Nunca permitas que el miedo decida tu futuro

"Argüello sabe tan bien como yo, que ellos y sus antecesores taparon, ayudaron a diluir, a minimizar porcentajes, a negar una terrible realidad que nunca quisieron enfrentar con justicia, equidad y dignidad"

"Sabemos que ustedes saben que sabemos. Sabemos que saben lo que está pasando. Y que saben que nosotros y nosotras lo sabemos. Algunas veces con indicios, otras con pruebas"

"Ni el derecho a la interrupción del embarazo, ni la sentencia contra el Fiscal General del Estado tienen que ver con el maltrato a sus víctimas y supervivientes de pederastia. Por mucho que usted, Luis Argüello, pretenda diluir, distorsionar y manipular"

Luis Argüello

El ensayista británico Aldous Huxley tiene atribuida como propia esta reflexión : “el amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma”.

Me da la sensación de que lo que circula por los pasillos y despachos de Añastro, es miedo. Un pánico desmedido a que se sepa toda la verdad y no solo la verdad sobre los presuntos delitos de pederastia perpetrados en Getafe, sino sobre la inmensa totalidad de algunos que aún no han sido denunciados. Un efecto llamada que la iglesia española estaría gestionando mediante ladrillo y cemento, levantando un muro de contención, por cierto tan frágil como inconsistente.

Creemos. Crecemos. Contigo
Luis Argüello, al comienzo de la Plenaria J. B.

Me dijo una vez una letrada riojana que “la verdad fluye, aún cuando las pruebas solo sean indicios y estos sean escasos”. La actual jerarquía eclesiástica española, cuyo mando está en las trémulas manos de Luis Argüello, hábil en el recurso de “donde dije digo, digo Diego”, ilustrado ambivalente, hace que suba el precio del pan de misa, cada vez que abre la boca.

El psiquiatra suizo Eugen Bleuler definió por vez primera a principios del siglo veinte, desde el ámbito académico, el concepto de ambivalencia, actitud psíquica que hace que experimente dos sentimientos o impulsos contrarios, de forma simultánea o alternada, hacia el mismo objeto. Sería un modo de pensar bien de quien saca a pasear la toga, casi a demanda, y se desprende de la sotana, para darnos su lección magistral, como si los demás fuéramos jueces y no víctimas y supervivientes y como Argüello clama y proclama “algunos medios afirman la culpabilidad, con ejecución en la plaza pública, de quien no ha sido juzgado”.

No hace falta que a estas alturas de la historia venga Argüello a hablarnos del interdicto de homine libero exhibend, ni siquiera de la Magna Carta Libertatum o del letrado estadounidense Luis Kutner. Tal vez sea una cuestión más centrada en el refranero español y en aquel : “quien se pica, ajos come”. En este enclave eclesiástico español, Argüello sabe tan bien como yo, que ellos y sus antecesores taparon, ayudaron a diluir, a minimizar porcentajes, a negar una terrible realidad que nunca quisieron enfrentar con justicia, equidad y dignidad.

Es más, hemos sabido por El País, que los presuntos, ahora investigados, delitos de Getafe, vuelven a colocar el foco no solo en clave de pederastia, sino de encubrimiento. Ellos siempre vuelan, corren, a esconder con rapidez, porque ellos los delincuentes ensotanados, “son unos de los nuestros”. Echo de menos que la jerarquía eclesiástica, por supuesto Argüello incluido, acompañen a las víctimas y supervivientes, incluso en casos ya resueltos en varias instancias, como el del colegio Gaztelueta, o algunos otros de Gijón ( Jesuitas) o de Madrid (Legionarios de Cristo), Catalunya (Montserrat, Jesuitas y Maristas) y La Bañeza.

Silencio absoluto. Ni una palabra de apoyo, a no ser que sea a los agresores sexuales disfrazados con alzacuellos en un sanguinario carnaval. La falta de empatía hacia sus víctimas y el déficit de actitud frente a estos gravísimos delitos contra la infancia han logrado que la credibilidad de una jerarquía eclesiástica revictimizadora, negacionista, minimizadora y debo añadir que también mentirosa, solo exista ya en los y las cuatro del tambor.

Plan PRIVA

Tamborileros y tamborileras, personas algunas en nómina de Añastro, directa o indirectamente, desde tiempo inmemorial, que salen sin escrúpulos a dar cera en las espaldas de algún que otro obispo. Ni siquiera nos nubla el brillo de los crucifijos de cristal, ni la liturgia principesca, alejada de la pastoral. Sabemos que ustedes saben que sabemos. Sabemos que saben lo que está pasando. Y que saben que nosotros y nosotras lo sabemos. Algunas veces con indicios, otras con pruebas. Otras mediando informes facultativos de parte y no de parte que demuestran que el testimonio de una niña o un niño agredido sexualmente por un cura o religioso, es absolutamente creíble y verificado.

Sigan ustedes negando a Huxley, prisioneros de un presente incierto y un terrible futuro, basados ambos en un pasado de terror. Deshumanizados con tal de esconder, avestruces, que se agarran a un clavo ardiendo por una mala fe basada en el miedo. En el escándalo, en un corporativismo católico que por cierto nada tiene que ver con el Arbeitsfrage und das Christentum del obispo y teólogo alemán del siglo diecinueve, Wilhelm Emmanuel von Ketteler, más positivo que el suyo y vinculado con otras más sociales coordenadas. Lo de ustedes es ya falta de vergüenza y de los principios que acostumbran a predicar.

Y no, no tengan la insolencia de acusarnos de anticlericalismo, de repartir carnets de cristianismo. Y no lo hagan porque no es cierto y porque además no tienen catadura ni ética, ni humana, para hacerlo. Mezclar churras con merinas, manzanas reineta con melocotones de viña, tampoco les renta ni les da más credibilidad. Ni el derecho a la interrupción del embarazo, ni la sentencia contra el Fiscal General del Estado tienen que ver con el maltrato a sus víctimas y supervivientes de pederastia. Por mucho que usted, Luis Argüello, pretenda diluir, distorsionar y manipular.

Han perdido lo que ustedes desde el inicio consideraron una batalla y que por nuestra parte siempre fue un logro de justicia y derechos, como demuestra el hecho de que miembros de nuestra asociación, ANIR, hasta cuatro veces en todos estos años, nos reunimos con usted, por partida doble siendo secretario y luego presidente de la CEE, además de con sus antecesores Blázquez y Omella. Esa, su batalla, ha llegado a su fin, y lo saben. Su traído y llevado Plan Priva ha sido un fracaso atronador, una vergüenza más para su iglesia, la de capa, fajín y terciopelo, nada que ver con lo que narra el Evangelio. Veritas est adequatio rei et intellectus.

*Portavoz de ANIR Asociación Nacional Infancia Robada

Etiquetas: abusos en la iglesia catolica