"…tejiendo las Comunidades Eclesiales de Base, corazón de la sinodalidad" La red de los Ramales

La red de los Ramales
La red de los Ramales

"La vida en los barrios transcurre de cara a carreteras, calles y caminos. Pero en nuestro querido barrio Tomás de Castro I del municipio de Caguas, los vecinos hablan de 'los ramales'"

"Vista desde arriba, la carretera principal parece un tronco retorcido del que salen -o llegan- muchos caminos. Hemos contado 76 sectores de hogares en los que vamos desarrollando el 'Proyecto de Evangelización Social y Comunitaria', (PESCA). Tenemos una gran red para pescar la esperanza"

"Pero lo que cuento ocurre al margen de las grandes ciudades, de los grandes centros institucionales. Ocurre en los campos de mi tierra. Es el vibrar de nuestra 'Iglesia tierra adentro'"

"Aquí, abajo, 'nos conocemos cara a cara', nos hablamos de frente… Aquí la fe de la comunidad es una gran obra hecha a mano. Entre todos, por los ramales, construimos una gran red y, repito, con ella pescamos la esperanza desde el fondo de nuestra tierra"

“… y yo acuso de tirano,

de déspota y de traidor,

a quien le robe ese honor

al jíbaro borincano”

(Defensa del jíbaro, Luis Miranda- “Pico de Oro”) 

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La vida en los barrios transcurre de cara a carreteras, calles y caminos. Pero en nuestro querido barrio Tomás de Castro I del municipio de Caguas, los vecinos hablan de “los ramales”. Vista desde arriba, la carretera principal parece un tronco retorcido del que salen -o llegan- muchos caminos. Hemos contado 76 sectores de hogares en los que vamos desarrollando el “Proyecto de Evangelización Social y Comunitaria”, (PESCA). Tenemos una gran red para pescar la esperanza.

Proyecto en los Ramales
Proyecto en los Ramales

Pero no me es posible contar la importancia de este relato si no digo, si no confieso, mi presencia particular en la historia, que viene de mucho antes de meterme a cura. Es mi nacimiento, es mi niñez y juventud en los campos de mi pueblo natal, Barranquitas, en el corazón de la cordillera. Para mí, que fui un jibarito niño y como jíbaro crecí, como cantaba el insigne trovador cagueño, hijo de nuestro barrio Tomás de Castro, el Pico de Oro” Luis Miranda, “ser jíbaro para mí es ser un gran ciudadano. Pero en mi suelo antillano, los que se creen superiores, no conocen los valores del jíbaro borincano”.

Por supuesto que los tiempos cambian. Fue en antaño cuando a pico y pala, los jíbaros borincanos en nuestro Caribe isleño construyeron las mejores carreteras, cuando los campos estaban repletos de cultivos para alimentar al pueblo. En mi casa, todos trabajábamos en la siembra y cosecha del tabaco y otros productos agrícolas. No es alimentar la nostalgia por el mundo rural en que crecí. Es que no puedo saltarme la emoción de recorrer los “ramales modernos del barrio” para reunirme con las familias que lo pueblan, para aprender con ellas esa forma tan nuestra con la que “desgranan las enseñanzas de la doctrina social” de la Iglesia, de las lecturas y reflexiones sobre las sagradas escrituras y hasta el interés que ponen en estudiar los documentos del Concilio Vaticano II. Pero sobre todas esas cosas tan importantes, la más que me llega al alma es cuando se atienden unos a otros en esa sencilla metodología de “ver, juzgar y actuar” sobre los temas y problemas de las comunidades y de la patria. Acompañado de tanta sabiduría, me vuelvo a sentir como un niño ávido de siempre “aprender” entre ellos. 

Se trata de “revitalizar” la experiencia pastoral de la fe, de salir de las cuatro paredes del templo parroquial y capillas, de ir mucho más allá de los altares, para salir a reflexionar la teología en esos “otros altares del corazón de los pobres” en las carreteras, calles y caminos de periferias geográficas y existenciales. Por supuesto, que volvemos al altar y celebramos la vida misma en la Sagrada Eucaristía, mesa del amor y la justicia. Hacemos todo eso desde lo que en el magisterio de la Iglesia llamamos “la opción preferencial por los pobres” y la transformación de los organismos parroquiales en verdaderos encuentros “sinodales” donde todos aportan a una fe común, a la esperanza de mi pueblo. 

Tampoco puedo negar que mi caminar es campechano. No es que me sienta orgulloso, sino bien acompañado y acompañando. Nuestro proceso en las “Comunidades Eclesiales de Base” (CEBs) hacen que perciba la presencia diaria de Jesús, de mi “Cristo jíbaro”. 

Nadie se ofenda si les cuento apasionado algo que late mejor que mi corazón. 

Ramales
Ramales

Lo que cuento ocurre al margen de las grandes ciudades, de los grandes centros institucionales. Ocurre en los campos de mi tierra. Es el vibrar de nuestra “Iglesia tierra adentro”, donde hablar de “seguridad alimentaria” y “defensa del ambiente” se refiere al paisaje que tenemos justo al frente, en los patios y fincas de nuestros hogares. Es un mundo distinto de los grandes centros urbanos. Aquí los vecinos usan el internet, pero no nos conocemos ni hacemos comunidades imaginarias a través de esas máquinas electrónicas. Aquí, abajo, “nos conocemos cara a cara”, nos hablamos de frente.

Aquí la fe de la comunidad es una gran obra hecha a mano. Entre todos, por los ramales, construimos una gran red y, repito, con ella pescamos la esperanza desde el fondo de nuestra tierra. 

Imágenes de Lançar a rede de pesca, fotos de Lançar a rede de pesca sin  royalties | Depositphotos

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