"No los mata la enfermedad, que ya tiene cura, sino el miedo" El drama de los sacerdotes que mueren de VIH/SIDA… por no ser descubiertos

VIH/SIDA y vida religiosa
VIH/SIDA y vida religiosa

"El VIH/SIDA es una enfermedad de transmisión sexual presente en todos los países y clases sociales. En el año 2024 murieron aproximadamente en todo el mundo alrededor de 630 000 personas y entre ellos 75.000 niños y niñas. Sin embargo, el grupo de riesgo más grande son los LGTBI y trabajadores sexuales"

"A nivel religioso, solo existe una investigación periodística de The Cansas City Star del 2000 que reveló que hay cuatro veces más sacerdotes infectados con el Sida, comparado con la población varonil en general"

"¿Por qué mueren tantos sacerdotes de una enfermedad, que ya tiene cura, pero aparentemente no para los curas?"

"¿La iglesia católica es consciente de este problema y busca ayudar a sus sacerdotes a prevenir y curar la enfermedad?"

El VIH/SIDA es una enfermedad de transmisión sexual presente en todos los países y clases sociales. Entre los sacerdotes célibes no debería existir y sin embargo descubrieron a cientos de muertes en un solo país. No los mata la enfermedad, que ya tiene cura, sino el miedo a ser descubiertos como sexualmente activos.

El VIH/SIDA es una epidemia mundial persistente que genera una insondable crisis en la sociedad civil. En el año 2024 murieron aproximadamente en todo el mundo alrededor de 630 000 personas y entre ellos 75.000 niños y niñas, los más vulnerables e inocentes. Sin embargo, el grupo de riesgo más grande son los LGTBI y trabajadores sexuales. Los datos estadísticos nos indican una frecuencia de muerte de una persona aproximadamente por minuto. Los avances de la ciencia (medicamentos retrovirales) y el compromiso de la sociedad (prevención), van permitiendo que desde 2010 hasta la fecha ya han disminuido las muertes en un 54% aproximadamente.

Creemos. Crecemos. Contigo

A nivel religioso, la Iglesia católica pareciera que no ha realizado ningún estudio estadístico oficial específicamente centrado sobre el numero de sacerdotes muertos por SIDA. Solo existe una investigación periodística de The Cansas City Star del 2000, que investigó las actas de defunción de sacerdotes estadounidenses relacionados con muertes a causa de imunodeficiencia e hizo una encuesta anónima, respondido por 800 sacerdotes de este país. Este estudio causó revuelo por estimar una tasa de incidencia de muerte cuatro veces mayor a la de la población general en ese momento. El estudio también revela, que la gran mayoría de sacerdotes es consciente de este problema, pero tiene mucho miedo de hablar en público. Según la encuesta el 20% del clero de EEUU se declararía homo- o bisexual. A partir de estos datos me hice las siguientes preguntas.

Kansas report identifies 188 clergy suspected of sex abuse | Kansas City  Star

¿Por qué mueren tantos sacerdotes de una enfermedad, que ya tiene cura, pero aparentemente no para los curas?

¿Hay un cierto número de sacerdotes/religiosos con sida o son casos demasiado aislados?

¿La iglesia católica es consciente de este problema y busca ayudar a sus sacerdotes a prevenir y curar la enfermedad?

Empezaré acercándome a la problemática con algunas experiencias personales, manteniendo en anonimato a los implicados. Después presentaré casos, que se hicieron públicos en internet y finalmente mis conclusiones.

Casos, que conozco personalmente

En mis tiempos de seminarista en Alemania y Roma, la homosexualidad era todavía un tabú en la sociedad. Hasta 1986 en Alemania actos homosexuales estaban prohibidos por ley, aunque raras veces hubo un proceso. 

En Roma un sacerdote, estudiante como yo, me acosó en un almuerzo con tocamientos, que ya se acercaban a mis genitales debajo de la mesa. Avergonzado lo rechacé, fue el único acoso homosexual explicito, que recuerdo haber sufrido. Nunca más vi a este tipo.

