"¡De los jóvenes  sempiternamente  avejentados, ¡líbranos, Señor¡" El papa Francisco “pasa” de España

El papa Francisco saluda españoles
El papa Francisco saluda españoles

"Siendo papa, Francisco ni ha venido ni parece estar dispuesto  a venir a España durante su pontificado"

"Francisco está en desacuerdo  con el tipo, estilo , modo de ser, de vivir y de presentar y representar  la Iglesia  mayoritariamente por parte de la jerarquía"

En el siempre florecido rosario de la variedad de opciones  del verbo “pasar”, resulta incómodo tener que detenerse aquí y ahora en la estación gramatical del “pasar por alto” (“no detenerse”) y de “hacer caso omiso”. Las circunstancias del “aquí y ahora” desfloran todos los misterios  cuando sus referencias no son otras  que las que explicita el hecho histórico y real de la no presencia del papa Francisco  en España

Siendo papa, Francisco ni ha venido ni parece estar dispuesto a venir a España durante su pontificado, y menos, por motivos que se digan y signen como “católicos, apostólicos y romanos”, y en calidad de agradecimiento y complacencia con el comportamiento de su “Alto Clero”, que no de sus laicos y laicas a quienes de vez en cuando tiene en cuenta para recabar de ellos y ellas especiales colaboraciones  “clericales” por tradición y de por vida.

Papa y Rajoy

Francisco está en desacuerdo con el tipo, estilo, modo de ser, de vivir y de presentar y representar la Iglesia mayoritariamente por parte de la jerarquía  en la CEE -Conferencia Episcopal Española- y, por mucho que su visita personal haya sido  justificada en otros países -59 de ellos ya visitados en sus 40 viajes (sin incluir todavía a Mongolia), la firmeza de su determinación de no hacerse presente en España aparece con meridiana, luminosa y explicable claridad  y amor a la Iglesia sinodal, “en salida” y de los pobres.  (No hay necesidad de configurarla y diagnosticarla con criterios  correspondientes al historial clínico de los últimos tiempos con referencias a su maltrecha rodilla).

Unidas estas quejas a las de la mayoría del laicado hispano, nos formulamos, y le formulamos al mismo papa Francisco, un puñado de preguntas  entre las que prevalecen  -¡y de qué modo¡- las referidas al hecho  de que tenemos  los obispos que tenemos – poco o nada “franciscanos” y anti conciliares del Vaticano II

Y nosotros  ¿qué culpa tenemos que en la selección- nombramiento jamás intervinieron el laicado -ellos y ellas- y ni siquiera los curas de a pie?. Los obispos nos fueron impuestos “porque sí”, con intervención de los Nuncios  que se fiaron y fían  en exclusiva del “colegio” de asesores-consultores de toda la vida, defensores a ultranza  de sus convicciones e intereses  espirituales y materiales propios y de las respectivas Órdenes, Congregaciones y Movimientos  religiosos , que creen ser los únicos, universales y santos de verdad.

  Por supuesto que del Evangelio y del mismísimo Espíritu Santo, “pasaron” y“pasan” tales asesores, obsesionados con la idea de que sus episcopables no serán devotos de los “lios” franciscanos y promoverán, vivirán e intentarán hacer vivir con su predicación y comportamientos “religiosos”, nada más que  el AMÉN, con todas sus consecuencias divinas y humanas.

El Nuncio y Rouco, en la presentación
El Nuncio y Rouco, en la presentación

En tal panorama, del que por fin  comienzan a percibirse  ciertos cambios  rebautizados en Asís,  hay ya quienes alientan la esperanza  de que algún día el papa cambiará de opinión, visitará España y hasta  pernoctará  en lugares no palaciegos, por ejemplo, de Oviedo, Orihuela-Alicante, Cádiz, Córdoba,  Toledo, Valladolid y otros  más , heredados de los tiempos y aficiones  -“gustos e intereses”-  espirituales  de jerarquismos “rouconianos” del Vice-papa, que todavía pontifica desde su mansión palaciega madrileña, con sus conferencias, báculo y bien mitrada su cabeza.

A la Iglesia peregrina por los caminos de Dios, y los del Apóstol Santiago, con sus variantes históricas hispanoamericanas no siempre ortodoxas,  le resultaría provechosa la venida del papa Francisco, pese a los riesgos aún políticos  que ella conllevara, tal y como quedó de manifiesto en la celebrada por su antecesor  en la ciudad de Valencia, de la que se beneficiaron  indecentemente políticos y economistas, en proporciones judiciales superiores a  como pudieran y debieran haberlo hecho espiritualmente los jóvenes.

No obstante, y por aquello de que la esperanza es lo últimos que se pierde, nos formulamos estas leves preguntas: ¿A qué España habría de venir el papa Francisco? ¿A la susodicha “constitucional”? ¿A la del País Vasco? ¿A la catalana?” ¿A la andaluza? ¿Buscaría en el mapa de Extremadura el lugar del monasterio de Yuste, con la intención de pasar en el mismo sus últimos días, al igual que hiciera el emperador Carlos V, con-celebrando la última misa desde el propio dormitorio?

De todas forma,y al margen de supuestos impensables, ¿será posible  prepararse para ser y ejercer de joven cristiano entre los 800 obispos comprometidos a participar en la JMJ lisboeta? ¿Se harán más jóvenes los obispos, o serán los jóvenes quienes  saldrán  de las jornadas más avejentados y hasta con añoranzas de lucir  solideos?

¡De los jóvenes  sempiternamente  avejentados, ¡líbranos, Señor¡

JMJ

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