"Y lo que para unos es bendición para otros es maldición" Nunca llueve Dios a gusto de todos (y tampoco en Perú)

Sequía en Piura. Perú.
Sequía en Piura. Perú.

"Aceptando eso me voy a centrar en un aspecto que considero importante: los que sufren las consecuencias de las lluvias por no pensar o por empeñarse en que las cosas sigan como siempre sin ver que la maldición podría volverse bendición"

"En Perú, sufrimos, cada ciertos años, el famoso 'Fenómeno del Niño', cambio de corrientes marinas que traen como consecuencia lluvias e inundaciones en diversos lugares ¡Pero es una vez cada equis años"

"El problema del Perú todos los años ¡no es la inundación es la sequía! … sigo pensando en el gravísimo error de este país de querer seguir botando el agua al mar cuando hay, cada año, tanta sequía y tanta necesidad de riego"

"Me gustaría equivocarme, pero ni escucho hablar de planes y proyectos de próximas represas que apagarían la sed del campo piurano en este caso"

No es primera vez que uso esta expresión en un escrito, pues la experiencia me dice que es verdad. Y lo que para unos es bendición para otros es maldición. Incluso ya me pasó otra vez, en circunstancias parecidas que, como sacerdote, estaba dando gracias a Dios por la lluvia -buena para nuestra sierra, entonces estaba yo sólo de visitante en Ayabaca, Piura- y cuando bajé a Chulucanas, a la costa, tuve que cambiar la oración pues se estaban inundando con las lluvias de la sierra.

Te regalamos ‘Informe RD – Balance de la Asamblea sinodal’

Hace tres noches comentaba yo por whatsapp a un amigo arequipeño que estaba lloviendo mucho y rico en Ayabaca -ahora no ya de visitante, sino viviendo y trabajando yo acá-. Me dijo le enviara una foto y-como me pareció buena- la reenvié a otros muchos amigos/as. Al toque recibí varias respuestas, unos ciertamente alarmados por la lluvia y preocupados por mí, pero otros con preguntas de este estilo: “¿no es una lluvia normal en ese lugar y en esta época?”, “en Ayabaca es normal en este tiempo esas lluvias ¡refréscate, Josemari!” No me quedó más remedio que tranquilizar a todos y, más que nada, decirles que yo estaba feliz con la lluvia, que era oro, VIDA, para nuestros campesinos de la sierra, para sus chacras y para sus ganados, especialmente, que me alegraba y daba gracias con ellos…

Señor Cautivo. Ayabaca

Ha seguido lloviendo y bastante. Y yo, recordando mi infancia en mi tierra de León, España, tan tranquilo y feliz dando gracias y disfrutando de este clima fresco… Incluso hace un rato he salido a la calle, lloviznando rico, sin necesidad y casi solo por el placer de mojarme. Pero ahí fue que pensé “nunca llueve Dios a gusto de todos”. A unos, es lógico, les molesta y les friega la lluvia (los trabajadores del frente, que están ampliando las obras del Señor Cautivo, sin ir más lejos); otros, como yo -más del campo que los tractores y las amapolas- que se alegran y dan gracias pensando en las vecinas y sedientas sierras… Aceptando eso me voy a centrar en un aspecto que considero importante: los que sufren las consecuencias de las lluvias por no pensar o por empeñarse en que las cosas sigan como siempre sin ver que la maldición podría volverse bendición.

"Aceptando eso me voy a centrar en un aspecto que considero importante: los que sufren las consecuencias de las lluvias por no pensar o por empeñarse en que las cosas sigan como siempre sin ver que la maldición podría volverse bendición"

Vivo desde fines de 1975 en Perú, un país con más de 2.000 Kms en línea recta de costa, casi toda ella de desierto, una arena fertilísima, con un calor envidiable y que solo necesita agua y fertilizantes -mejor guano, abono natural-. Saben que acá sufrimos, cada ciertos años, el famoso “Fenómeno del Niño”, cambio de corrientes marinas que traen como consecuencia lluvias e inundaciones en diversos lugares ¡Pero es una vez cada equis años!