En mi seminario hubo un formador que habló abiertamente sobre la homosexualidad y afirmaba que existía en nuestro seminario. Dio una entrevista al semanario “Der Spiegel”. Rompió el tabú. A los pocos meses fue removido del seminario y nunca más escuchábamos de este tema. En esta época en los seminarios solo se advirtió de “amistades particulares”, una palabra, que en su momento no entendí. Uno, que llegó a ser secretario del obispo y también fue mi antecesor como vicario parroquial en una parroquia, cayó muy enfermo y no podía seguir su labor. Más tarde escuché que tenía sida, pero que no se podía hablar de eso. Su suerte fue que justo en este tiempo se descubrieron los retrovirales, recibió el tratamiento y sobrevivió.

En la década del 2000 un peruano logró ingresar en el seminario de Friburgo Alemania, donde yo había estudiado. Me alegré, ya que estaba de misionero en el Perú. Era un chico tranquilo y servicial. Unos años después me enteré que había salido del seminario. Un formador amigo me contó, en confianza, que un compañero había encontrado otro perfil de el en Facebook donde, con su foto pero con otro nombre, se vendía como prostituto en una ciudad vecina. Al descubrirlo, fue despedido del seminario. Un prostituto está en un alto riesgo de contraer y contagiar con el sida. ¿Se habrá informado a los demás seminaristas de este peligro o simplemente se cubrió todo con el manto de silencio?

En el Perú conocí de cerca dos casos de sacerdotes que murieron a la edad de 50 y 60 años de sida.

Cuál es la posición de la Iglesia con respecto a la lucha contra el SIDA?

José (nombre ficticio) era un moreno alto y guapo. Chistoso, simpático e inteligente. De seminarista fue promovido por su obispo a estudiar en Roma. Volvió para ser profesor en el seminario. En su parroquia tuvo mucho contacto con chicos de la comunidad gay que no formaban parte de la comunidad parroquial. Por esa cercanía, algunos parroquianos lo denunciaban ante el obispo y este lo sacó inmediatamente de la parroquia. Tal vez ya supo que tenía sida. Fue a otra diócesis a trabajar. Pero a los dos años volvió, ya muy flaco y enfermo. No quería ir al hospital para tratarse. El obispo me pidió de recibirlo en la parroquia por caridad y llevarlo al médico. Lo llevé a un internista, este me llamó después del examen para informarme lo siguiente: “Tiene una infección. Para que lo reciban en emergencia en el hospital voy a exagerar el diagnóstico y escribir sida. Pero no lo es, solo es para que pueda ingresar por emergencia”. Yo creía esta mentira piadosa del médico y efectivamente lo recibieron en el hospital. Allí, al mes, murió de síndrome de inmunodeficiencia adquirida, sida. Ni él, ni sus familiares, ni los numerosos sacerdotes que estaban en su funeral, podían hablar de eso. Él lo sabía, pero no se había tratado adecuadamente. Comprendí que los sacerdotes con sida tienen mucho miedo a que por la enfermedad se pueda descubrir su vida sexual activa. Me daba mucha pena este sacerdote. Si hubiera aceptado su verdad a tiempo, hubiera podido salvar su vida. Así solo salvó su imagen pública. Y también en la diócesis nadie habló del tema en público para no manchar la imagen de la iglesia.

Juan (nombre ficticio) era un amigo. Intuía, que era homosexual, pero le creía que vivía en castidad. Me equivoqué. Era un sacerdote muy piadoso, muy sensible con la gente, aunque podía ser también manipulador y prepotente. Venía de una familia pobre, el papá era violento y alcohólico. Nunca le alcanzaba el dinero. Fue acusado de participar en fiestas, que organizaba su amigo cura, donde invitaban a seminaristas, sacerdotes y homosexuales prostitutas.

