Respuesta a la columna que publicó en RD el bloguero José María Lorenzo Juan Carlos Claret: "Varios obispos criminales siguen en sus puestos. En Chile, los pastores se comen los corderos "

Caso Iglesia, Chile
Caso Iglesia, Chile

"Pese a haber más de 360 denuncias activas, el avance es prácticamente cero por el reemplazo del fiscal a cargo de las investigaciones del 'Caso Iglesia'. Es decir, del trabajo pormenorizado que llevaba el fiscal Emiliano Arias"

"Canónicamente hablando, no hay un proceso incoado en contra de Barros. De las 2.300 páginas del Informe Scicluna, 1.500 fueron proporcionadas por nosotros, la comunidad laical que exigía su renuncia"

"Las sonadas renuncias de los obispos tenían validez por tres meses, lo que significaba que ya no contaban: En bloque pusieron al Papa ante el imposible de renovar toda una conferencia episcopal en tres meses"

"La forma de elección de nuevos obispos no ha cambiado, el Nuncio Ortega sigue con los mecanismos oxidados que Ivo Scapolo saturó, y prelados que deberían estar tras las rejas, hoy son ascendidos o promovidos"

Estimado José Manuel Vidal: El pasado 8 de enero, en el espacio asignado para él en Religión Digital, José María Lorenzo Amelibia se hizo una pregunta clave: “¿En qué paró todo lo del obispo Juan de la Cruz Barros Madrid?”. Según el sr. Lorenzo, “hoy ya nadie se acuerda de él”, y para fundamentar su posición, acude a la descripción de Wikipedia.

Al respecto, desde Osorno, me animo a compartir una respuesta

Desde que Juan Barros fue dimitido en julio de 2018, su domicilio es inubicable incluso para la Conferencia Episcopal. Pese a su condición de emérito, ya no frecuenta esas oficinas y envía un junior para retirar la correspondencia. Tampoco participa de las actividades que anualmente involucran a los eméritos. Públicamente ha sido visto en dos ocasiones: la primera, cuando un equipo de televisión lo divisó caminando camuflado por una de las avenidas principales de Santiago donde adquirió dos departamentos. La segunda, acudiendo en calidad de imputado por encubrimiento a las dependencias del órgano persecutor chileno, el cual sigue empantanado en una crisis interna a partir de estos casos.

En efecto, el viernes santo de 2019 y a pocos días que se anunciara la formalización a los cardenales Ricardo Ezzati y Francisco Javier Errázuriz, el Ministerio Público vivió una “noche de los cuchillos largos” que concluyó con el reemplazo del fiscal a cargo de las investigaciones del “Caso Iglesia”. Es decir, el trabajo pormenorizado que llevaba el fiscal Emiliano Arias quedó en fojas 0 cuando uno de sus colaboradores más estrechos lo denunció de ilícitos que, luego de casi dos años, están quedando al descubierto más como un complot. En esto, ¿cuánto influyó el documentado lobby que Hugo Rivera, el abogado defensor de los cardenales, realizó directamente con el mandamás de los fiscales en el país, justo días antes que todo este conventilleo explotara? Hasta el momento, no hay certeza.

Luego de la salida del fiscal Arias, en su reemplazo quedó el Fiscal Xavier Armendáriz quien debe compatibilizar la dirección de la fiscalía más saturada del país con el quehacer propio del “Caso Iglesia”. Y en los hechos, Armendáriz ha retrocedido en lugar de avanzar. Esto, porque en vez de continuar con el equipo de trabajo del fiscal anterior, decidió comenzar todo de nuevo, lo que ha implicado que muchos denunciantes sean revictimizados por mala gestión del órgano persecutor. Asimismo, pese a haber más de 360 denuncias activas, el avance es prácticamente cero. Y como si esto fuera poco, la hermana del fiscal Armendáriz denunció por abuso sexual al padre de familia, quien está vinculado a los hermanos Maristas, una de las congregaciones con mayor cantidad de denuncias.

