"Así muere el grano de trigo, a través de la Cruz es triturado" La cruz trae en sí un tesoro de vida

La cruz
La cruz

"Muchas veces no nos atrevemos a asumir el dolor y esa cobardía nos impide ser fecundos en la vida"

"Nuestra realidad de fe es un todo que lleva grandes alegrías y profundos sufrimientos"

"Estamos acostumbrados a caminar en nuestras seguridades y nos cuesta desprendernos de nosotros mismos para navegar confiados en la conducción de Dios"

"Jesús nos abraza en nuestro sufrimiento, ¡no estamos solos! Él camina con nosotros con la cruz, es ahí donde nos identificamos con Jesús"

Nosotros como seres humanos búscamos evadir el sufrimiento apenas vemos que se asoma. Así le dice Pedro a Jesús: a ti no te puede pasar esto. Desde aquí observamos que la mirada de seguridad humana es muy corta mientras que la mirada de la fe sabe ver y confiar en lo que Dios tiene preparado para cada uno de nosotros.

Todo empieza considerando nuestra misión. Nuestra razón de ser como bautizados conlleva una misión que Dios nos confía y solo realizando esta misión, aunque pase por el dolor desgarrador de la Cruz que cada uno lleva, al final trae la Cruz un tesoro de vida.

Así lo vemos ejemplarmente en los dolores del parto de una mujer: después de cuidar durante 9 meses la vida en el vientre, le vienen grandes dolores a la mujer que terminan convirtiendo aquel dolor en alegría inmensa una vez que ha nacido el hijo(a).

Dolores de parto

Se contempla la belleza que la nueva creatura trae y que abre de gran esperanza la vida de familia, ya no son dos sino tres con el padre, la madre y el hijo. Lo compartido se expande entre más crece el hogar.

Muchas veces no nos atrevemos a asumir el dolor y esa cobardía nos impide ser fecundos en la vida. Jesús se vio tentado a pedir que fuera apartado este cáliz de la pasión por el miedo, la angustia y el abandono sufrido, pero entendía que la confianza en el proyecto del Padre, de salvar a toda la humanidad, valía la pena y solo él tenía y podía pasar por ese cáliz de la Cruz.

Su sangre derramada por nosotros, solo la sangre de Jesús nos hace vivir en Él. Con su sangre, Jesús nos dio registro como parte de Él, ese es nuestro apellido de vida, la sangre de Jesús nos hace parte de su cuerpo.
Esa es la razón por la cual Isaías en la primera lectura nos transmite: ofrecí la espalda a los que me golpeaban…endurecí mi rostro como roca … una cruz asumida con decisión y firmeza porque se vislumbra el horizonte de Dios, el cual será de vida en abundancia.

Así muere el grano de trigo, a través de la Cruz es triturado, molido por el sufrimiento. Es el camino de Dios donde se abre espacio a la confianza absoluta en Él.

A Pedro, quien confiesa que Jesús es el Mesías, le falta asumir el sufrimiento del Maestro en la cruz. Nuestra realidad de fe es un todo que lleva grandes alegrías y profundos sufrimientos. El sufrimiento desde la óptica de Jesús siempre acabará desbordando vida.

Abrazar la cruz

Esta verdad de abrazar la Cruz significa mantenerse fiel a pesar de toda la adversidad que se experimenta. Esto abre un camino de confianza en las manos del gran arquitecto que es Dios.

Desprendernos de nosotros mismo es lo más difícil. Estamos acostumbrados a caminar en nuestras seguridades y nos cuesta desprendernos de nosotros mismos para navegar confiados en la conducción de Dios. El alma que confía en Dios gozará siempre de la Paz del Espíritu Santo.

El sufrimiento nos taladra en nuestras seguridades personales para hacernos crecer y trascender; nos ayuda a despojarnos de pesos que hacen lento nuestro caminar o no nos dejan avanzar.

Jesús nos abraza en nuestro sufrimiento, ¡no estamos solos! Él camina con nosotros con la cruz, es ahí donde nos identificamos con Jesús. El da la gracia para que lleguemos a la meta, aunque la senda puede estar cuesta arriba y las fuerzas parezcan disminuir, ahí está siempre Él y, nos libra hasta lograr vencer como el venció.

San Francisco, abrazando la cruz

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