Juan vivía como en dos mundos paralelos: El mundo homosexual cada cierto tiempo y un mundo muy piadoso. En su última parroquia cayó muy enfermo. No se atrevió a peligrar su imagen e ir al hospital para recibir el tratamiento antiviral. Se deprimió y se refugió en su misticismo. Mientras tanto perdía mucho peso y finalmente murió, supuestamente de insuficiencia cardíaca. Amigos cercanos me confirmaban que había sido sida. Me daba mucha pena, porque al igual que José podría haber podido salvar su vida si hubiera aceptado su enfermedad y su condición. Eran como dos personas en el mismo cuerpo, que negaban la existencia de la otra. De un lado era un buen amigo y buen sacerdote y del otro lado una persona mendigando por amores prohibidos.

Catholic.net - Dia mundial del SIDA

Otros casos e investigaciones

Estos casos no son casos aislados. Son dos, que yo conocí bien. Creo, que hay muchos más en todos los continentes. El libro “Sodoma, poder y escándalo en el vaticano” de Frederic Martel me abrió los ojos. En el clero católico hay una gran cantidad de homosexuales. Muchos venían al seminario en los años en que la homosexualidad no era aceptada en la sociedad. Su poco interés por una enamorada levantó sospechas en sus casas. Pero con su entrada al seminario su defecto se transformó en virtud: no tenían nada con chicas, porque querían ser sacerdotes. En el seminario aprendían a ocultar sus preferencias, pero muchos se inician allí a una vida homosexual. En la parroquia, más tarde, conviven con un “primo”, “sobrino”, seminarista u otro sacerdote. Tienen un chofer o secretario, que hace servicios múltiples. Levanta mucho menos sospecha, que una mujer. Y cuando hay sospecha, los cambian por otro. Pero nunca admiten lo que viven.

"Frédéric Martel es abiertamente homosexual, acepta y valora a los sacerdotes homosexuales, pero lamenta profundamente la homofobia y el tabú que mantiene la iglesia católica"

Muchas veces son muy homofóbicos. Predican contra la “ideología de género”, que para ellos significa promoción del homosexualismo y contra todo tipo de pecados sexuales, incluyendo la masturbación y la pornografía. Son como los fariseos, que ven cada pelusa en el ojo ajeno, sin aceptar la viga en el suyo propio. Creen, que con este discurso pueden protegerse mejor a si mismos. Y de hecho funciona. Más alto que subes en la jerarquía, más cantidad de homosexuales hay. Los heterosexuales activos salen más frecuentemente por tener hijos y escándalos públicos. Cabe destacar, que Frédéric Martel es abiertamente homosexual, acepta y valora a los sacerdotes homosexuales, pero lamenta profundamente la homofobia y el tabú que mantiene la iglesia católica.

Un testimonio de África

“Conocí hace años a un sacerdote ugandés afectado de SIDA. El hombre, que tenía una gran proyección pública y viajaba con frecuencia, murió por no seguir fielmente el tratamiento con anti-retrovirales. Como no quería que nadie supiera que estaba tomando este tratamiento, cuando tenía un día muy ocupado con gente a su alrededor, no se atrevía a sacar las pastillas. Este ejemplo ilustra muy bien una realidad que a veces queremos negar: que hay multitud de religiosos/as en la Iglesia que son sexualmente activos, y por lo tanto se arriesgan a contraer el SIDA. Y cuando esto ocurre sufren una doble discriminación.

"Conocí a una religiosa afectada por esta enfermedad que quiso crear un grupo de sacerdotes y religiosas seropositivos para darse apoyo mutuo, y cuando sus superioras se enteraron se lo impidieron sin contemplaciones"

Hace dos años conocí a una religiosa afectada por esta enfermedad que quiso crear un grupo de sacerdotes y religiosas seropositivos para darse apoyo mutuo, y cuando sus superioras se enteraron se lo impidieron sin contemplaciones. Me he acordado de este caso y otros similares este pasado fin de semana, cuando tuve que acompañar a un religioso a un hospital de Kampala para hacerse chequeos médicos. El sábado le dijeron que su test de SIDA había dado positivo y el hombre se derrumbó. No sé cuántas veces le oí repetir: “Estoy sucio, soy impuro...” Nunca me había dado cuenta hasta ese momento del gran estigma que el virus del VIH conlleva en este país y en muchos otros. Y también del gran fariseísmo que la sociedad despliega. Hay quien hace de su capa un sayo y mariposea de mujer en mujer como le place, pero simplemente por cuestión de suerte no se infecta, y entonces es “puro” a los ojos de todos, mientras que un pobre diablo –que por otra parte puede ser una persona generosa, trabajadora y honrada- tiene un momento de debilidad, se infecta y todos les señalan con el dedo.”

