Los jesuitas: De Pedro Arrupe a Arturo Sosa (III) La estabilidad nórdica: Los 25 años de Peter-Hans Kolvenbach (1983-2008)

Peter-Hans Kolvenbach
Peter-Hans Kolvenbach

Según Le Monde, los jesuitas han elegido a un sucesor que “continuará el camino del padre Arrupe”. Un nombramiento que es expresión de la “filial autonomía de la Compañía con respecto al Vaticano”, según Unità

Dedicó años y esfuerzos a sistematizar, concretizar y definir los modos y contenidos de las etapas formativas del jesuita

Kolvenbach había sido, ante todo, un maestro de espiritualidad ignaciana, que había llamado a los jesuitas a recentrar la propia vida por medio de los Ejercicios, haciendo del discernimiento comunitario el quicio de toda decisión personal y comunitaria

Kolvenbach se gastó, ante todo, en promover y sostener una revitalización misionera, una refundación de la Compañía de Jesús en el genuino espíritu de la «fidelidad creativa»

Después de haberles compartido algo de los dos primeros capítulos de este breve esbozo histórico sobre el ignaciano y eclesial proceso renovador de los jesuitas, les presento un resumen de la larga y cuidadosa etapa de consolidación de ese estimulante proceso renovador, llevada a cabo bajo el go-bierno (1983-2008) del holandès Peter-Hans Kolvenbach.

III. La estabilidad nórdica: Los 25 años (1983-2008) de Peter-Hans Kolvenbach

El P. Urbano Valero, S.J., en El Proyecto de renovación de la Compañìa de Jesùs (1965-2007), nos dice que el gobierno (1983-2008) de Hans Peter Kolvenbach y la legislaciòn propuesta por la Congregaciòn General 33 (1983) y la 34 (1995), fue una etapa de “confirmaciòn, nuevo impulso, complemento y confirmaciòn” de la renovación ignaciana y eclesial de los jesuitas, propuesta y lograda a lo largo de la profética era Arrupe (1965-1983).

Veamos a continuación còmo entienden, el P. John O¨Malley, S.J. y Gianni La Bella, la renovada estabilidad jesuita, alcanzada a lo largo de los 25 años (1983-2008) de continuación de la renovación ignaciana iniciada bajo la esperanzadora orientación del P. Arrupe.

Kolvenbach y Nicolás

P. John O¨Malley, S.J., en Los jesuitas. De Ignacio al presente: “El 3 de septiembre de 1983, la Congregaciòn General 33, bajo un estruen-doso e interminable aplauso, aceptò la renuncia como Superior General de los jesuitas, a un Arrupe discapacitado y de hablar tortuoso. Asì despidieron a un hombre a quien admiraban, amaban y. muchos de ellos, consideraban un santo.
Pocos días despuès, en la primera votación, eligieron como Superior General al jesuita holandés Peter-Hans Kolvenbach, quien pronto llegò a ser profundamente respetado por los jesuitas y por todos con los que se relacionò, quienes siempre estuvieron admirados de su sabiduría, de su lenguaje directo y de su acertada evaluación de situaciones y personas.

En 2008, después de veinticinco años (1983-2008) como superior general, durante los cuales predominaron las buenas relaciones con el Vaticano, y convencido de la necesidad de nuevo liderazgo, renunciò” (pp. 107-108).

A pesar de ser vitalicio el oficio de Superior General, pueden renunciar al sentirse incapacitados para el desempeño de su función.

