Caso Emanuela Orlandi: "El secuestro de Emanuela, ¿fue un favor que pidió Marcinkus?" El secuestro de Emanuela: Declara la amante del gánster (II)

El caso de Emanuela Orlandi
El caso de Emanuela Orlandi

El periodista Miguel Mora define a Sabrina Minardi como “amante del gánster”, Enrico de Pedis, conocido como Renato, y “querida del obispo”, Paul Marcinkus

El portavoz vaticano Federico Lombardi considera infamantes y sin fundamento las acusaciones de Sabrina contra Marcinkus, “muerto hace tiempo e imposibilitado de defenderse”

La periodista Irene Hernández Velasco recoge en el diario El Mundo otras opiniones. El juez Otelo Lupacchini, que ha investigado la Banda de la Magliana y el caso Calvi, considera plausible que el secuestro lo hiciera la Banda de la Magliana "por encargo de Cosa Nostra", para así presionar al Vaticano

En el libro Segreto criminale (2010), la periodista italiana Raffaella Notariale recoge ampliamente el testimonio de Sabrina Minardi sobre el secuestro de Emanuela. El periodista Miguel Mora define a Sabrina como “amante del gánster”, Enrico de Pedis, conocido como Renato, y “querida del obispo”, Paul Marcinkus (El País, 10- 10-2010). Sabrina fue amante del gánster durante los años 1982-1984. 

En la casa del mar. Dice Sabrina: “Emanuela Orlandi fue secuestrada y llevada a la casa de mis  padres en Torvaianica, cerca de Roma. Renato me  dijo que el apartamento le servía para una noche, que era una emergencia, pero al final la tuvo allí un par de semanas”. Sus padres quieren pasar  algún día en el mar y no sabe cómo hacerles cambiar de plan: “Por tanto, aviso a Renato”.

Libro sobre caso Orlandi

Apartamento de Monteverde. Por un tiempo la   llevaron al apartamento de Monteverde, en la zona del Gianicolo, cerca del Vaticano. El apartamento tiene un sótano que Minardi describe a los investigadores: “En Monteverde estaba una que hacía la limpieza a Daniela Mobili (la dueña), se ocupaba un poco de todo, se llamaba Assunta”, “en el sótano estuvo Emanuela un tiempo”, “a veces bajé yo, entré, la chica estaba allí, me preocupaba de que no la hicieran daño” (Notariale, 77, 229, 10, 286, 303), ”la chica llegó al Gianicolo en un coche  conducido por un tal Sergio, chófer de De Pedis. Con ellos iba la mujer de la limpieza del  apartamento”.

“Yo llegué al bar del Gianicolo con mi coche, después Renato me dijo que  tomara otro coche, que era un BMW y que acompañara a esta chica”, “tenía que acompañarla hasta la gasolinera del Vaticano, allí habría un coche matrícula Ciudad del Vaticano con alguien que la estaba esperando”, “durante el trayecto, la identifiqué como Emanuela Orlandi”, “estaba trastornada, confusa. Se sentía que no estaba bien: lloraba, reía. Aunque el trayecto ha sido breve, me parece que hablaba de un tal Paolo”, “allí (en la gasolinera) estaba un señor que tenía el aspecto de un sacerdote, con sotana. Bajó del Mercedes negro, yo hice bajar a la chica”, “la dejé marchar pensando que volvía a su casa”.

Como veremos, Marco Fassoni Accetti, uno de los secuestradores de Emanuela, dice “haber utilizado para sí, como alias, precisamente ese nombre: Paolo”. También utilizaba “hábitos talares”. En la foto, Accetti con sotana, saliendo de una iglesia romana el día de Pascua de 1979 (Peronaci, 253 y 371).

