La estancia del Papa Ratzinger en París los días 12 y 13 de septiembre de 2008 El monaquismo occidental y Benedicto XVI (II)

Benedicto y Sarkozy
Benedicto y Sarkozy

Acaso la estancia en Paris los días 12 y 13 de septiembre de 2008 haya sido uno de los momentos mas satisfactorios del Pontificado de Benedicto XVI

Muy a gusto, el 12 de septiembre de 2008, se paseó Benedicto XVI por los salones del Palacio presidencial francés en los Campos Elíseos y muy a gusto escuchó de Sarkozy

Fue antes, en diciembre de 2007, con ocasión de la toma de posesión de Sarkozy de la canonjía honorífica de San Juan de Letrán, Catedral de Roma, cuando el Presidente francés sorprendió con el concepto de “laicidad positiva”

“Sobre todo en los días de invierno, el oficio de maitines se desarrolla cuando aún es de noche y la naturaleza está dormida, porque el monje debe levantarse en la oscuridad, y en la oscuridad debe orar mucho tiempo, en espera del día, iluminando las tinieblas con la llama de la devoción”. Umberto Eco, El nombre de la rosa.

Acaso la estancia en Paris los días 12 y 13 de septiembre de 2008 haya sido uno de los momentos mas satisfactorios del Pontificado de Benedicto XVI. “Me encanta la cultura francesa –dijo Ratzinger a Peter Seewald- y de algún modo estoy como en casa”. El rostro del Papa transmitía alegría y contento, al igual que en la primera aparición, en el balcón de la Basílica vaticana, para impartir la bendición Urbi et Orbi, nada más ser elegido Papa (El Papa Francisco, astuto y hábil, en el conclave en que salió elegido Papa Benedicto XVI (2005), no planteó batalla, no obstante los numerosos votos recibidos en la primera votación). Alegría y contento también hubo en el rostro de Benedicto en la misa de inicio de su pontificado en la Plaza de San Pedro (mañana del 24 de abril de 2005), habiendo predicado en la Homilía: “La muchedumbre de los santos de Dios me protege, me sostiene y me conduce”.

En septiembre de 2008 aún no se habían desatado las tempestades hostiles contra el Papa alemán, siendo prueba de ello el asunto Williamson y remisión, por Decreto de 21 de enero de 2009, de la excomunión a cuatro Obispos lefebvrianos. Ya en 2006, con ocasión del Discurso de Benedicto XVI en su querida Universidad de Ratisbona, tuvo que padecer las malas interpretaciones de sus palabras, con conflictos importantes, y que se le advirtiera, con humillación, que no era profesor de Teología, sino Papa.

Benedicto, Sarkozy y su mujer

Muy a gusto, el 12 de septiembre de 2008, se paseó Benedicto XVI por los salones del Palacio presidencial francés en los Campos Elíseos y muy a gusto escuchó de Sarkozy lo que le dijo en el saludo de bienvenida: “La laicidad positiva, la laicidad abierta, es una invitación al diálogo, a la tolerancia y al respeto”.

Fue antes, en diciembre de 2007, con ocasión de la toma de posesión de Sarkozy de la canonjía honorífica de San Juan de Letrán, Catedral de Roma, cuando el Presidente francés sorprendió con el concepto de “laicidad positiva”.

El ya fallecido cardenal Tauran, francés de Burdeos, que por entonces era presidente del “Consejo para el diálogo interreligioso”, señaló que el discurso presidencial en San Juan de Letrán había sido leído con mucha atención en el Vaticano. El mismo cardenal Tauran ya había advertido de la necesidad de no pasarse de optimismo y que habría que esperar a las consecuencias prácticas de las nuevas palabras, poniendo como ejemplo de espera el caso del reconocimiento de los diplomas universitarios otorgados por los institutos católicos franceses.

Laicidad
Laicidad

El Papa en el Eliseo contestó a la bienvenida recordando que el Presidente ya había utilizado la bella expresión de “laicidad positiva” y añadió: “en este momento histórico en que las culturas se mezclan cada vez más, estoy profundamente convencido que una nueva reflexión sobre el verdadero sentido y la importancia de la laicidad es necesario”. La simpatía del Presidente francés al Papa alemán se confirma con lo que escribe aquél en el nuevo libro, titulado Le temps des tempêtes, tal como se indica en Le Figaro Magazine de 25 de julio de 2020: “Me gusta este Papa. Tenía una sonrisa generosa, no juzgaba a su interlocutor”. Eso lo dijo quien estaba casado por tercera vez, previos dos divorcios.

