"Nos cansamos. Y ese es un lujo que no podemos darnos" "A quienes alentábamos como héroes ya no los aplaudimos más. La película nos cansó. Se nos cansó el aplauso"

Coronavirus
Coronavirus

"Cada noche en todo el mundo a las 21 en punto, los aplausos desde los hogares y balcones ayudaban a desahogar la impotencia y a alentar a médicos, enfermeros, ambulancieros"

"El Covid 19 nos está desacomodando...y Y ya estamos un poco cansados del villano"

"El coronavirus no es una película. Y no hay superhéroe que venga a vencerlo en el último minuto con un rayo hasta ahora oculto"

"Dejemos el grito violento e intolerante. Volvamos al aplauso agradecido. Seamos humanos"

Los superhéroes de película no existen. Aunque esas películas, gracias a la tecnología y a la informática cada vez mejor realizadas, convocan a una impresionante cantidad de público a lo largo y a ancho del mundo, superando todo tipo de barreras: culturales, sociales, ideológicas, idiomáticas, etc.

Es que claramente a los seres humanos nos gusta soñar que poseemos superpoderes, destrezas físicas e intelectuales fuera de la común.

Pero una vez vista la película y pasado el entusiasmo, con una sonrisa cómplice del autopermiso para soñar, volvemos a la normalidad de nuestros límites, de nuestras capacidades y de nuestro real ejercicio del poder, aunque sea mínimo y acotado.

El Covid 19 nos está desacomodando.

Al principio todo era casi una aventura: recrear más de un filme de esos de catástrofes, tratando de controlar nuestros impulsos de superhéroes para fundamentar y hasta con tono alto, la necesidad de utilizar barbijo, alcohol, lavado de manos, cuidados intensos para evitar la virulencia del virus.

Y hasta criticábamos a quienes osaban relativizar el poder mortal del virus que, éramos testigos, avanzaba impiadosamente contagiando y matando a miles de miles primero en Oriente, luego en Europa para después saltar al continente americano.

Si hasta nos emocionábamos pensando en los agentes de salud o de seguridad, de atención a los más vulnerables que valientemente le hacían frente al agente invisible de la muerte.

Coronavirus

¿Recuerdan? Cada noche en todo el mundo a las 21 en punto, los aplausos desde los hogares y balcones ayudaban a desahogar la impotencia y a alentar a médicos, enfermeros, ambulancieros.

Han pasado más de cuatro meses y la película no termina.

Y ya estamos un poco cansados del villano.

A tal punto que nos esforzamos por convencernos que “no es para tanto”; o que directamente “no existe”, pasando por “se trata de un argumento de dominio”, o “pone en juego nuestros derechos constitucionales” … y la miserable lista sigue.

Tan cansados del villano estamos que hemos llegado a minimizarlo y hasta a negarlo!

Sin embargo solo quien quiera hacerlo, en mi opinión neciamente, podrá no reconocer que el coronavirus existe, que es altamente contagioso, que no existe aún una vacuna y que es trágicamente fatal.

Tal como en los primeros días.

Cómo es posible que algunos comunicadores, formadores de opinión, periodistas, columnistas, ensayistas (tarea difícil de definir), utilicen en la misma frase afirmaciones tales como: “Crece el índice de enfermos y muertes por coronavirus según las cifras confirmadas, mientras el gobierno se niega a abrir las restricciones y de esa manera destruye la economía”.

¿Cómo es posible entender estas barbaridades, dichas por el sólo hecho de tener una cámara, un micrófono o un teclado enfrente?

Se mezcla en nosotros el humano más primario y el primate más deshumanizado.

La película no termina y lo peor es que esta situación inestable e insegura nos pone en juego nuestra cuota de poder.

Coronavirus

Para los empresarios, las reclamadas pérdidas económicas. Para los líderes, los cálculos políticos de aceptación general. Para los especuladores, la creatividad amoral que les permita aplicar el dicho “a río revuelto ganancia de pescadores”. Y así.

Y como común denominador la variable del empleo y de los trabajadores: “la crisis no permite mantener los índices establecidos por lo tanto, desde hoy estás sin trabajo”

Incluso los emprendedores son víctimas de estos ajustadores de los ajeno. Miles de pequeñas y medianas empresas deben redefinirse ante la falta de ayuda estatal y de las corporaciones que hasta hace unos meses compraban sus productos.

Nos aferramos al poder como podemos. Aunque sea mínimo. Aunque sea en el propio hogar.

Y esta película del Covid 19 no termina.

Será sensato decir una vez más: el coronavirus no es una película. Y no hay superhéroe que venga a vencerlo en el último minuto con un rayo hasta ahora oculto.

A quienes alentábamos como héroes ya no los aplaudimos más. La película nos cansó. Se nos cansó el aplauso.

Aplaudirlos nos hacía sentir cerca de ellos. Nos cansamos. Y ese es un lujo que no podemos darnos.

Coronavirus

Sin embargo, como desde el primer día, siguen yendo a sus lugares de trabajo a cuidar la salud y la dignidad de quienes se infectaron.

Mientras, otros se creen superhéroes de la estupidez porque evaden los controles policiales para formar parte de reuniones tan multitudinarias como absurdas, que a los días terminan siendo un nuevo foco de contagio.

El derecho a ver a la familia, a celebrar con amigos, a ejercer la viveza criolla para transgredir las normativas de prevención no es inteligente. Es suicida. O peor, es homicida.

Nos perjudican sobremanera quienes haciendo alarde de suficiencia e intolerancia y que echa culpas a otros como acusetes de escuela elemental, elijen ser héroes de la estupidez y del absurdo.

El primer derecho es el de la vida. Y la vida, toda vida, debe ser respetada, aunque no estemos de acuerdo argumentando razones más propias de un barril de cerveza que de alguien que forma parte de la humanidad.

Dejemos el grito violento e intolerante. Volvamos al aplauso agradecido. Seamos humanos.

Héroes

Volver arriba