"Es por el camino del agradecimiento que despertamos a la Gracia" No podemos provocar la experiencia de Dios

Contemplación
Contemplación

No existe ninguna filosofía, teología o religión que pueda equipararse con la Experiencia de Dios. Tampoco nuestra imaginación, ni nuestros más piadosos deseos, o nuestras súplicas. No podemos provocar la Experiencia de Dios por más que queramos

No existe ninguna filosofía, teología o religión que pueda equipararse con la Experiencia de Dios. Tampoco nuestra imaginación, ni nuestros más piadosos deseos, o nuestras súplicas. No podemos provocar la Experiencia de Dios por más que queramos.

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Podemos leer la historia de la transformación de Saulo; la conversión de Agustín de Hipona; las historias radicales de personas que fueron reconocidas por su santidad por un proceso de conversión. Podemos tener amigos o familia que nos sorprenden y que podemos decir que son santos, por su comportamiento, por su compromiso, por su Amor. Todo esto lo podemos observar y nos puede gustar mucho y darnos una pauta por donde seguir.

Pero la Experiencia de Dios no ocurre por nuestros deseos únicamente. Ocurre por Dios, quien siempre nos ama primero; quien siempre se manifiesta primero. Y sucede que casi siempre, en mi experiencia, se manifiesta en lo inesperado.

Servir el té todos los días

Hay personas que viajan, estudian o hasta rezan esperando tener la manifestación o la experiencia de Dios, o tener la iluminación. Father John contaba una anécdota de un discípulo en un monasterio que le preguntaba al maestro que qué debía hacer para lograr la iluminación. El maestro le contestó que tenía que servir el té todos los días.

Ahora bien, nuestra imaginación o nuestras creencias nos mueven a buscar la Experiencia de Dios, como si esta fuera una; algo así parecido a lo que le pasó al inicio a Saulo. Ante tales expectativas, nos perdemos de lo importante.

La Gracia
La Gracia Zac Durant/Unspalsh

Dios ES en todo momento, manifestable, experimentable, aquí está, siempre. Percatarnos de su presencia ocurre por la Gracia. Lo que sí podemos hacer es practicar el Silencio interior para así ampliar nuestra perspectiva, nuestra mirada y aprender a estar atentos a las señales.

Los momentos de Gracia

Yo puedo decir, y te invito a recordar, a traer a tu corazón, los momentos de Gracia en que te has percatado de la presencia de Dios en tu vida. Si ponemos atención, serán muchos. Pasa que los olvidamos o nos volvemos más exigentes o cerrados de que tal experiencia de Dios debe ser producto de nuestra imaginación o deseos – y al verlo así, nos limitamos.

He aprendido a traer a mi corazón la Experiencia de Dios lo que me hace estar profundamente agradecida y creo, sospecho, que es por el camino del agradecimiento que despertamos a la Gracia y de ahí, naturalmente, extraordinariamente, a la Experiencia de Dios.

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