Un caso de Colombia

Un blog cuenta la curiosa historia de dos sacerdotes muy queridos en Bogotá, que probablemente por tener sida y ser pareja se hicieron asesinar por sicarios para terminar con sus vidas en el 2009. Muchas veces, cuando una persona se ve acorralada y sin salida ante un inminente descubrimiento público de una situación muy vergonzosa para ella, se deprime y se suicida. En Colombia, donde el narcotráfico y el sicariato son omnipresentes, este suicidio doble fue planificado que parezca un homicidio, empleando las “victimas” a sus propios sicarios. Tanto era el miedo de estos dos sacerdotes de ser descubiertos en su vida sexual, que prefirieron morir pagando a sus propios asesinos.

Condenado por crimen de dos sacerdotes en Bogotá pide su libertad

Estados Unidos en las investigaciones de The Cansas City Star en 2000

En el 2000 el periódico The Cansas City Star hizo una investigación muy comentada sobre sacerdotes con Sida en EEUU. Habían investigado las causas de defunciones en un tercio de los Estados. Son los Estados que permiten un acceso público a las partidas de defunción (Entonces el número real en todo el país debe multiplicarse por tres).  Encontraron en el periodo de 1980 al 1995 más que cien casos de sacerdotes, que murieron por esta causa.

"Aproximadamente hay 4 veces más sacerdotes infectados con el sida, comparado con la población varonil en general"

También entrevistaron anónimamente a 800 sacerdotes con los siguientes resultados: 15% se declararon homosexuales y 5% bisexual. 60% conocían a un colega, que estaba viviendo con Sida e igualmente conocían a colegas que habían muerto con sida. Su resultado fue, que hay cientos de sacerdotes en EEUU que murieron con Sida y otros cientos, que viven infectados con el Virus. Aproximadamente hay 4 veces más sacerdotes infectados con el sida, comparado con la población varonil en general.

"Lo que no debería existir existe y en un porcentaje mucho mayor de lo esperado"

La investigación llamó la atención porque para la iglesia católica un sacerdote no debe tener relaciones sexuales y por tanto no puede contagiarse de sida. Sin embargo, lo que no debería existir existe y en un porcentaje mucho mayor de lo esperado.

El periódico Cansas City Star cita el caso del obispo Emerson Moore, quien dejó la arquidiócesis de Nueva York en 1995 y se fue a Minnesota donde murió en un hospicio de una enfermedad relacionada con el sida. Pero su certificado de defunción atribuyó su muerte a “causas naturales desconocidas” y su profesión como “trabajador en la industria manufacturera”. Tanto habrá sido el miedo y el poder de la iglesia, que ni en el acta de defunción se podía mencionar la verdadera causa de su muerte y hasta se negó su condición de obispo.

Un factor de riesgo para contraer el sida es la homosexualidad. En el caso de los sacerdotes con sida en EEUU este parece ser el caso, según el Padre John Keenan, quien dirige una clínica especializada para sacerdotes en Detroit (https://actupny.org/YELL/catholicpriests.html) quien dice, que “la mayoría de sacerdotes que se infectaron con sida lo hizo porque tuvieron relaciones con el mismo sexo”.