Ese mismo día (12 de septiembre de 2008) en el Collège des Bernardins, Benedicto XVI, en la gran nave central abovedada y gótica, genuinamente cisterciense, que transmitía una sensación de elevación y de espiritualidad, sentado entre el cardenal Arzobispo de Paris, André Vingt-Trois, y el cardenal Secretario de Estado, Tarsicio Bertone, pronunció un discurso sobre el monaquismo occidental, origen de la teología occidental –teología monástica versus teología escolástica- y sobre la raíz de la cultura europea. En la primera fila, aparentemente muy atentos, estaban los expresidentes Giscard y Chirac.

Tal Colegio (Bernardinos) es un lugar que en su día fue edificado por cistercienses y para estudiar en él; Orden monástica de gran apogeo en el siglo XII, y que sólo hace unos años, el edificio fue recuperado para la Iglesia de París por el cardenal Lustiger, real eminencia y excelencia, para dedicarlo a temas de Sociedad y de Religión (muchas de cuyas actividades se pueden ver a través de la cadena de televisión KTO, otra creación de Aron, cardenal judío). Lugar, pues, muy cisterciense: austero, sin esculturas, sin vidrieras, sin pinturas, sin mosaicos, para no distraer de la esencialidad divina y opuesto a la que fue la suntuosidad de Cluny.

Benedicto en Bernardins

En anterior artículo, titulado Papas vitalicios y papas eméritos (1ª Parte) me referí a San Bernardo Claraval y expliqué el origen de mi interés por el santo monje, impulsor de una nueva experiencia monástica, de recuperación del espíritu de la Regla de San Benito, de regreso a las raíces benedictinas (los cistercienses, monjes blancos, no son benedictinos, monjes negros), resultando la nueva orden del Cister un movimiento renovador con vuelta a un ascetismo más radical y severidad litúrgica, de tradición benedictina. Un sabio y carismático monje, San Bernardo de Claraval (citado por el papa Benedicto en su discurso), que fue doctor de la Iglesia, místico, teólogo y contemplativo, conocedor de los cánones, predicador de Jesús y de la Virgen, consejero de papas, escritor de Sermones, Cartas y Tratados doctrinales. Excepcionalidad de un santo que fue contemplativo “ a tope” y hombre de acción también “a tope”.

Y allí expliqué en Papas vitalicios el origen de mi interés por el doctor melifluus, de cuyo Tratado De consideratione ad Eugenium Papam, Benedicto XVI dijo que era una lección obligada a todo papa, conteniendo grandes cosas, entre ellas la siguiente: “no eres el sucesor del emperador Constantino, sino el sucesor de un pescador”. Ese interés fue consecuencia de un trabajo realizado dentro de la asignatura de Derecho canónico, impartida por el profesor don Alfonso Prieto, cuyo programa entonces tenía tres partes: una general sobre normas e instituciones canónicas, una segunda referida a las relaciones Iglesia-Estado y una tercera sobre Derecho matrimonial canónico, utilizándose, para esta parte, el manual de Bernárdez Cantón.

Vaticano II
Vaticano II

Fue Umberto Eco, persona que fue poco querida por el Vaticano, quien con su relato novelesco El nombre de la rosa, introdujo a partir de los años ochenta del siglo XX, en muchas gentes y consecuencia de la cultura de masas, el interés por los monasterios medievales, si bien la trama novelesca del autor piamontés nada tenía que ver con la verdad del trabajo teológico del monaquismo occidental. Una novela, la de Eco, que, al exotismo de fondo, un monasterio en el Medievo del siglo XIV (monasterio de Melk), une “picantes” de mucho éxito como la intriga y lo detectivesco, la letra novelada primero y las imágenes de película después.

En próximo artículo (3ª Parte) analizaremos el Discurso pronunciado por Benedicto XVI, teniendo en cuenta: A): El extraordinario libro del benedictino Dom Jean Leclerq, titulado El amor a las letras y el deseo de Dios, que el Papa cita en su discurso, y B): El siguiente texto del Concilio Vaticano II, que permite “relacionar” conceptos del siglo XI, de oraciones de monjes, con textos parecidos del siglo XX, en concreto de la compleja, laboriosa y muy debatida Constitución conciliar sobre la Constitución dogmática sobre la Divina Revelación, promulgada por el Papa Pablo VI el día 18 de noviembre de 1965, votada por 2.350 Padres conciliares, con 6 votos en contra. Antecedentes del siglo XII para el siglo XX.

El texto es el siguiente:

“Pues envió a su hijo, la Palabra eterna, que alumbra a todo hombre, para que habitara entre los hombres y les contara la intimidad de Dios. Jesucristo, Palabra hecha carne, “hombre enviado a los hombres, habla las palabras de Dios y realiza la obra de salvación que el Padre le encargó”. Constitución Dogmática Dei Verbum (Concilio Vaticano II).

Benedicto y Sarkozy
Benedicto y Sarkozy

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