Balance de L'Osservatore sobre la visita papal a Venecia y Aquilea En el agua del mundo

(Giovanni María Vian, L'Osservatore Romano).- Todas las visitas papales son ocasiones evidentes y privilegiadas de encuentro entre el sucesor de Pedro y las comunidades católicas que le invitan para ser confirmadas en la fe. Su significado y, sobre todo, las palabras que el obispo de Roma elige pronunciar van en cambio mucho más allá de los confines dentro de los cuales los viajes se desarrollan.

Como ha sucedido también en la visita a Aquilea y Venecia, donde la cuidada preparación, pero también la historia misma de la antigua provincia eclesiástica, han permitido a Benedicto XVI ampliar su mirada a todo el noreste italiano y, más allá, a la gran región de Europa que en Aquilea, en comunión con la sede romana, contemplaba.

El viaje véneto del Papa permanecerá igualmente más allá de una serie de imágenes sugestivas y bellísimas. Las de los antiguos mosaicos de la basílica aquilea, espléndidos testimonios del encuentro entre la fe cristiana y la cultura tardo-antigua, y del gran palco, originalísimo, situado en San Julián, a orillas de la laguna. Además, sobre todo, la fiesta tan colorida que acogió con simpatía del todo veneciana a Benedicto XVI en el recorrido por el canal de Cannaregio y, obviamente, por el Gran Canal. Hasta el "río de luz" descrito por el joven Luciani cuando le envolvió el esplendor de oro de San Marcos, donde brilla con pequeñas luminarias rojas la gran cruz en el centro de la basílica.

Benedicto XVI habló a los católicos de esta "tierra bendita" a cuya historia rindió homenaje, recordando especialmente a los tres patriarcas elegidos en el siglo XX a la cátedra de Pedro: Pío X, el último Papa santo, Juan XXIII, quien intuyó y quiso el Concilio Vaticano II, y Juan Pablo I, cuyo pontificado fue "mostrado más que dado" (ostensus magis quam datus) a la Iglesia y al mundo. Fruto y expresión de un cristianismo enraizado y vivo, que ha escuchado del obispo de Roma las palabras de siempre: "Sólo de Cristo la humanidad puede recibir esperanza y futuro". En un encuentro con el único salvador del mundo que debe ser personal, razonable y cotidiano.

Para leer el artículo completo, pincha aquí:

Volver arriba