Marcinckus

Un favor a Marcinkus. Renato dijo a su amante que “detrás estaba monseñor Marcinkus”, que “habían raptado a la chica por dar un mensaje a alguien”, “a alguien por   encima de ellos”,“si no nos dan una cosa, nosotros reaccionamos”. Dice Sabrina: “El favor a los Testaccini (el ala más violenta de la Banda de la Magliana) se lo pidió Marcinkus, que vino a ver a Orlandi en la casa de Torvaianica. Yo sentí que ella se puso a gritar, yo estaba fuera de casa, quería intervenir, pero De Pedis me lo impidió”, “me gritó diciéndome que me ocupara de mis asuntos” (Notariale, 209, 289, 286, 376).

Dos sacos en la hormigonera: “Un día Renato me llevó a comer al restaurante Pippo l’Abbruzzese, en Torvaianica. Tenía una cita con Sergio, decía que era mejor terminar con todo: Así hacemos desaparecer todas las pruebas”, “cuando salimos fuera, …vuelta por aquí, vuelta por allá… nos acercamos a una obra”, “llegó Sergio con dos sacos”, “puso  en marcha la hormigonera y echó los dos sacos dentro”, “yo quería saber, pero él me dijo  que me ocupara de mis asuntos”, “en uno de los sacos, me dijo hacia las cinco, seis de la mañana, estaba Emanuela Orlandi”, “pocos días después intentaron raptar a mi hija, llamé inmediatamente a Renato y me dijo: Si te olvidas de todo lo que has visto, no le pasará nada a tu hija”. La obra “estaba cerca de primeros auxilios, pero han construido mucho desde entonces, no puedo saber el edificio exacto”, “he llevado a los policías, pero no les  ha bastado ver la zona”.

Pregunta la periodista italiana: “¿Es posible que sea tan complicado ir a recuperar los trámites y contar las obras abiertas?”, “¿cuántas podía haber en una zona tan limitada?¿Es posible que yo tenga que sugerir ciertas cosas?” (Notariale, 292-296, 210, 306).

Dinero para Marcinkus: “Hubo un periodo en que Renato llevaba siempre grandes bolsas de dinero a casa. Esas de Vuitton. Me las daba para que yo las llevase a monseñor Marcinkus”, “para contar el dinero yo debía hacer todos los montones y recuerdo que una vez contó mil millones (de liras) y el día después lo llevamos a Marcinkus”, “éste le ponía en el mercado exterior el dinero procedente de los negocios de la mafia”. Renato “estaba inscrito en la P2”, “en el archivo secreto”. Ese dinero habría llegado al IOR a través de Marcinkus y no habría vuelto porque terminó también en el bolsillo de Solidaridad por voluntad expresa de Juan Pablo II (Notariale, 157, 276, 83, 35).

Marcinckus

Ambiente de sexo: “No sé qué le habrían dicho a monseñor, si le habrían dicho o no que yo era una chica alegre y cariñosa con quien era generoso, en suma, que él quería estar conmigo”. El monseñor “fue muy directo. No usó preámbulos”, “no sabes cuántas chicas le he llevado a Marcinkus”, “a Poletti lo conocí con Renato. Era un contexto de sexo. Yo había llevado dos chicas a Marcinkus, estaba Renato, estaba Poletti. Y él, el cardenal, tenía mucha confianza con Renato. Se veía claramente. Grandes sonrisas, charlaban amablemente” (Notariale, 114-116).

* Sepultado en la basílica. Siete sicarios acribillaron a Enrico de Pedis en la Vía del Peregrino, el 2 de febrero de 1990 (El País, 10-10-2010). El cardenal Poletti autorizó la sepultura del mafioso en la basílica de San Apollinare. Con fecha 6-3-1990 lo solicitó el rector de la basílica, Pietro Vergari, por este motivo: “Ha sido un gran benefactor”. Con fecha 10-3-1990 el cardenal dio el permiso correspondiente. En 2012, tras una fuerte polémica, los restos del mafioso fueron exhumados, incinerados y echados al mar.

