"Hay que salvar al mundo rural, ofrecerle un mañana de esperanza, reclamar una atención especial" Viacrucis de la España vaciada

(Viernes santo) Viacrucis de la España vaciada
(Viernes santo) Viacrucis de la España vaciada

"La soledad es una plaga interminable en nuestros pueblos, una triste cruz interminable. Casas que se quedan vacías, plazas donde cada vez juegan menos niños, colegios que cierran sus puertas, ancianos cuyos hijos viven en mil lugares de España. Soledad en el oscuro invierno, en las largas tardes de verano"

"Días amargos los días de pandemia. Las madres, los padres, los vecinos mayores, conocidos y queridos, encerrados. Para que sus vidas no corran peligro, ni el enemigo invisible robe sus últimos años antes de tiempo"

"El despojo de la España Vaciada ha sido creciente: sus gentes, su producción, su falta de inversiones… todo ha repercutido en el mejor y mayor desarrollo de otras partes de la misma patria. Ahora hay que colmar la medida"

"Sembramos nuestras vidas en la España Vaciada, en los pequeños hechos de cada día: en los saludos a los vecinos, en las colas de la compra. Nos sembramos en visitas, reuniones para reflexionar, en plataformas para transformar la realidad. Nos sembramos en proyectos de liberación; y en los cansancios y las oscuridades"

PRIMERA ESTACIÓN: JESÚS ES CONDENADO A MUERTE

En esa mañana de primavera condenan a muerte a Jesús, hijo de José, eslabón de una larga cadena de promesas de Dios y de duras circunstancias.
¿Se perderán en el olvido todas sus palabras; y su vida junto a los descartados de Israel? Parece que los poderosos han vencido frente al sencillo profeta galileo.

Los poderosos no se sacian nunca. Los designios de las grandes corporaciones marcan una y otra vez el destino de los pueblos y las naciones. El medio ambiente se ve amenazado por el poder de las multinacionales; y el mundo rural, frágil, pequeño, menguante siente cómo lo que se decide en despachos lejanos marca su destino hacia la desaparición.

Que no pierdan la historia los débiles. Recuerda a tu pueblo, Señor.

Pueblo

SEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS CARGA CON LA CRUZ

Camino del lugar de la ejecución, el preso carga con el peso de su patíbulo. Como un animal, como alguien de quien todos pueden hacer burla. Rechazado y golpeado. Humillado y solo.

La soledad es una plaga interminable en nuestros pueblos, una triste cruz interminable. Casas que se quedan vacías, plazas donde cada vez juegan menos niños, colegios que cierran sus puertas, ancianos cuyos hijos viven en mil lugares de España. Soledad en el oscuro invierno, en las largas tardes de verano. Costumbres que se pierden, raíces que se agostan. Y no hay relevo.

Que no nos falte tu fuerza para recorrer el solitario camino. Recuerda a los que viven solos, Señor.

TERCERA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ

El peso del madero es excesivo sobre los hombros del carpintero. Nunca la madera fue tan dura con él, que supo crear con ella, como Dios Padre había creado con el barro. La criatura cae, como una losa, sobre su creador, que cae en la tierra, como la semilla que es arrojada al surco.

Éxodo rural

La primera caída fue allá en los años 60. A chorros se fueron los jóvenes de los pueblos, expulsados por una economía que no podía sustentarlos a todos. La ciudad era el paraíso, la España de industria y de turismo o el extranjero serían la nueva casa, el hogar acogedor. Las familias quedaron repartidas, entre los que se fueron y los que quedaron. Esperando el verano para el reencuentro, viviendo de lejos los nacimientos, las fiestas, la muerte…

Que los que se fueron, Señor, se sientan acogidos donde estén; pero que no se sequen sus raíces de pueblo.

CUARTA ESTACIÓN: JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE

En medio de la tortura, en el camino hacia la muerte, la madre. La madre del pesebre, la madre del exilio; la de las oraciones, la del trabajo callado en casa, la sencilla semilla sembrada en Nazaret. La madre que confía en las promesas de Dios, la que sabe que el hijo puede hacer algo por los apurados novios de Caná. La madre peregrina, que caminó junto al profeta que sanaba a la multitud.

Días amargos los días de pandemia. Las madres, los padres, los vecinos mayores, conocidos y queridos, encerrados. Para que sus vidas no corran peligro, ni el enemigo invisible robe sus últimos años antes de tiempo. Tristes días sin abrazos, sin sonrisas, sin saber las menudas confidencias diarias donde se lamenta uno de los pequeños fracasos y festeja las alegrías sencillas. Madres y padres que aguardan y añoran a los suyos.

