“Conspiración entre el cielo y la tierra desafiando la generosidad del mar, en favor de los necesitados” Los peces se multiplican en tiempos de pandemia

Los peces se multiplican en tiempos de pandemia
Los peces se multiplican en tiempos de pandemia

"Bendita conspiración la de la tierra y el mar, la de la monja y el Patrón mayor. Que sigan sumando los que quieran, porque cuando cada uno da un poco de lo que tiene, hay para todos, y luego: sobra para seguir compartiendo"

"Allí estaban la Monja de la tierra y el Patrón Mayor del mar, Sor Lucía Caram y José Manuel Juárez; la hermana de los pobres y alma de la Cofradía de los pescadores de la Barceloneta"

Amanece en el Puerto de Barcelona. En el Muelle de los pescadores el tiempo avanza a los pies de la Torre de los relojes donde, a pesar del frio de la hora temprana, los pescadores comienzan su trasiego y despliegue de trastos para poder llevar a la lonja los frutos de la pesca nocturna.

Quise madrugar y avanzarme a la aurora porque el día se presentaba bíblicamente interesante. Me habían invitado unos amigos a la firma de un convenio. Luego supe que era una “conspiración entre el cielo y la tierra desafiando la generosidad del mar, en favor de los necesitados”.

Si, a las 9:30 hs se disponía una mesa con micrófonos y unas sillas para acoger a los que seríamos testigos de un nuevo milagro de multiplicación y reparto.

Allí estaban la Monja de la tierra y el Patrón Mayor del mar, Sor Lucía Caram y José Manuel Juárez; la hermana de los pobres y alma de la Cofradía de los pescadores de la Barceloneta.

Sor Lucía Caram y presidente de la Cofradía de Pescadores de la Barceloneta
Sor Lucía Caram y presidente de la Cofradía de Pescadores de la Barceloneta

La Barceloneta nos tiene acostumbrado a eventos interesantes, allí hay cosas importantes, y circula mucha vida, desde unos Juegos Olímpicos que la vistieron de gala, hasta el paseo marítimo que es la delicia de los turistas, sin olvidar el Moll de la Fusta y los encantos del Puerto que es uno de los motores de Barcelona, la Ciudad Condal. Eso sí, por las callejuelas que desembocan en el mar, se vislumbra la Barcelona cosmopolita en la que conviven clases sociales, inmigrantes de todos los rincones del Planeta, trapicheo, trabajo honrado, personas que luchan por subsistir y negocios que se convierten en una mina de oro.

Pero allí, a la Cofradía de los pescadores llegaron los rumores y los clamores de los efectos nefastos del Covid, que poco a poco se iba cobrando la estabilidad, el bienestar, la salud y la vida digna de miles y miles de personas. Al patrón Mayor de la Cofradía le hirieron profundamente las imágenes que le llegaban desde Manresa, en la que se veía a una monja enfundada en su hábito blanco, con su gorra negra y su mascarilla que apenas dejaban ver su rostro. Al pescador de las madrugadas tranquilas y las pescas laboriosas, le impactó ver y comprobar que “ellos” y “ellas”, hombres, mujeres y niños tuvieran hambre y fueran a pedir a la monja de los pobres el pan de cada día a sólo 60 km de aquel puerto del orgullo barcelonés.

Si ella da pan, nosotros daremos el pescado

Y se dijo a sí mismo: “Si ella les da el pan, nosotros, como Nuestro Señor, les daremos el pescado”. Y reunió a los Cofrades y entre todos, uno a uno comenzaron a compartir los frutos de sus pescas nocturnas…. Y cual nuevo milagro evangélico, esto no fue flor de un día, sino el firme compromiso, de que “mientras haya un pobre en la cola de Manresa, aquí estaremos los pescadores de la Barceloneta para que nos les falte el pez de cada día”

Y la Monja de la tierra y el Patrón Mayor del mar, juntaron sus manos, se fundieron en un abrazo y se juraron mutuamente que la Cofraría cada semana haría llegar a Manresa, no lo que les sobrara, que es poco, sino lo que cada pescador y embarcación decidieran para compartir para poder saciar a los que hoy pasan hambre porque la pandemia los ha hundido en la miseria.

Solidaridad en la Barceloneta
Solidaridad en la Barceloneta

Contemplando la escena me emocioné. Me imaginé a Jesús de Nazaret paseando a orillas del mar y llamando a los pescadores. Esta vez fue el clamor de los pobres, amplificado por la monja, lo que hizo llegar la llamada a los pescadores de la Cofradía, por la voz de su patrón Mayor, y ellos lanzando sus redes al mar, hoy piden sea más abundante, “hasta poner al límite las redes” para todos los invitados al banquete de la vida sean saciados.

Bendita conspiración la de la tierra y el mar, la de la monja y el Patrón mayor. Que sigan sumando los que quieran, porque cuando cada uno da un poco de lo que tiene, hay para todos, y luego: sobra para seguir compartiendo.

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