Gianni La Bella. Los Jesuitas. Del Vaticano II al Papa Francisco: “El nuevo general asume la responsabilidad de guiar a la Orden en medio de un escenario internacional en radical mutación, marcado en lo más hondo por la globalización, por la difusión del libre mercado y por la reavivación de los conflictos étnicos y religiosos”
Un connotado vaticanista, lo define asì: “El holandés Kolvenbach, filólogo más que teólogo de oficio, religioso más que administrador, hombre de relaciones más que de formalidades, profundamente obe-diente, aunque posee una visión perspicaz de los acontecimientos y de los hombres, formado en el Oriente Medio y buen conocedor de los problemas del mundo eslavo, podrá entenderse con el polaco Karol Wojtyla”

KOlvenbach y Arrupe (en el centro)

Según Le Monde, los jesuitas han elegido a un sucesor que “continuará el camino del padre Arrupe”. Un nombramiento que es expresión de la “filial autonomía de la Compañía con respecto al Vaticano”, según Unità.

Muy adecuadamente, asì resume Gianni La Bella, los contenidos esenciales y permanentes del programa y proyecto de gobierno ignaciano que guiò los veinticinco años (1983-2008) del P. Kolvenbach al frente de los jesuitas: “Revalorizar la actividad educativa, el apostolado intelectual, la enseñanza universitaria, la investígación teológica, filosófica y científica, y volver a hacer cultura.

Rediseñar el rostro de una Compañía más universal, dinámica y libre de la prisión de los recintos angostos, originados por la segmentación de la orden en provincias. Relanzar la prioridad de la misión, abrazando con entusiasmo las nuevas tareas que le ha confiado Juan Pablo II, como el ecumenismo, la profundización en las relaciones con las religiones no cristianas, el diálogo con las culturas.

En síntesis, conducir a la Compañía en el tercer milenio a través de un delicado y complejo proceso de «refundación», en el surco de una «fidelidad creativa”.

Junto a este ingente y diversificado programa de gobierno, el P. Kolvenbach dedicò años y esfuerzos a dos labores muy importantes para el mejoramiento y actualización de la vida personal, comunitaria y apostólica de los jesuitas:

Kolvenbach abraza a Arrupe
Kolvenbach abraza a Arrupe

Sistematizar, concretizar y definir los modos y contenidos de las etapas formativas del jesuita: noviciado, humanidades, filosofía, experiencias apostólicas (antiguamente conocida como “magiste-rio” ), teología, tercera probación y estudios especiales, y 2. Unificar y actualizar todo el cuerpo legislativo de la Compañìa en un volumen titulado “Constituciones de la Compañìa de Jesùs, anotadas por la Congregaciòn General XXXIV y Normas Complementarias aprobadas por la misma Congregaciòn”.

La Bella resume y sintetiza acertadamente su aporte principal como Superior General de los jesuitas a lo largo de veinticinco inspiradores años: “La mejor contribución que hizo al gobierno de la Compañía fue la de haber revelado las características espirituales y eclesiales de la tradición ignaciana, haciendo resaltar el dinamismo, la fecundidad y la actualidad de este carisma nodal para la vida de la Iglesia contem-poránea”.

El 26 de noviembre de 2016 se apagò. El acertado comentario unánime de la prensa fue: “Un General tranquilo para una época convulsa, que había gastado todas sus energìas ayudando a los jesuitas a reencontrar su puesto en la Iglesia. Kolvenbach había sido, ante todo, un maestro de espiritualidad ignaciana, que había llamado a los jesuitas a recentrar la propia vida por medio de los Ejercicios, haciendo del discernimiento comunitario el quicio de toda decisión personal y comunitaria.

Ratzinger y Kolvenbach

Su generalato fue uno de los más largos y fecundos de la historia de la Compañía, iniciado a la salida del shock paralizante que la Orden había experimentado a causa de la intervención de Juan Pablo II en su gobierno.

Kolvenbach se gastó, ante todo, en promover y sostener una revitalización misionera, una refundación de la Compañía de Jesús en el genuino espíritu de la «fidelidad creativa», gobernando, y, ante todo, enseñando, con-fortando y dando confianza.

Un General que sirvió a la Compañía tanto en la vanguardia como en la retaguardia, animando a todos a encontrar su camino”.

Primero, Religión Digital

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