Lo peor de todo, es que para 2021 no se espera que la situación procesal penal avance, toda vez que las denuncias en contra de clérigos católicos tienen prioridad cero para el Ministerio Público, lo que en la práctica significa que la cúpula de la Iglesia (es decir, jerarcas y laicos yanaconas en puestos claves en el Estado) está logrando “parar” la justicia por secretaría mediante discusión del presupuesto interno de la fiscalía.

Canónicamente hablando,no hay un proceso incoado en contra de Barros. De las 2.300 páginas del Informe Scicluna, 1.500 fueron proporcionadas por nosotros, la comunidad laical que exigía su renuncia. En ella, dábamos cuenta de todos los abusos de poder tanto en Osorno, como de sus anteriores diócesis pues ante la posibilidad de informar directamente al Papa, clérigos de Iquique, Valparaíso y Obispado Castrense me contactaron para entregar sus testimonios de dolor con nombre, apellido, firma y contacto.

Como era inminente la caída de Barros, en un acto que se presentó ante la prensa como un golpe de timón de Francisco, toda la Conferencia Episcopal de Chile presentó su renuncia. Esto fue visto como una luz de esperanza, pero en una entrevista con el diario La Tercera el último día de 2018, el ahora arzobispo Fernando Ramos dio una información clave: las renuncias no fueron solicitadas por el Papa sino que fue un acto que acordaron los mismos obispos chilenos para ayudar al hermano “caído en desgracia”. En la misma entrevista, Ramos no dudó en dedicar unas palabras al Papa para recordarle que las renuncias tenían validez por tres meses, lo que significaba que ya no contaban. De esta manera, en una entrevista que por las fiestas de aquel fin de año no tuvo mayor trascendencia, Ramos sinceró que en bloque pusieron al Papa ante el imposible de renovar toda una conferencia episcopal en tres meses. Así, varios de los obispos criminales siguen en sus puestos hasta el día de hoy.

No bastando con esto, en 2019 el comité permanente de los obispos acudió a Roma a entrevistarse con el Papa, y en ese acto, le reclamaron por la forma en que Francisco los expuso. Ezzati llevó un papel con indicaciones sobre cómo tratarlos en el futuro, y el Romano Pontífice terminó la cita pidiéndoles perdón por la forma en que los trató. Como consecuencia de esto, el Pontífice inició una serie de entrevistas personales con cada obispo renunciado donde les ofreció disculpas y les precisó los oficios eclesiásticos que podrían desempeñar. Luego, se nominó al arzobispo René Rebolledo como el encargado de velar por el bienestar de todos los eméritos defenestrados y hoy, varios de ellos, tienen oficios en lugares que nos ha costado pesquisar.

Como corolario de todo lo anterior, la forma de elección de nuevos obispos no ha cambiado, el Nuncio Ortega sigue con los mecanismos oxidados que Ivo Scapolo saturó, y prelados que deberían estar tras las rejas, hoy son ascendidos o promovidos, y siguen teniendo a su cuidado el bienestar de personas vulnerables. En Chile, los pastores se comen los corderos y la feligresía lúcida se pregunta junto a Violeta Parra: “¿qué dirá el Santo Padre que vive en Roma?”.

Como se puede apreciar, cuando el sr. Lorenzo se pregunta “¿En qué paró todo?”, es a lo menos impreciso sostener que se detuvo todo, pues lo más acertado es afirmar que están tratando de detenerlo. Luego, al hablar de “todo” lo relacionado con Barros es preciso no olvidar que él es parte de un entramado de poder cuyas expresiones aún no terminamos de conocer. Como parte involucrada, en 2020 publiqué tres libros con los cuales me aproximo a presentar el panorama de la crisis de la Iglesia en Chile, por si José María se anima a consultar más fuentes que sólo Wikipedia.

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