La reacción de la iglesia de EEUU a esta publicación fue inmediata y de diferentes maneras. Hubo respuestas, que admitieron la realidad:

El obispo auxiliar Thomas Gumbleton dijo: “Esto habla de una falla de parte de la iglesia. Sacerdotes gay y heterosexuales no sabían cómo manejar su sexualidad. Y lo manejaron de una manera no saludable”. https://actupny.org/YELL/catholicpriests.html

El obispo Raymond Boland de la diócesis de Kansas City dijo, que las muertes por sida muestran, que los sacerdotes son humanos. “Por más que lo podemos lamentar, la naturaleza humana es la naturaleza humana”. (misma fuente)

Eugene Kennedy, exsacerdote y biógrafo del cardenal Bernadin de Chicago dijo: “El hecho, que tenemos sacerdotes con una vida sexual muy activa, que tenemos sacerdotes que se contagian con sida y mueren de él y que se negaron a tomar cartas en el asunto y tienden a negarlo … yo no sé cómo puedes ver eso y no decir, esos son síntomas de un problema sexual sin resolver en la iglesia” (misma fuente)

La hermana Mary Ann Walsh, vocera de la conferencia episcopal de EEUU dijo, que la iglesia “fue activa en tratar el asunto del sida y que los programas de formación de los seminarios en estos últimos tiempos han hecho un trabajo mucho mejor en la educación sexual de los futuros sacerdotes”. (misma fuente). Es decir, ella admite de alguna manera, que antes faltaba formación y asevera, que este tema ya se está trabajando.

Arzobispo Chaput: "El Papa Francisco tiene la costumbre de decir cosas que  dejan a los oyentes confundidos"

Como ejemplo de las respuestas negacionistas cito al en este entonces arzobispo de Denver Charles J. Chaput en https://catholiceducation.org/en/controversy/aids-and-the-news-media.html , quien da la culpa al medio de comunicación, the Kansas City Star, que hubiera usado “estadísticas altamente engañosas para promover una agenda anticatólica”. “Elevando ejemplos de pecado en los sacerdotes, quería aparentemente avergonzar a la iglesia para cambiar su enseñanza o por lo menos exponer la doctrina católica como hipócrita”. (ibd)

El tema no existe solamente en la iglesia católica. La iglesia anglicana, que no exige el celibato sacerdotal, admitió que en el año 2000 “por lo menos 25 % de sus sacerdotes fallecieron por enfermedades relacionados con el sida” en KFF Health News 7.11.2000 https://kffhealthnews.org/morning-breakout/dr00000875/

Conclusiones

El tema del sida en sacerdotes existe también en la iglesia anglicana. Que el El 25% de las muertes de sacerdotes anglicanos de la Church of England hayan muerto por Sida es un número muy muy alto. Esta iglesia en su mayoría acepta a sacerdotes casados y homosexuales ha hecho su propia investigación. Probablemente por eso son mucho más honestos con los números. Yo sospecho, que en la iglesia católica tendríamos números semejantes, si los gays podrían salir del closet sin ser juzgados y marginados y si se facilitarían investigaciones independientes.

El trato de la homosexualidad como tabú en las iglesias hace que las personas que se descubren como tales se sienten muy culpables y pecadores. No pueden aceptar su situación y no pueden trabajarla, solo reprimirla y negarla lo cual no funciona sino somatiza en enfermedades mentales.

Muchos reaccionan minimizando los números. Dado que hay un tabú, es seguro que los números reales deben de ser mucho más altos. Deben de haber muchos como mis 2 amigos peruanos, los africanos y colombianos mencionados y como el obispo Emerson Moore arriba mencionado, que no aparecen en ninguna estadística.

"Podemos condenarlos o cerrar los ojos, pero ambas cosas no haría una madre con sus hijos"

Como dijo un comentarista de EEUU arriba mencionado, parece que tenemos un número considerable de sacerdotes sexualmente muy activos y no pocos de ellos se han contagiado con el sida. Podemos condenarlos o cerrar los ojos, pero ambas cosas no haría una madre con sus hijos. Una madre es madre y después de molestarse con los hijos los sigue queriendo y sanando. Así debería actuar la santa Madre Iglesia. Antes de condenar hay que sanar dijo el mismo Jesús.

