Análisis de la exhortación del Papa, ocho años después de Laudato Si Laudate Deum: “Ya no se puede dudar del origen humano del cambio climático”

Publicada la Laudate Deum
Publicada la Laudate Deum @vaticanIHD_ES

Un ser humano sin límite alguno”, que crea una ideología en la cual “la realidad no humana es un mero recurso a su servicio”

Una lógica del máximo beneficio con el menor costo que ignora una “preocupación por la casa común y cualquier inquietud por promover a los descartados de la sociedad”, impulsando la meritocracia y los privilegios de unos pocos”

“Organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria, y la defensa cierta de los derechos humanos elementales”

“Reconocer que la vida humana es incomprensible e insostenible sin las demás criaturas”

“Un cambio generalizado en el estilo de vida irresponsable ligado al modelo occidental tendría un impacto significativo a largo plazo”

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Después de ocho años de Laudato si’ y tras advertir “que no tenemos reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre”, el Papa Francisco ha lanzado en la fiesta de San Francisco de 2023 la Laudate Deum, una exhortación apostólica dirigida “a todas las personas de buena voluntad sobre la crisis climática”. Una crisis de la que denuncia sus variados efectos, recordando que la Iglesia ha hecho ver eso repetidas veces, pues no se trata de “una cuestión secundaria o ideológica sino de un drama que nos daña a todos”.

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Gravísimas consecuencias para todos

El texto comienza analizando la crisis climática global, mostrando las “gravísimas consecuencias para todos” del aumento de la temperatura global. A pesar de las burlas de algunos, el Papa denuncia “el desajuste global que provoca el calentamiento del planeta”, lo que se visibiliza en fenómenos extremos. En sus palabras desprecia la tentativa de culpar a los pobres, haciendo ver que “un bajo porcentaje más rico del planeta contamina más que el 50% más pobre de toda la población mundial”, y que “millones de personas pierden su empleo debido a las diversas consecuencias del cambio climático”.

Laudate Deum

Laudate Deum afirma sin ambages que “ya no se puede dudar del origen humano —“antrópico”— del cambio climático”, consecuencia del desarrollo industrial. Un desarrollo del poder económico más preocupado con el rédito que con la crisis climática. Algo que provoca daños y riesgos, consecuencia del aumento de la temperatura de los océanos, de la disminución del hielo continental, con un riesgo cada vez mayor de “llegar a un punto crítico” del que no se regresa. Por ello reclama “responsabilidad ante la herencia que dejaremos tras nuestro paso por este mundo”.

Paradigma tecnocrático

Francisco analiza el paradigma tecnocrático, un tema ya abordado en Laudato si´, que considera “detrás del proceso actual de degradación del ambiente”. Algo acentuado en los últimos años con la inteligencia artificial y las últimas novedades tecnológicas, en lo que ve “la idea de un ser humano sin límite alguno”, que crea una ideología en la cual “la realidad no humana es un mero recurso a su servicio”, una tecnología que “provoca escalofríos”.

Laudate Deum

Desde ahí llama a repensar el uso del poder humano, citando ejemplos históricos de su mal uso y reclamando “una ética sólida, una cultura y una espiritualidad que realmente lo limiten”. El texto considera que “la vida humana, la inteligencia y la libertad integran la naturaleza que enriquece a nuestro planeta y son parte de sus fuerzas internas y de su equilibrio”, colocando las culturas indígenas como ejemplo de la interacción del ser humano con el ambiente. Por eso demanda “repensar entre todos la cuestión del poder humano, cuál es su sentido, cuáles son sus límites”.

Máximo beneficio con el menor costo

Ante esa realidad reflexiona sobre lo que llama “el aguijón ético”, denunciando el control de la opinión pública por parte de quienes tienen mayores recursos. Una lógica del máximo beneficio con el menor costo que ignora una “preocupación por la casa común y cualquier inquietud por promover a los descartados de la sociedad”, impulsando la meritocracia y los privilegios de unos pocos, llamando así a cuestionarse por el sentido de la vida.

El Papa denuncia la debilidad de la política internacional, afirmando el poder acaparado por una élite, que debería ser contrapuesto por “organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria, y la defensa cierta de los derechos humanos elementales”.  El texto habla de “asegurar el cumplimiento de algunos objetivos irrenunciables”.

Reconfigurar el multilateralismo “desde abajo”

De ahí la necesidad de reconfigurar el multilateralismo “desde abajo”, recordando las palabras de Fratelli tutti donde aboga por “el primado de la persona humana y la defensa de su dignidad más allá de toda circunstancia”. Un multilateralismo en “orden a resolver los problemas reales de la humanidad”, sin buscar reemplazar a la política y abogando por reconfigurar la diplomacia, buscando “dar respuesta a los nuevos desafíos y de reaccionar con mecanismos globales ante los retos ambientales, sanitarios, culturales y sociales, especialmente para consolidar el respeto a los derechos humanos más elementales, a los derechos sociales y al cuidado de la casa común”, lo que demanda “un nuevo procedimiento de toma de decisiones y de legitimación de esas decisiones”.

Laudate Deum analiza los avances y fracasos de las conferencias sobre el clima, resaltando algunos pasos significativos, conseguidos cuando se involucró a todos. El análisis se detiene en la última conferencia realizada en Sharm El Sheikh en 2022, que ve como “un ejemplo más de la dificultad de las negociaciones”, reclamando cambios sustanciales, no quedarse en “colocar remiendos”, y que sea visto como “un problema humano y social en un variado arco de sentidos”. Para ello reclama una transición energética eficiente, obligatoria y fácil de monitorear, que inicie un proceso drástico, intenso y con el compromiso de todos.

Antropocentrismo situado

Finalmente aborda las motivaciones espirituales, especialmente de los católicos, algo que brota de la fe, aunque invita a ello a los miembros de otras religiones. A la luz de la fe cita las aportaciones bíblicas en esa línea, llamando a caminar en comunión y compromiso frente a un paradigma tecnocrático que “nos puede aislar del mundo que nos rodea, y nos engaña haciéndonos olvidar que todo el mundo es una ‘zona de contacto’”. Frente a la cosmovisión judeocristiana propone un “antropocentrismo situado”, que lleva a “reconocer que la vida humana es incomprensible e insostenible sin las demás criaturas”, consecuencia de la unión estrecha al mundo que nos rodea, algo que viene de Dios.

Por eso llama a terminar “con la idea de un ser humano autónomo, todopoderoso, ilimitado”, y a entendernos “de una manera más humilde y más rica”. Francisco invita “a cada uno a acompañar este camino de reconciliación con el mundo que nos alberga, y a embellecerlo con el propio aporte”, reconociendo la importancia decisiva de “las grandes decisiones en la política nacional e internacional”.

Un cambio que será más fácil con cambios culturales, con una maduración en la forma de vida y en las convicciones de las sociedades. Para ello propone “el esfuerzo de los hogares por contaminar menos, reducir los desperdicios, consumir con prudencia”, modificar los hábitos personales, familiares y comunitarios como algo que “colabora para gestar grandes procesos de transformación que operan desde las profundidades de la sociedad”, pues “un cambio generalizado en el estilo de vida irresponsable ligado al modelo occidental tendría un impacto significativo a largo plazo”.

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