"De la necesidad de pasar de tanta jarana a momentos de silencio contemplativo y enriquecedor" ¿Por qué no caminar hacia dentro en estos días? “Huir” hacia dentro también en estos días

Sagrada Familia hoy
Sagrada Familia hoy

"Esperanza amenazada para los derechos y la acogida con un Pacto Europeo de Migraciones a la carta. Donde hasta los niños (¡huidos o perdidos¡) pueden ser detenidos en las fronteras"

"Es fácil hacer el paralelismo. María, José y Jesús, huyen de Herodes (poder político) y del riesgo vital que supone seguir viviendo en Palestina de ayer y hoy"

"Si esta escena fuera hoy, pasaríamos gran parte del tiempo extrañados por ese grupo, por el pañuelo en la  cabeza de María por ejemplo, cerraríamos nuestras puertas al paso de un pobre hombre y su esposa con el niño"

"Si Jesús viniera a nosotros hoy, pasaríamos gran parte del tiempo cuestionando el aspecto de quien dirige la familiar caravana"

Es frecuente hacer la traslación a nuestros días del pasaje de la Huida a Egipto de la Sagrada Familia. Es muy legítimo hacerlo. Y apropiado. Originada por el miedo a la matanza de los inocentes, tras el nacimiento de Jesús, muchas aplicaciones de este pasaje se han hecho situando a Jesús, José y María en la cola de los refugiados. En las fiestas del cambio de año. Pasando de una frontera de los días a otra similar .

Lo decía Pablo Neruda

“Así es, pero

pequeña

puerta de la esperanza,

nuevo día del año,

aunque seas igual

como los panes

a todo pan,

te vamos a vivir de otra manera,

te vamos a comer, a florecer,

a esperar”.

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Esperanza amenazada para los derechos y la acogida con un Pacto Europeo de Migraciones a la carta. Donde hasta los niños (¡huidos o perdidos¡) pueden ser detenidos en las fronteras. 

Propongo saltar a la frontera interior. “Huir” hacia dentro también en estos días. Incorporando sin esquivar los dolores del parto preñados de esperanzas también  

Acepto el reto. Y lo amplio. Partiendo del modelo de refugiados que es la Sagrada Familia lo  pretendido es actualizar los acentos de los acontecimientos.

Es fácil hacer el paralelismo. María, José y Jesús, huyen de Herodes (poder político) y del riesgo vital que supone seguir viviendo en Palestina de ayer y hoy

Es un viaje largo. Muchos ratos de conversación en las caravanas, pero también de silencio con el niño en brazos.  Podría haber sido atravesando el desierto del Sinaí que es donde más se coloca la iconografía, la pedagogía e incluso la catequesis de este pasaje (otro paralelo con muchos migrantes y refugiados de hoy). Debió tomarles mucho tiempo recorrer distancias tan grandes, con el niño Jesús siendo aún bebé y por caminos que distaban de ser buenos. Todo ello con el dolor de dejar atrás la patria, los lugares conocidos, los familiares y las cosas propias para marchar hacia una tierra en la que, como hoy, iban a ser tratados como extranjeros.

En este sentido la coincidencia del recuerdo y la proclamación evangélica de la Huida coincide en nuestros días con el bullicio y el ruido de las nocheviejas variadas y desinhibidas. Litúrgicamente lo vivimos pasando del “Brincan y bailan los peces en el río” a las Doce campanadas de Año Nuevo. En la “Puerta del sol” o con  cualquier sonido de otro carrillón. Del Concierto de Navidad al del Año Nuevo. Muchas veces conciertos bellos y oportunos por cierto, si no los hemos cambiado por la charanga dominante y fácil u otras cuchufletas.

Navidad en Gaza
Navidad en Gaza

Intuyo (y por lo tanto también imagino) un parecido con un contraste más importante a la hora de actualizar el mensaje. De la necesidad de pasar de tanta jarana a momentos de silencio contemplativo y enriquecedor.