"Tras la investigación del The Cansas City Star, o encontré ninguna publicación sobre el caso después del 2000"

Para una prevención efectiva no podemos seguir con este silencio sepulcral. Se necesitan hacer conocer los casos (aunque por respeto sin sus verdaderos nombres) para que otros en situación de riesgo puedan actuar diferente y salvar sus vidas. Todavía una gran parte de la iglesia niega el problema y espera, que la gente pronto lo olvide. De hecho, la investigación del The Cansas City Star coincidió con la pandemia y fue opacada por los casos de abuso sexual de menores, que fueron un problema mucho mayor en número y atención mediática en este momento en EEUU. No encontré ninguna publicación sobre el caso después del 2000.

La respuesta del arzobispo Chaput es la típica respuesta, que ante una contradicción entre la doctrina y la vida real opta por defender la doctrina y negar la realidad. Si la realidad no corresponde a la teoría, debe cambiarse la realidad. Si esto no funciona en un numero considerable de casos, se minimiza y niega la realidad, porque la doctrina es supuestamente toda divina y sin posibilidad de cambiar.  Esto no es ortodoxia, es dogmatismo, que pone la idea por encima de la realidad. Una realidad no aceptada y muchas veces demonizada puede convertir a la persona, que tiene que vivir con esta contradicción, fácilmente en esquizofrénica o bipolar. Contribuye a la “ley del silencio”, que rige en organizaciones autoritarias y que impide una solución adecuada del problema.

Un nuevo tratamiento para el VIH podría evitar diez millones de muertes

Gracias a Dios había también respuestas más sinceras, sin embargo, no veo que para los sacerdotes que sufren de sida haya cambiado sustancialmente la situación. Siguen existiendo y siguen muriendo, como muestran los dos casos citados por mí en el Perú.

"Fallamos como iglesia. No vemos al enfermo de sida como a un paciente necesitado de nuestra ayuda, sino a un inmoral, que merece este castigo"

Para sanar a un enfermo tenemos que hacer primero un diagnóstico real. No de lo que dicen los expertos, sino de la enfermedad de este paciente. El doctor no puede juzgar o condenarlo por ser enfermo. Tiene que aceptar la realidad de la enfermedad para poder luchar contra ella con el tratamiento adecuado. Me parece, que allí fallamos a veces como iglesia. No vemos al enfermo de sida como a un paciente necesitado de nuestra ayuda, sino a un inmoral, que merece este castigo. El mismo enfermo se auto-condena de esta manera y prefiere morir, como muestran los casos de los dos colombianos.

El catecismo católico condena no a la homosexualidad, sino a los actos homosexuales, que son pecaminosos. Sin embargo pide también respeto y acogida para la persona homosexual. Me parece, que por allí debemos empezar. Los enfermos de sida necesitan nuestro respeto y acogida. Acoger al pecador no significa aprobar su pecado.

Me parece, que esto no es un caso de doctrina, como sospecha cierto sector eclesial. Sin necesidad de cambiar la doctrina, debemos cambiar nuestro trato con ellos: si los sacerdotes enfermos de sida no se sentirían rechazados y condenados sino acogidos y respetados como personas, tendrían el valor de luchar y sobrevivir.

Mi punto de quiebre en el trato a los homosexuales fue la muerte de mi amigo Juan. Siento una profunda compasión por su enorme sufrimiento y de muchos de los que son como él.

Los homosexuales y más todavía los enfermos de sida sufren mucho el rechazo de los demás. Se sienten como los leprosos e indignos de seguir viviendo. Necesitan respeto, acogida y compasión. Es lo que Jesús les mostraría y lo que la iglesia nos pide en el catecismo.

Fuentes

Sida afectaría a curas de EE. UU. La Nación 05 de febrero 2000 https://www.nacion.com/el-mundo/sida-afectaria-a-curas-de-ee-uu/U77EQUZH6JGTFJBJG63AG4AQSE/story/

Frederic Martel, Sodoma – Poder y escándalo en el vaticano, Roca 2019

SIDA: panorámica, datos, historia de la enfermedad...

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