"El padre Aradillas fue uno de los sacerdotes que primero me recibió en Madrid" Padre Ángel: "Un cura valiente y libre, de los que no cambiaron la chaqueta y permanecieron fieles al Vaticano II"

Aradillas con el cardenal Tarancón
Aradillas con el cardenal Tarancón

95 años, un centenar de libros. Un cura valiente y libre, incansable y comprometido. De los de Francisco. De los que no cambiaron la chaqueta. De los que permanecieron fieles al Vaticano II

"Cuando pedía a los obispos que salgan de los palacios y vivan sencillamente al lado de los pobres. Cuando reivindicaba la figura de la mujer en la iglesia. Cuando defendía, sin miedo, al Papa Francisco. Honrado consigo mismo, fiel siempre a su conciencia, demostró en todo lo que escribía frescura de ideas y fuerza ética"

El padre Aradillas fue uno de los sacerdotes que primero me recibió en Madrid. Creyó en nuestros proyecto de casas parea niños, internados, etcétera.... Él no solo soñó con un mundo mejor, sino que también a mí me hizo soñar, junto a Tarancón y Pablo VI, a creer en Dios y en los hombres. 

95 años, un centenar de libros. Un cura valiente y libre, incansable y comprometido. De los de Francisco. De los que no cambiaron la chaqueta. De los que permanecieron fieles al Vaticano II.

Un periodista de raza, que se codeó con los grandes gurús de la información religiosa (como Martín Descalzo o José María Javierre), que nunca abandonó su capacidad de denuncia y anuncio, haciendo gala en toda su enorme producción periodística y literaria de una enorme parresía.

Homenaje a Aradillas
Homenaje a Aradillas

Por ejemplo, cuando pedía a los obispos que salgan de los palacios y vivan sencillamente al lado de los pobres. Cuando reivindicaba la figura de la mujer en la iglesia. Cuando defendía, sin miedo, al Papa Francisco. Honrado consigo mismo, fiel siempre a su conciencia, demostró en todo lo que escribía frescura de ideas y fuerza ética.

Aradillas decía que “una persona que vive el Evangelio tiene que ser necesariamente rebelde”. Le estoy muy agradecido por sus ayudas primeras, cuando nadie me conocía y yo era un simple curilla asturiano recién aterrizado en Madrid.

Y también le agradezco el que, muchos años después, haya colaborado en nuestra iglesia de San Antón, abierta las 24 horas, con sus homilías dialogadas, recordándonos con la radicalidad evangélica siempre en la mano que “una vida sin misa o una misa sin vida no tienen sentido”.

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