Si esta escena fuera hoy, pasaríamos gran parte del tiempo extrañados por ese grupo, por el pañuelo en la  cabeza de María por ejemplo, cerraríamos nuestras puertas al paso de un pobre hombre y su esposa con el niño. Quizás serían las puertas de nuestras casas o al menos de  nuestros miedos –“los miedos de los emigrantes son   nuestros miedos” decía el papa Francisco– los que darían la espalda a Jesús y haríamos que siguiera su camino hacia las afueras. Sin importarnos quienes eran. Uno de tantos grupos de refugiados que teme ser descubierto. Y desde luego con la posibilidad de que más su niño quedara solo (así sucedería en su adolescencia)  en alguna frontera. Si eso sucediera hoy con el  Pacto Europeo, ¡ el niño - como uno de los 18.000 llegados en el primer semestre de 2023 -  , repito, podría ser detenido. 

Si Jesús viniera a nosotros hoy, pasaríamos gran parte del tiempo cuestionando el aspecto de quien dirige la familiar caravana. San José un simple obrero de Medio Oriente! Un don nadie, incapaz de hablar “en cristiano” al preguntar direcciones. 

Si Jesús viniera a nosotros hoy escapando del poder de Herodes, ¿sucumbiríamos a los que los distintos  voceros  nos transmiten creyendo que los migrantes pueden amenazar nuestra convivencia, nuestro bienestar, nuestro trabajo y nuestro “poder”? ¿Creeríamos la versión de algunos  poderes –políticos o mediáticos? . Y escribiríamos artículos sobre si el que se hace presente en el forastero se podría convertir o no en una amenaza algún día.  ¡Un bebé en el regazo de su madre subida a lomos de una mula!

Sin embargo, seguimos celebrándolo. En pocos nacimientos y Belenes se escapa esta escena de la huida. Hoy probablemente  sin serrín figurando la arena de los caminos. O de otra manera: Haciendo un alto acurrucados en un campo de refugiados o en un CIE . Ambos temporales , establecidos para ser “de paso”, pero que se convierten en eternos al menos en el sentimiento de los allí alojados.

Sin embargo, lo celebramos. Nuestras calles se llenan hoy, sin que ellos lo perciban, de luces brillantes y carcasas, de confeti, máscaras, ruido y oropeles. También, es verdad , que aparecen los ecos del dolor. Y los del servicio callado. Pero no parece posible descubrir fácilmente en estos días a una Sagrada familia errante. Con su hatillo al hombro y sin estar “vestidos de noche”. Quizás justificándose en cualquier frontera nuestra ante distintas acusaciones antes de ser devueltos –en frío o en caliente– más allá de nuestras vallas o de las ajenas ( no solo hechas con concertinas). 

Sagrada Familia

Sí, somos cristianos, pero tememos a todos aquellos que no son “nosotros”. Nuestro amor selectivo, se basa muchas veces en muchos tipos de afiliación, pero por alguna razón Jesucristo evitó mencionar todo eso y habló de amor para todos. 

Y, mientras, al lado de las ausencias y del dolor de tanto sufrimiento en este año , el ruido y las luces de la nochevieja trataran de dar la espalda a un sentido más profundo de la vida que atraviese saraos evanescentes que impiden la comunicación en serio. Ruidos que aturdirían los oídos de unos pobres aldeanos en su huida hacia Egipto, mientras escapamos de la noche del año viejo , creyendo que la llenamos de Luz. Fulgurante. Pero fugaz y de plástico. Y “huyendo” de no sé qué fantasmas ya pasados pergeñando buenos propósitos muchas veces líquidos y pasajeros. 

Ahora, en el entorno de estos días  sigo reivindicando la necesidad (al menos un rato) del silencio en la noche. Aquello de Lope de Vega que Mocedades puso en melodía:  

A mis soledades voy

De mis soledades vengo

Porque para estar conmigo

Me bastan mis pensamientos 


Lo releo al gustar el silencio de la noche. El mismo que acompañaría tantas noches de José y María contemplando a Jesús. Y no solo huyendo a Egipto. 

Y seguro que oirán  atravesando el tiempo una oración delante de una familia emigrante ante el nacimiento de un nuevo hijo que yo escuché estos días : 

“Desde este día en adelante,/que tu Dios te conceda muchos años de vida,/de seguro Él sabe que la tierra no tiene suficientes ángeles”

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