"Por fin, los obispos argentinos piden por las víctimas y no por los 'propios'" Tras las huellas que nos provocan

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"¿Dónde están?. El 70% de los argentinos que se dicen católicos no vienen a nuestras liturgias, no pertenecen a nuestros movimientos, no participan en los procesos sinodales. Pero si dicen ser católicxs hay que respetar su confesión ¿dónde están?"

"La gente no sabe cómo se llama “su” obispo… ni le interesa… ni lo necesita. A lo mejor sabe cómo se llama “su” cura: o cualquier otro. O ninguno. Ni le interesa. Ni lo necesita. Ya no se aflige por clericalismos ni empoderamientos institucionales… porque están corridos de ese lugar"

"Lo que me interesa destacar es el comunicado del Episcopado, que replicara nuestro obispo de Quilmes, y que invita a la comunidad a orar por las víctimas a quienes les pide perdón. Este comunicado me parece más insólito que la condena jurídica y muestra de que los obispos argentinos por fin han advertido que no se trata de un problema de puertas adentro sino de justicia en la vida común"

"Por fin piden por las víctimas y no por los “propios”: aunque se trate de un obispo y aunque este obispo sea relativamente cercano al papa"

Me gustaría comenzar con una anécdota y progresar con un cuento. 

Hace unos años escuché por radio, mientras manejaba, la decisión de Benedicto de permitir la misa en latín y de espaldas al pueblo. Mi adolescencia/juventud había sido marcada por el Concilio, y, en gran parte, su preparación. Precisamente en el lugar donde estaba la renovación litúrgica fue eje de la novedad de Iglesia y de fe que nacía… y que Benedicto terminaba de tirar a la basura, no suficiente lo que había hecho su predecesor. 

“Ya está, no va más. Yo me voy”. Pero, unas cuadras más adelante me dije: ¿por qué me tengo que ir yo? ¡Porque un viejo muerto de miedo elegido por otros viejos muertos de miedo decide por sí y ante sí….!” 

Y no me fui. Pero seguí buscando caminos e inserciones. La brújula me la daba un cuento que Ángel Caputo hiciera en el plenario del Primer Sínodo de Quilmes en 1982. Responsable de la Comisión que debatiera sobre Parroquias presentó así el encuadre de la cuestión:

“un hombre tenía como hobby el tiro al blanco y cuando volvía de trabajar le gustaba sentarse en el fondo de su casa y probar algunos tiros, cada tarde. Pero en una oportunidad su esposa, arreglando cosas, corrió un poco de lugar el blanco: nada que se notara, pero ahora los tiros no llegaban a acertar. Nuestro hombre comienza entonces un largo y penoso proceso de revisar, desarmar y rearmar su escopeta, revisar sus municiones… ¡y nada! No acertaba. Porque el blanco ya no estaba a dónde apuntaba él” 

Ángel Caputo

Este recuerdo explica mi reticencia a una entrega eclesiológica, si se puede decir. A seguir preocupada por la escopeta y por su contenido, los cartuchos. Y a tratar la nada fácil tarea de preguntarme dónde está el blanco. 

En Argentina, Fortunato Mallimaci y su equipo hicieron dos importantes encuestas sobre creencias, en todo el país. En 2008 la primera y en 2019 la segunda. Los resultados (amén de su interés por las opiniones de la gente respecto de muuuuchas cuestiones que siguen afligiendo a nuestra Santa Madre…) informaron que todavía la mayoría de los argentinos y de las argentinas decían ser católicas y católicos. Incluso con una disminución importante, más del 70% dice pertenecer al catolicismo. 

Mi pregunta de fondo, mi inquietud verdadera es la siguiente: ¿dónde están?. No vienen a nuestras liturgias, no pertenecen a nuestros movimientos, no participan en los procesos sinodales. Pero si dicen ser católicxs hay que respetar su confesión ¿dónde están? 

Es decir: ¿a dónde debemos apuntar? En realidad: ¿a qué entregar nuestros desvelos? Así dejé de preocuparme -y de confiar- en Benedictos o eminencias que fueran para buscar la manera de contactar con la gente que por algo dice que es católica. Y servirla. De veras.

La gente no sabe cómo se llama “su” obispo… ni le interesa… ni lo necesita. A lo mejor sabe cómo se llama “su” cura: o cualquier otro. O ninguno. Ni le interesa. Ni lo necesita. Ya no se aflige por clericalismos ni empoderamientos institucionales… porque están corridos de ese lugar. La vida y sus acontecimientos y, sobre todo, sus protagonismos, llenan todo el espacio y se nutren de religiosidades ocasionales y muy personales y de demandas sacramentales cada vez más raras. Sin embargo, siguen reconociéndose católicas y católicos. 

Libro de Mallimacci

Aunque curas y monjas, papas y obispos sí están presentes en series y películas y en redes de noticias y de denuncias. 

Y en este “escenario ampliado” ocurren cosas importantes. En la Argentina acaba de ser condenado a cuatro años de cárcel un ex obispo (me niego a llamarlo “emérito”, por el peso que tiene esa denominación en el mundo académico…) por abusos sexuales contra seminaristas y sacerdotes de su diócesis en Orán, Salta. Primera vez que una condena recae sobre un obispo en nuestra patria: hasta ahora sólo sacerdotes habían sido condenados

Pero lo que me interesa destacar es el comunicado del Episcopado, que replicara nuestro obispo de Quilmes, y que invita a la comunidad a orar por las víctimas a quienes les pide perdón. Este comunicado me parece más insólito que la condena jurídica y muestra de que los obispos argentinos por fin han advertido que no se trata de un problema de puertas adentro sino de justicia en la vida común.

Por fin piden por las víctimas y no por los “propios”: aunque se trate de un obispo y aunque este obispo sea relativamente cercano al papa. En este modo de ver, de sentir el dolor ajeno y de ser valiente para el reconocimiento, pongo mi esperanza… y mis empeños. 

La nota del episcopado argentino

Habiéndose conocido el fallo judicial en el que se condena a Gustavo Zanchetta, Obispo emérito de la Diócesis de San Ramón de la Nueva Orán, queremos manifestar nuestra cercanía con las víctimas y expresarles un fuerte y sincero pedido de perdón en nombre de toda la Iglesia. 

Estos dolorosos acontecimientos nos renuevan en la tarea comprometida y urgente de erradicar este tipo de conductas abusivas y continuar trabajando arduamente por la implementación de las medidas que la Santa Sede ha pedido a las Diócesis de todo el mundo en la búsqueda de la verdad y la justicia. 

Pidamos a la Virgen María que consuele el inmenso dolor de las víctimas y sus familias. 

+ Oscar V. Ojea 

Obispo de San Isidro 

Presidente 

Conferencia Episcopal Argentina 

+ Alberto G. Bochatey, OSA 

Obispo Auxiliar de La Plata 

Secretario General 

Conferencia Episcopal Argentina

Zanchetta
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