18 de diciembre, Día Internacional del Migrante Donde habita el olvido, también en la Frontera Sur

Emigrantes muertos en la valla de Melilla
Emigrantes muertos en la valla de Melilla

Me apunto (¡cómo no!) a la celebración del Día Internacional del Migrante del este 18 de diciembre y hago modestamente lo posible por no olvidarlo. Para que no se escondan,  “fuera de la ciudad”, tampoco la tragedia (muerte y vida) de tanto migrante en estos días navideños

"Ante tanto dolor y lucha de este buen hombre, del que debemos contagiarnos, junto al de tantos que como él se mueven por el instinto de vida y sus ansias de libertad, creo que no debemos olvidarnos –y menos en Navidad- de los que llaman a nuestra posada. Y luchar para que tantos como él no caigan en el olvido"

Me apunto (¡cómo no!) a la celebración del Día Internacional del Migrante del este 18 de diciembre y hago modestamente lo posible por no olvidarlo. Para que no se escondan,  “fuera de la ciudad”, tampoco la tragedia (muerte y vida) de tanto migrante en estos días navideños. Una navidad que anochece y se apaga en su sentido primigenio, al quedar atrapada precisamente por tantas luces de plástico, el encono y el odio, la superficialidad y tantas bagatelas que la esconden. Y que pretenden borrarla del mapa.  

Lo hago para visibilizar los retos, dificultades y adversidades que deben afrontar los migrantes en el mundo, así como inscribirme en ese llamamiento universal para contribuir a que la migración sea un proceso seguro, regular y digno.

Frontera España-Marruecos
Frontera España-Marruecos

Me ha parecido muy oportuno en esta misma línea el título del Informe de Frontera Sur 2022 del SJM, que se ha presentado recientemente. Porque en la Frontera Sur, la voluntad de eficacia en el control deja en el olvido al Derecho y a los derechos humanos. El informe lleva por título el de una canción de Sabina: “Donde habita el olvido”.

Allí se habla de las injustas políticas migratorias que dejan en el olvido los derechos de tantas personas que huyendo de la violencia encuentran esa misma respuesta donde deberían encontrar protección en su constante itinerario geográfico y vital por tantos caminos del mundo. 

Donde habita el Olvido es también el de una canción de Sabina. Y que se repite en el estribillo. Se inspira en el libro de Luis Cernuda, Donde habite el olvido (1934) y en el poema homónimo ahí incluido; a su vez, ambos se remontan a la rima LXVI de Gustavo Adolfo Bécquer, cuando este, ante la pregunta de «¿A dónde voy?», responde: «donde habite el olvido, / allí estará mi tumba». Nótese que en los textos de Bécquer y Cernuda se usa olvidar en presente de subjuntivo, mientras que Sabina lo usa en indicativo.

Me gusta más el presente 

Para no olvidar a los migrantes más vulnerables, el Informe de los jesuitas recoge unos impactantes testimonios de primera mano, muy bien traídos, que apoyan el certero análisis sobre la situación en la Frontera Sur. Con los sufrimientos que se repiten en otros rostros. Por ejemplo, el de “Omar”, de quien brevemente relato su recorrido. 

Tres inmigrantes que lograron cruzar la frontera con España
Tres inmigrantes que lograron cruzar la frontera con España

Nació en la República Centroafricana, en 2004. Musulmán. Sus padres fueron asesinados en su casa en 2013 durante el enfrentamiento entre el presidente Bozizé (cristiano) y el movimiento Sélék, Huyendo, permaneció un tiempo en un campo de refugiados cerca de Yamena, pero los malos tratos le movieron a un nuevo refugio en Sudán, buscando a algunos parientes. Cautivo siete meses en Libia, pudo pasar a Italia. Y por la ruta occidental entró en Argelia y luego a Marruecos en 2021

Uno más, entre los escondidos del monte Gurugú, hizo el salto a la última valla que tenía por delante. Esta vez, la valla física de Melilla, de donde cayó aturdido por el gas y el impacto de una pedrada. Lo apresaron, le pegaron los guardias de los dos lados e iniciaron su rechazo en frontera sin miramientos por su estado. Fue conducido al hospital Hassani, de Nador, con lesiones graves que precisaron cirugía en la cabeza y el fémur. Convaleciente, fue acogido por la  Delegación Diocesana de Migrantes en Nador. En enero de este año trató de entrar en Ceuta, pero lo interceptaron las Fuerzas Auxiliares Militares antes de que alcanzara suelo español y lo condujeron forzosamente a Casablanca. ACNUR lo envió a un piso de un centro de protección en Massira (Temara), donde vivió con una familia marroquí. Un terrible peregrinaje. Su salud ha quedado muy tocada: sigue con los tornillos dentro de su pierna; le cuesta conciliar el sueño y teme ser agredido, viendo lo que sucede a otros extranjeros.

Rechazo en la frontera

El comentario acertado del Informe dice: Quienes lo rechazaron en frontera no se plantearon discernir su minoría de edad a pesar de su aspecto adolescente y de sus rasgos aniñados, ni su perfil de protección internacional, que no podía proclamar aturdido por el gas y la caída. Sus lesiones y la necesidad de asistencia hospitalaria eran patentes. Un rechazo en frontera como este, tan expresivo de los reparos que apunta el Tribunal Constitucional, merece el control judicial: pero no es posible saber quién lo puso en manos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad marroquíes.

Valla de Melilla
Valla de Melilla

Lo traigo a colación con el eco tan reciente del suceso trágico de los 70 cadáveres abandonados en la frontera de Melilla. Y rescato el recuerdo de la vida de un hombre escondido y apartado, para que no se olvide su estrella (reflejo de muchas otras),  entre las infinitas del cielo, ni su grano de arena entre los miles de la playas marinas.

Ante tanto dolor y lucha de este buen hombre, del que debemos contagiarnos, junto al de tantos que como él se mueven por el instinto de vida y sus ansias de libertad, creo que no debemos olvidarnos –y menos en Navidad- de los que llaman a nuestra posada. Y luchar para que tantos como él no caigan en el olvido.

Como lo expresa tan bellamente el poema de Luis Cernuda que he citado, escrito en 1934:

En los vastos jardines sin aurora;

Donde yo sólo sea

Memoria de una piedra sepultada entre ortigas

Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje

Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,

Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,

No esconda como acero

En mi pecho su ala,

Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el

tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a

imagen suya,

Sometiendo a otra vida su vida,

Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,

Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;

Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,

Disuelto en niebla, ausencia,

Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;

Donde habite el olvido.


Ante el final del poema, insisto en que me gusta más el presente: Donde habita el olvido. Para que no se olvide. Algo parecido a la intención de San Ignacio cuando, ante el Dios humanizado de Belén, nos invita a recordar y contemplar al Niño “ansí nuevamente encarnado". Es decir, “hoy“ nuevamente encarnado.

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