En la Iglesia actual hay cisma. Y cismas Dos papas (¿Y dos Iglesias?)

Dos papas (¿Y dos Iglesias?)
Dos papas (¿Y dos Iglesias?)

Nos guste o no, y estemos de acuerdo o en desacuerdo, el hecho es que en la Iglesia actual hay dos papas

A Benedicto XVI se le facilitó seguir viviendo en la misma parcela del Vaticano, hecho que fue consumado con excesiva benevolencia teológica, alejada de la realidad que demanda que, quien se jubila o renuncia, habrá de hacerlo con todas sus consecuencias

La parte considerable de razón que asistió a quienes no estuvieron de acuerdo con la determinación de seguir residiendo en el Vaticano, aparece y reaparece con nitidez en momentos 'claves' de añoranzas del tipo

¿Cuestiones de cisma? ¿Cisma hoy en la Iglesia? ¿Qué es eso de cisma a la luz de la Teología? … El verdadero cisma que atenaza la Iglesia es el que lleve implícito la falta de respeto, caridad, tolerancia, temor a la pluralidad … afán de poder humano y divino y sobre todo, y por encima de todo, santo Evangelio

Nos guste o no, y estemos de acuerdo o en desacuerdo, el hecho es que en la Iglesia actual hay dospapas. A unos les parecerá una exageración falaz y herética, desmontable con la aportación de primarios argumentos teológicos escolásticos y de los otros. Otros, tanto o más católicos, no rehusarán tal diagnóstico. Entre estos, se hallan parte importante del pueblo-pueblo al que le resulta extremadamente difícil discernir si son dos, o uno, el papa referente del Colegio Apostólico, con “piedra angular” de nombre, extinguido el de “Simón”, por el mismo Jesús, con la misión de “edificar” sobre él su Iglesia.

El de los papas es tema de singular transcendencia en la actualidad de la Iglesia, por lo que la reflexión sobre el mismo no deja de ser relevante, y más, en circunstancias concretas.

Renuncia de Benedicto XVI
Renuncia de Benedicto XVI

El gesto de la renuncia de Benedicto XVI a su condición de papa es, y será, uno de los capítulos principales en la historia eclesiástica. Y no solo por la singularidad excepcional del mismo, sino por la multitud de circunstancias que la motivaron, la mayoría de ellas todavía inscritas en el apartado del “sigilo” casi-sacramental pontificio. Pero como todo se sabe -y se debe saber y más en la Iglesia-, la situación curial acaparó y acapara una buena porción de las razones “per se” dimisionarias.

Y a Benedicto XVI se le facilitó la posibilidad de seguir viviendo en la misma parcela del Vaticano, con símbolos y predicamentos idénticos a los de Francisco, su sucesor, hecho que fue consumado con excesiva benevolencia teológica, alejada de la realidad que demanda que, quien se jubila o renuncia, habrá de hacerlo con todas sus consecuencias, también las geográficas y administrativas, por muy espirituales que se intitulen y revistan.

La parte considerable de razón que asistió a quienes no estuvieron de acuerdo con la determinación de seguir residiendo en el Vaticano, aparece y reaparece con nitidez en momentos “claves” de añoranzas del tipo -modelo de Iglesia que él encarnara y que en cierto modo le instaron y explican su renuncia a la sede como Obispo de Roma, es decir, como Romano Pontífice...

¿Cuestiones de cisma? ¿Cisma hoy en la Iglesia? ¿Qué es eso de cisma a la luz de la Teología - de las teologías- de la Liturgia, del Código de Derecho Canónico, de la administración por su condición de Jefe de Estado, de las misas en lenguas vernáculas y de las celebraciones eucarísticas en latín y -¡siempre¡- de espaldas al pueblo ¿No están ya, y por fin, definidos los cismas por razones de caridad, de amor a Dios y al prójimo, con ornamentos sagrados o sin ellos, de pobreza y compromiso con los más desvalidos , con la promoción y el respeto civil y religioso y “por los siglos de los siglos” al servicio de los desvalidos y “desclericalizados”?

En la Iglesia actual hay cisma. Y cismas. Y son ya muchos los que tienen conciencia de ello. Y algunos hasta llegaron ya a estar en disposición y empeño fervoroso en manejar a Benedicto XVI, a su Curia y adláteres, a seguir patroneando la barca de san Pedro, llevando la responsabilidad del timón el papa Francisco, sin números romanos imperiales, sino a quien con naturalidad sobrenatural distinguirá la historia con la humilde referencia al de Asís.

El verdadero cisma que atenaza y rehuirá la Iglesia es el que lleve implícito la falta de respeto, caridad, tolerancia, temor a la pluralidad acaparamiento para sí y los suyos de la salvación, ausencia de comunicación y común-unión -Comunión-, excrecencia de ceremonias y ritos, afán de poder humano y divino y sobre todo, y por encima de todo, santo Evangelio.

Y, pensando en posibles y obligadas renuncias “eméritas”, -que en todo hay que pensar en la vida -, para los papas, un monasterio de clausura, una Casa Sacerdotal o una parroquia rural con conciencia de vivir en el templo sacrosanto del medio ambiente.

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