Que no falte una mañana de luz para el abrazo, Señor.

Mascarillas en el campo

QUINTA ESTACIÓN: JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRINEO

Aquel hombre venía del campo, de sus asuntos. Y volvía a casa para cumplir los horarios legales, o quebrantaría la ley de la Pascua, su “toque de queda” religioso. Y no quería pecar, sin duda. Sin embargo, lo cargan con el leño ensangrentado de un preso que va a ser crucificado. Tuvieron que obligarlo. Nadie quiere compartir la cruz que mancha, es preferible vivir en la seguridad de la casa familiar la fiesta del cordero.

Hay quien decide que la cruz de los pueblos ha sido demasiado pesada durante demasiado tiempo. Que es hora de hacerse cargo de ella, pero alzando la voz, para pedir lo que el condenado necesita. Hay que salvar al mundo rural, ofrecerle un mañana de esperanza, reclamar una atención especial. Hay que valorar su historia, sus costumbres y sus potencialidades. El mundo rural no está muerto, hay que despertarlo y sacarlo adelante. Con un pacto de vida, no de muerte. Arrojando lejos el madero, no ayudando a soportarlo, como si fuera una carga inevitable.

Que no falten nunca voces libres que reclamen el futuro necesario, Señor.

SEXTA ESTACIÓN: LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS

Otra mujer que hace por Jesús lo que puede, lo que está en su mano. Ya María de Betania lo hizo, ungiéndolo en una comida. Ahora la Verónica limpia su rostro, en un gesto que es una pausa mínima en la calle de la amargura. El grano de mostaza. Insignificante, casi invisible. Pero que consuela tanto.

Movimiento rural cristiano

Cáritas quiere ser grano de mostaza de misericordia en nuestros pueblos. Cáritas sostiene a muchos que están al borde del fracaso vital. Ayuda a familias, comparte el pan que los hermanos aportan para los más necesitados. Y quiere trabajar por el mañana, por el futuro de los pueblos. No basta el pan o la factura de la luz, o la cesta de la compra. Hay que organizar los corazones para que se unan para la liberación.

Que no falte la mano que consuela y sostiene; ni la mano que coge el cayado para andar el camino del desarrollo rural; verde, circular y sostenible, Señor.

SÉPTIMA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ

Cada vez con menos fuerzas; las físicas, por la tortura recibida, a pesar del alivio de la carga; las emocionales, porque los suyos le han abandonado; las del corazón, porque incluso puede temer por las personas que le ayudan en esos minutos terribles, camino del patíbulo. Quizás, por ayudarle, se vean perseguidas.

La segunda caída de la España Vaciada es el aislamiento. Carreteras deficientes, en mal estado, donde muchos se dejan la vida o la salud. Trenes inexistentes, donde antes hubo rutas que unían pueblos y permitían relaciones comerciales. Falta de redes para conectarse a lo que llaman progreso, que se niega a amplias zonas de una misma patria. Buscar el mañana en esa realidad es dar voces en el desierto.

Que no nos conformemos más tiempo con el silencio, Señor.

Verónica

OCTAVA ESTACIÓN: JESÚS CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN

El condenado injustamente, el herido sin misericordia, el que el pueblo ha rechazado y humillado, se detiene en el camino hacia la muerte. No para defenderse ni para quejarse. Se detiene para consolar a las mujeres que lloran su desgracia. La semilla de la solidaridad compasiva de las mujeres germina en esperanza y consuelo para ellas mismas.

¿Qué sería el mundo rural, la España Vaciada, sin la mujer? ¡Habría dejado de existir hace mucho! Sería un desierto sin límites. La mujer impulsa la vida laboral de los pueblos; sostiene y da aliento a la familia, al pulso diario de los pueblos, aporta innovación y creatividad; y remienda historias heridas. La presencia y la resistencia de la mujer en tantos sitios, frente a tantos problemas, en tantas circunstancias es la explicación de un hoy que aún camina; y de un mañana que aguarda.

Que no falte a tu pueblo la ternura y la decisión firme de la mujer, Señor.

NOVENA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ

El camino cada vez es más difícil. El condenado cada vez va más débil, la agonía lo estremece y lo hace caer de nuevo. No hay palabras de aliento para que se levante, sino golpes e insultos. El patíbulo parece, extrañamente, un lugar de consuelo, porque pondrá fin a tanto sufrimiento.

La tercera caída de la España Vaciada es ver cómo sus productos, de tanta calidad, no son posteriormente elaborados en sus propios lugares de producción. Marchan a otros países, o a otras partes de la misma patria. Y quizá vuelven al pueblo, con una etiqueta que dice que no son de aquí, aunque lo son. Golpe tras golpe, herida encima de cada herida. La riqueza que podría levantar a los pueblos que se vacían, sirve para desarrollar otros lugares.

