Los jóvenes de hoy despiertan a lo religioso
"Y es que ciertamente las inquietudes de los jóvenes son las mismas que hace dos o tres décadas, porque lo fundamental no cambia, lo fundamental no pasa de moda"
"Todo esto no es nuevo, sino que es ahora cuando se encuentra en uno de los puntos más álgidos que hemos podido conocer desde que comenzó nuestro milenio"
Con el paso de los años y con la entrada en la democracia, el Ideal Europeo se nos fue imponiendo, se fue colando así, de una manera silenciosa, sin hacer ruido, prometiendo grandes cosas, una felicidad perpetua, una alegría que no se acaba, una autonomía que solamente nos hace dependientes a nosotros mismos.
Solamente hay que pasear un Sábado por la tarde por cualquier capital de provincia para darse cuenta de que todos los colectivos, pero especialmente el de los jóvenes, se encuentran sin rumbo, no saben que hacer ni cómo manejar la vida que el mundo les ofrece, un mundo que les ofrece un todo para luego dejarlos sin nada.
Hoy, mientras que se predica la más absoluta libertad de acción, donde se predica y se enfatiza el progreso tecnológico y científico, donde constantemente la presión social nos obliga a intentar ponernos unos objetivos irrisorios, irrumpe con fuerza una gran espiritualidad, y es que cuando el ser humano, hombre o mujer, se da cuenta que nada de lo anteriormente mencionado le completa de una forma total, decide emprender una búsqueda, una búsqueda interior que trata de cultivar lo único que es capaz de darnos una paz profunda, de calmar a nuestros demonios interiores, la dimensión espiritual.
Y es que ciertamente las inquietudes de los jóvenes son las mismas que hace dos o tres décadas, porque lo fundamental no cambia, lo fundamental no pasa de moda, si no que nos marca el camino por el que ya recorrieron otros anteriormente, en este punto es donde la profunda espiritualidad se identifica con la creencia en Dios, con la creencia en esa entidad que de algún modo nunca se ha ido.
Está más que claro que el ser humano, por complexión, es frágil y débil, pero además cuando vive en un mundo con instituciones corruptas, donde impera el relativismo múltiple y cambiante, donde cuando nos estamos acostumbrando a algo ya ha vuelto a cambiar, lo único que queda, permanece y no muta es Él, Dios, que nos marca los pasos, que nos dice cómo hacer frente a las guerras tanto internas como externas, pero sobre todo que nos acepta y no nos juzga, esa es sin duda la auténtica y verdadera libertad.
Durante estos últimos días lo podíamos ver que, son los jóvenes, sin raíces creyentes, mucho menos practicantes, los que sienten esa inquietud, esa necesidad de encontrar el sentido a la vida y comenzar a buscar dentro lo que hasta entonces se buscaba fuera, porque sí, siempre estuvo ahí, pero el ruido y el bullicio del mundo no nos dejaba escucharlo.
Todo esto no es nuevo, sino que es ahora cuando se encuentra en uno de los puntos más álgidos que hemos podido conocer desde que comenzó nuestro milenio, y además lo vemos con datos tan actuales y recientes como con el lanzamiento del nuevo disco de Rosalía, Lux o con el estreno de la película de Azúa, Los Domingos, porque lejos de lo que se nos auguraba para nuestra realidad más inmediata, toda creencia parecía perdida y casi mitológica, pero una vez más vemos que esto no es así, que el superhombre no existe, y que la vida va mucho más allá de lo que podemos ver.
Este fenómeno que ahora comienza a tenerse en cuenta y a estudiarse, ese volver a lo religioso, ese aumento del número de creyentes, y de creyentes practicantes, es un fenómeno que merece que sigamos estudiando y acompañando, porque si de algo podemos estar seguros es de que el cultivar lo interior, la reflexión y la creencia, es cuanto menos un deber racional.