El problema del Perú todos los años ¡no es la inundación es la sequía! Y me tocó vivir en Ica la famosa inundación del 28 de Enero de 1998, cuando en mi sector, en una noche, se cayeron 8 de cada 10 casas, todas las de adobe o barro. Quedaron en pie 2 de cada 10, ya de material noble, a las que la gente llamó “barcos salvavidas”, pues en sus techos se salvó TODA la población. El agua subió “solo 2 metros” y los techos tenían 2.20 m. Tuvimos el templo hasta la Fiesta del Carmen, el 16 de Julio, - con voto de la comunidad toda y aprobación del señor obispo- convertido en almacén (lleno de plásticos, esteras, colchones, herramientas, menestras y otros alimentos no perecederos, y un largo etc), pues era el único lugar seguro con que contábamos. 

¡Sé bien de lo que hablo o de lo que escribo! No ha habido otra inundación grande desde entonces; pequeñas sí, casi cada año, en la época de lluvias de la sierra. El “río” está seco como 9 ò 10 meses al año y solo lleva agua los otros 2 ó 3 para que puedan regar las chacras y viñedos. Pasada la gran inundación hicimos no solo un balance sino un estudio serio de cara al futuro. Todos -nos sumamos a los técnicos- confirmamos que el problema de Ica y de la costa no es la inundación sino la sequía, por lo quecoincidimos en la presentación al gobierno central de estudios bien fundamentados de represas, embalses y pantanos, sobre todo en la sierra donde es más fácil y los costos mucho menores. Un solo problema a resolver: se arenarían cada año al estar el terreno casi sin vegetación y arrastrar la corriente piedras, lodo y arena…¡pero de posible y no difícil solución! 

Piura

Salí de Ica en el 2003 y he vuelto repetidas veces. Hace dos años volví en Agosto y, para mi sorpresa, me encontré toda la maquinaria de la Región Ica y todos los sesudos estudiosos y técnicos, en el cauce seco del río tratando de ensancharlo y profundizarlo para botar más fácilmente el agua al mar cuando bajara de la sierra (en Ica, en la costa, es bien sabido que no llueve nunca) ¡Billete para botar el agua al mar en lo más seco del fértil desierto! Me dio mucha pena (más cólera y rabia, por supuesto). En febrero pasado me vine a Ayabaca, para conocer mejor y definir mi posible traslado al norte. Igual sorpresa cuando leo en las noticias que Piura está reclamando por lo mismo: presupuesto para encauzar mejor el agua al mar cada año, máxime ante El Niño que se anuncia (¡otra vez lanzar billetes al mar!).

La decisión fue venir al norte y, desde Julio, vivo y trabajo pastoralmente en Ayabaca. Conozco ya bastante esta serranía y por eso mi alegría cuando empezaron las lluvias en serio. Sé a ciencia cierta que “mis campesinos” estos días están felices y contentos con la lluvia ¡y desean más! Pero mucho me temo que “como Dios no llueve a gusto de todos”, muchos -sobre todo en la costa- estarán lamentando y pidiendo cesen las molestas lluvias. Afortunadamente no he cambiado el diagnóstico y sigo pensando en el gravísimo error de este país de querer seguir botando el agua al mar cuando hay, cada año, tanta sequía y tanta necesidad de riego. Más aún, conozco un poco las largas y profundas quebradas ayabaquinas donde sería relativamente fácil y poco costoso hacer grandes y pequeñas represas, donde poder almacenar tanta agua, sobrante en época de lluvias y tan necesaria para el riego en la época seca (y sin arenarse las represas, por supuesto, pues la mucha vegetación de nuestra sierra lo impediría en gran medida).

Mucho me temo, repito, que quienes toman las decisiones al respecto, piensen más en lo que siempre se ha hecho o, peor aún, en los bolsillos propios, de los empresarios y de los técnicos y sigan invirtiendo y pidiendo plata para ser arrojada con el agua al mar y a unos pocos bolsillos. Me gustaría equivocarme, pero ni escucho hablar de planes y proyectos de próximas represas que apagarían la sed del campo piurano en este caso.  

Etiquetas

Volver arriba