"El peor mal de la Iglesia respecto de los abusos es minimizarlo, mofarse de las irrisorias cifras y no horrorizarse de la propia caída" El insólito viaje de los obispos a Roma

El Papa, fotografiado por los obispos españoles
El Papa, fotografiado por los obispos españoles @iglesianavarra

"Sorprende mucho más el silencio del papa Francisco sobre la cuestión de los abusos dentro de la Iglesia en España, cuando tiene frente a él a los máximos responsables de semejante plaga"

"Sólo se me ocurre una idea para que movilizar a 80 obispos a Roma haya terminado en una reunión de amiguetes y con el visto bueno del jefe por lo bien que está la situación de la Iglesia en España: el anuncio de una indemnización económica a las víctimas en el Plan de reparación integral de abusos calmó los ánimos del papa Francisco"

"El peor mal de la Iglesia respecto de los abusos es minimizarlo, mofarse de las irrisorias cifras y no horrorizarse de la propia caída: sólo el arrepentimiento por la culpa cometida y la exigencia de expiación operan el retorno a través del cual se restituye el ser moral natural"

No cabe decir que la función del buen zapatero sea tocar la lira. Pero esto es lo que han hecho los obispos en la rueda de prensa posterior al encuentro mantenido con el Papa el martes para tratar sobre la situación de los Seminarios en España. Esquivos ante el informe Cremades y la cuestión de los abusos, con reiterados y ostentosos giros de cabeza negando el posible tratamiento del tema, sin una respuesta convincente sobre la necesidad de semejante encuentro excepto la de sorprender al cardenal jocoso que el Papa no haya tosido ni les haya tirado de las orejas, la imagen edénica ofrecida por los prelados, semejante a Acis y Galatea, de Claude Lorrain, extraña sobremanera a propios y extraños.

Pero sorprende mucho más el silencio del papa Francisco sobre la cuestión de los abusos dentro de la Iglesia en España, cuando tiene frente a él a los máximos responsables de semejante plaga. Sólo se me ocurre una idea para que movilizar a 80 obispos a Roma haya terminado en una reunión de amiguetes y con el visto bueno del jefe por lo bien que está la situación de la Iglesia en España: el anuncio de una indemnización económica a las víctimas en el Plan de reparación integral de abusos calmó los ánimos del papa Francisco, significó una experiencia liminar que actuó de bálsamo benefactor para evitar una crispación posterior.

'Foto de familia' del Papa con los obispos españoles
'Foto de familia' del Papa con los obispos españoles X del cardenal Omella

El silencio del Papa sobre la cuestión de los abusos, aunque la reunión estuviese centrada en la situación de los seminarios, podría explicarse por aquella medida inesperada de gracia demasiado tardía respecto de las víctimas, tomada, no en virtud de un milagro de conversión que comprende la atrocidad de la injusticia, sino con el fin de obtener una absolución del Vaticano para no empeorar la situación de una casa en ruinas. 

Esa medida habría supuesto un hiatus irrationalis, algo que hasta entonces habían desdeñado los obispos, tentados por el papel bufón y grotesco de pensar que en su cohorte no existe apenas una lucha interna de luces y sombras, reflejo de la propia alma, que deban ser reconocidas. El peor mal de la Iglesia respecto de los abusos es minimizarlo, mofarse de las irrisorias cifras y no horrorizarse de la propia caída: sólo el arrepentimiento por la culpa cometida y la exigencia de expiación operan el retorno a través del cual se restituye el ser moral natural.

El cardenal jocoso sólo advirtió una reunión cordial sobre la situación de los seminarios, muy en la línea “del camino sinodal que hemos comenzado”, y atribuyendo la drástica reducción del número de los seminaristas a la baja natalidad, manifestando que es la misma situación en que se encuentra la universidad española. Un periodista tuvo que corregir a su eminencia para decir que “sus consecuencias todavía no son visibles en los seminarios”, así como para afirmar que mientras que el número de seminaristas descendió en un 13,80 % en siete años, el número de universitarios ascendió en un 2,39%.

 En realidad, es la crisis de la familia la principal causa de la situación en que se encuentra la Iglesia: el declive de la familia contribuye a impulsar el declive religioso, la salud de la familia es el germen de una recuperación del catolicismo en España. Sólo una regeneración de la familia natural, que podría parecer en la actualidad poco probable, haría menos descartable la situación de mejora en la salud de la Iglesia, así como una mayor madurez de los futuros sacerdotes que la Iglesia necesita. Sólo si hay un resurgimiento de la familia, estaremos en condiciones de hablar de un resurgimiento religioso, evitándose viajes a Roma tan injustificables.

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