Verificaciones y desmentidos. En agosto de 2008 se encuentra el BMW que, según Sabrina, fue utilizado en el secuestro de Emanuela. Lleva trece años abandonado en el centro de Roma, en el aparcamiento de Villa Borghese. En la época de matriculación (1981) el propietario del coche es Flavio Carboni, empresario sardo, brazo derecho de Roberto Calvi y cajero de la Banda de la Magliana. El empresario dice “no recordar, porque en esa época poseía varios coches de esa marca puestos a su nombre o al de sus empresas” (Notariale, 219, 147, 149). El último propietario del coche fue miembro de la  Banda de la Magliana (Corriere della Sera, 14-8-2008).

Sergio, el chófer del gánster, lo niega todo, niega “incluso haber conocido a De Pedis”. Los policías revisan el apartamento donde había estado Emanuela. Aunque ha sido reformado, la descripción de Minardi les sirve “como un mapa”. Derribando un muro, los  policías descubren una estancia con baño. Allí, según Sabrina, estuvo secuestrada Emanuela y allí se constata un mayor consumo de energía eléctrica en los meses que siguen a su desaparición. Sin embargo, la dueña del apartamento, Daniela Mobili, declara: “No soy yo la carcelera (de Emanuela). Cuando desapareció, yo estaba en prisión” (La Repubblica, 26-6-2008), añade que “presentará una denuncia por calumnia”. La mujer de la limpieza, identificada por los magistrados como Assunta Constantini, desmiente lo que dice Sabrina (Notariale, 279, 303, 223, 281).

Marcinckus

El portavoz vaticano Federico Lombardi considera infamantes y sin fundamento las acusaciones de Sabrina contra Marcinkus, “muerto hace tiempo e imposibilitado de defenderse” (24-6-2008). Sin embargo, la periodista recuerda que, con fecha 25 de febrero de 1987, los magistrados de la Fiscalía de Milán firman un mandato de captura por participación en la bancarrota fraudulenta del Banco Ambrosiano contra los dirigentes del IOR, Paul Marcinkus, Luigi Mennini y Pellegrino de Strobel, pero “nadie los juzga en virtud del artículo 11 de los Pactos Lateranenses” (Notariale, 220-221).

La periodista Irene Hernández Velasco recoge en el diario El Mundo otras opiniones. El juez Otelo Lupacchini, que ha investigado la Banda de la Magliana y el caso Calvi, considera plausible que el secuestro lo hiciera la Banda de la Magliana "por encargo de Cosa Nostra", para así presionar al Vaticano e intentar recuperar el dinero que Calvi les había hecho perder con la quiebra del Banco Ambrosiano (El Mundo, 29-6-2008).

Por su parte, el juez Rosario Priore comenta: “Aquí en Roma a finales de los años setenta había una fuerte necesidad de enviar dinero, como muchas veces se ha dicho, sin ningún desmentido, para la causa polaca”, “la Banda de la Magliana, que no ha perdido nunca sus orígenes de asociación de usureros, no donaba, sino que daba en préstamo. Y por tanto quería recuperar su dinero. No podía recurrir a tribunales; tenía que emplear otros medios, otros medios de presión” (íbidem).

Algunas cuestiones. Se afirma que Sabrina Minardi “no precisa lugares ni fechas”, que “es drogadicta”, que “se desdice”. Se puede entender que ha pasado mucho tiempo y que tiene miedo. Es función de la policía hacer las verificaciones oportunas. Es lo que reclama la  periodista Notariale a propósito de los sacos echados en la hormigonera.

Emanuela

El secuestro de Emanuela ¿fue un favor que pidió Marcinkus? Esto es algo que dijo De Pedis a Sabrina, pero no resulta creíble. El arzobispo Marcinkus estaba en el punto de mira por el flujo de dinero enviado a Solidaridad. Y, claro, por encima del arzobispo estaba el papa Wojtyla.

En uno de los sacos, echados en la hormigonera, ¿estaba Emanuela? También es algo que dijo De Pedis a Sabrina, pero necesitaría verificación. El documento sobre gastos del Vaticano con Emanuela (en Londres, durante catorce años) lo desmiente.

Sabrina lo afirma: Marcinkus “vino a ver a Orlandi en la casa de Torvaianica. