"En la catedral de Bilbao se han abierto nuevos caminos. Milla esker, aita Joseba" Aunque parezca mentira, es noticia: la Iglesia vizcaína pide perdón

Joseba Segura
Joseba Segura

"No son habituales estos actos de humildad y petición de perdón y, mucho menos que se haga solemnemente, en la catedral y por parte del obispo. Y, desgraciadamente, estamos mucho menos acostumbrados a que se pida un perdón sincero por las agresiones sexuales infantiles"

"Una vez más el obispo de Bilbao vuelve a significarse por su sensibilidad y compromiso, siguiendo el camino marcado por el Papa Francisco, un camino que no vemos recorrer a la mayoría de los prelados de la Conferencia Episcopal Española"

"Sin embargo, como víctima, me gustaría poder hacer una pequeña reflexión añadiendo algunos elementos a este recorrido de acercamiento y petición de perdón"

“Busca la justicia y sólo la justicia si quieres heredar la tierra que te dio el Señor, tu Dios” (Dt 16, 20)

Era viernes, las 6 de la tarde y a las puertas de la Catedral de Bilbao se congregaban multitud de medios de comunicación. Aunque parezca mentira, es noticia: la Iglesia vizcaína pide perdón. No son habituales estos actos de humildad y petición de perdón y, mucho menos que se haga solemnemente, en la catedral y por parte del obispo. Y, desgraciadamente, estamos mucho menos acostumbrados a que se pida un perdón sincero por las agresiones sexuales infantiles por parte de miembros de la propia Iglesia.

En el interior, una luz hacía destacar el Cristo crucificado sobre el altar. Y así, en un ambiente de silencio, de sobriedad, de cierto dramatismo en la puesta en escena, comenzaba la celebración. Un acto emotivo, sin duda sentido, con Joseba Segura reconociendo con dolor el pecado contra los niños e indefensos y pidiendo perdón a las víctimas, algunas de ellas presentes. Una vez más el obispo de Bilbao vuelve a significarse por su sensibilidad y compromiso, siguiendo el camino marcado por el Papa Francisco, un camino que no vemos recorrer a la mayoría de los prelados de la Conferencia Episcopal Española.

“Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa contra gente sin piedad” (Sal 42, 1)

La celebración continuaba, entre la Palabra y los gestos. “Lo que a uno de estos pequeños les hicisteis, a mí me lo hicisteis”. La Iglesia, públicamente, reconoce el pecado y el delito. Los gestos querían poner a las víctimas en el centro.

Son grandes pequeños pasos en una rutina de negación por parte de la mayoría de los obispados de nuestro país y de revictimización de quienes ya vieron robada su infancia.

Sin embargo, como víctima, me gustaría poder hacer una pequeña reflexión añadiendo algunos elementos a este recorrido de acercamiento y petición de perdón.

Resonó la palabra perdón. Se reconoció el pecado y el delito que suponen estas agresiones sexuales. Tal vez junto al término perdón podría haberse escuchado un término también de gran riqueza bíblica, la justicia. Para muchas víctimas esta justicia es su horizonte.

Se pidió perdón solemnemente, pero tal vez, y siempre con el consentimiento de cada víctima, sería positivo un perdón individualizado. Creo que una petición de perdón con nombres y apellidos puede contribuir a restaurar el buen nombre de quienes denunciaron una agresión y se han visto reiteradamente revictimizados.

Se reconoció que ha habido y sigue habiendo miembros de la Iglesia agresores. Pero me parece imprescindible que se reconozca también, y se pida perdón, por décadas de encubrimientos, de traslados, de intentar mantener “el buen nombre” poniendo por delante a la institución y al propio agresor.

Se pidió perdón a las víctimas y al Padre. Eché en falta pedir perdón a la sociedad. Tal vez sería conveniente el testimonio de la Iglesia que pide perdón públicamente también en la plaza, de manera solemne, con una “liturgia más civil”

"Se reconoció que ha habido y sigue habiendo miembros de la Iglesia agresores. Pero me parece imprescindible que se reconozca también, y se pida perdón, por décadas de encubrimientos, de traslados"

Una placa y un olivo fueron signos acertados de esta petición de perdón. Pero creo que faltó un gesto igual de potente del compromiso de reparación. De hecho la reparación no apareció en la celebración y quizá ese era el mayor miedo de muchas víctimas, que se convirtiera en un gesto “de lavado de cara” sin compromiso de reparación.

Joseba Segura se comprometió a continuar este camino esperanzador: “No cerramos ningún libro con esta celebración”. Seguimos un camino que seguro que es complicado y, seguro que mucho más lento que lo deseado. Pero contamos con su palabra de que no va a cejar en el empeño.

“Ya se te ha dicho, hombre, lo que es bueno y lo que el Señor te exige: tan sólo que practiques la justicia, que sepas amar y te portes humildemente con tu Dios” (Miq 6, 8)

La iglesia que peregrina en Bizkaia sigue un camino iniciado valientemente. Tal vez otros obispos inicien también procesos de perdón en sus diócesis.

Tal vez sea conveniente recordar el esquema tradicional de las condiciones para una buena confesión, que pueden, de igual modo, iluminar cómo pedir perdón teniendo a las víctimas siempre en el centro.
Examen de conciencia. Debe existir un compromiso serio de analizar la realidad. Conocer los casos de abusos, estudiar con sinceridad sus posibles causas, conocer los efectos de las agresiones sexuales o de conciencia en las víctimas… Y es un examen que debe ser proactivo y con rigor.

Dolor de los pecados. Estamos muy acostumbrados a que muchos obispos y superiores mayores, aún afirmando que las víctimas están en el centro, no muestran preocupación sino por negar los hechos, creyendo que así protegen a la propia institución. De igual forma, muchos católicos y católicas, prefieren no mirar de frente este drama vivido en la Iglesia. Sufrir con los que sufren, hacer propio el dolor de las víctimas, es necesario tanto en la jerarquía como en el resto del pueblo fiel.

Propósito de la enmienda. ¿Cómo prevenir posibles nuevos abusos? Es necesario un gran trabajo de prevención, de desarrollo de protocolos, de formación, de trabajo sobre las posibles causas… Y si, por desgracia se producen nuevos casos de agresión, deben existir protocolos que ayuden a la víctima y garanticen su seguridad física, psíquica y emocional.

Besarkada
Besarkada

Decir los pecados al confesor. En este caso tanto las propias víctimas como la comunidad eclesial y la propia sociedad se convierten en “los confesores”. Se vuelve imprescindible confesar públicamente el pecado y el delito. Es necesario denunciar a los agresores. Y, como decía, si la víctima así lo desea, no de manera genérica sino con nombres y apellidos.

Cumplir la penitencia. Sin duda un requisito sin el que no es posible una auténtica petición de perdón. En la moral se ha hablado siempre de la restitución. ¿Cómo es posible devolver la inocencia de una infancia rota? Al menos hay que recorrer caminos de reparación de la víctima, en la que se garantice que puede vivir con toda la dignidad necesaria. Tratamiento psicológico, ayudas laborales, compensación económica… Habrá que reconocer las necesidades médicas, psicológicas, sociales… Tendrá que tenerse en cuenta las necesidades vitales, el lucro cesante… Un camino sin duda complicado que requiere un compromiso decidido de recorrerlo con la humildad y respeto necesarios.

“Buscad la justicia, respetad los derechos al oprimido” (Is 1, 17)

En la catedral de Bilbao, en esta cuaresma de 2023 no se ha cerrado ningún libro. Se han abierto nuevos caminos que ojalá podamos recorrer juntos. Nuevas páginas esperan ser escritas por obispos, por cristianos y cristianas “anónimos”, por las víctimas. Y ojalá sean páginas de justicia porque “lo que hicisteis a uno de estos mis pequeños, a mí me lo hicisteis”.

Milla esker, aita Joseba por abrirnos una ventana de esperanza. Por favor, que no vuelva a convertirse en un portazo. Confiamos en su palabra de que “ningún libro se cierra”. Por favor, no nos falle. Que el espíritu, que es verdad, justicia y amor, le acompañe siempre en este camino.

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