Que no falte a tu pueblo la conciencia de las oportunidades perdidas, Señor.

España vaciada

DÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

Han llegado al lugar de la ejecución y toca reducir al condenado a una masa de sangre y heridas, expuesta a los ojos de todos en su desnudez, para que la burla sea completa. Humillado y golpeado ante su pueblo. Vergüenza y escándalo entre los que lo han rechazado.

El despojo de la España Vaciada ha sido creciente: sus gentes, su producción, su falta de inversiones… todo ha repercutido en el mejor y mayor desarrollo de otras partes de la misma patria. Ahora hay que colmar la medida. Ahora toca sacar de las entrañas de la tierra vaciada los minerales que otros necesitan para que no baje el ritmo de producción y consumo. Ahora quieren abrir los cráteres inmensos de las megaminas, que serían el sumidero por donde se irá definitivamente el futuro al estercolero de la historia.

Que no dejemos de gritar nuestro derecho a nuestra tierra, nuestra agua, nuestro modo de vida, Señor.

DÉCIMOPRIMERA ESTACIÓN: JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ

Tras un camino de terror, escarnio y golpes, se cumple la sentencia. Una sentencia cruel, para sufrir lentamente, en medio de las burlas de los verdugos y del público asistente. Sujeto en la cruz, el cuerpo de quien pasó sanando los cuerpos de los enfermos de Israel.
Arrastran muchos pueblos la cruz terrible de la apatía, de la costumbre que se hace norma inquebrantable, de lo aprendido e interiorizado que esclaviza, que impide innovar, crear, crecer. En la cruz del inmovilismo se mueren sueños, proyectos, deseos de reforma, apetencias de apertura.

Que no nos detenga la cruz de las rutinas paralizantes, Señor.

España rural

DÉCIMOSEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ

El galileo que hizo renacer vidas y corazones, el que hacía surgir la primavera y la esperanza donde pasaba muere en la cruz. El constructor de un reino para los empobrecidos, los humillados y desesperanzados. El que resucitaba muertos. El que era vida del mundo muere en la cruz. Y todo está oscuro.

Donde hubo vida, ahora hay silencio. Oscuridad dentro. Por fuera, todo se va desmoronando, poco a poco, anunciando lo que dentro debe ser el lento ocaso de una casa. En los pueblos encontramos terribles letreros aquí y allá, en las puertas, en las ventanas: SE VENDE. Dos palabras que hablan de final, de familias rotas por la muerte, por la emigración… proyectos que no siguen adelante. Casas vacías, muertas, llenas de los fantasmas de los sueños perdidos.

Que resuciten un día los pueblos y las casas, las risas y los juegos, Señor.

España vaciada

DÉCIMOTERCERA ESTACIÓN: JESÚS EN BRAZOS DE SU MADRE

El cuerpo muerto de Jesús es descendido de la cruz y entregado a su Madre. Y junto a ella, a las otras mujeres, las fieles discípulas, las que seguían y querían al Señor. Es hora de muerte, vacío y llanto. Las mujeres, desde el dolor, hacen el último servicio: envuelven en vendas y perfumes el cuerpo muerto de Jesús.

¿Qué sería de la Iglesia rural sin las mujeres? ¿Quién asomaría a los niños a la luz del Evangelio, en casa o en la catequesis? ¿Quién sostendría el latido de la caridad y el servicio, del consuelo y de la promoción? ¿Quién aportaría tanto cuidado y ternura? ¿Quién sería consejera, compañera de camino, fuerza y guía?

Que no falte la presencia y el compromiso de la mujer en la Iglesia, Señor.

DÉCIMOCUARTA ESTACIÓN: JESÚS ES SEPULTADO

Jesús lo había dicho: “si el grano de trigo muere, da mucho fruto”. Los suyos recogen, con un dolor sin límites, su cuerpo, el cuerpo del justo injustamente ajusticiado. Y lo depositan en el sepulcro, donde el silencio es la única compañía. Lo siembran en medio de los hombres.

Sembramos nuestras vidas en la España Vaciada, en los pequeños hechos de cada día: en los saludos a los vecinos, en las colas de la compra. Nos sembramos en visitas, reuniones para reflexionar, en plataformas para transformar la realidad. Nos sembramos en proyectos de liberación; y en los cansancios y las oscuridades.

Que sembremos con generosidad nuestras vidas, Señor.

España rural

Por una Iglesia mejor informada
Volver arriba