillo"

El fallecimiento del Juan María Uriarte ha ocurrido cuando en nuestras diócesis se han ido nombrando nuevos obispos para una etapa del País Vasco que se considera puede ser nueva en las aspiraciones y desarrollo de nuestro pueblo y cuando en la sociedad vasca se están dando cambios cualitativos desde la perspectiva religiosa hacia una secularización y laicidad avanzadas, con incertidumbres importantes para las Iglesias diocesanas. Los problemas sociales, económicos, políticos, culturales, ecológicos han  adquirido hondas dimensiones,  relacionadas con un mundo en profunda crisis de humanidad.

Los retos planteados a la Iglesia en su conjunto y a nuestra Iglesia vasca, en particular, han adquirido amplia envergadura y exigen nuevas relaciones y planteamientos tanto en el interior de su organización como ante la alarmante y amenazadora situación de nuestro mundo. Los problemas y sus vías de solución ya no son solo locales sino globales. El nuevo obispo de la diócesis de San Sebastián, Fernando Prado,  advirtió en su homilía del funeral por su antecesor que "hay todavía mucha paz y reconciliación que construir, mucha polarización que vencer, muchos puentes que tender, mucha fraternidad que construir, mucha comunión hacia la que caminar, también en nuestra propia Iglesia diocesana".

José María Setién y Juan María Uriarte ofrecieron, en sintonía pastoral, desde sus mutuos convencimientos evangélicos, éticos, pastorales compartidos como obispos en Euskal Herria, un testimonio coherente; con sus limitaciones sin duda, abrieron cauces de talante renovador e implicado desde el evangelio en los problemas de su pueblo. Son hoy un referente importante para nuestros actuales obispos e Iglesia vasca no solo para agradecer su legado pastoral, el amor a su tierra, su fidelidad a la Iglesia en la línea del concilio Vaticano II; también como impulso motivador de una renovación en profundidad desde los signos de los tiempos, asumiendo la responsabilidad de ser fieles al evangelio en una auténtica sinodalidad pastoral y organizativa, como propone el papa Francisco, en fidelidad a nuestro pueblo y en solidaridad con la búsqueda de la justicia y la paz  en nuestro mundo.  

Uriarte
Uriarte

Setién
Setién

Volver arriba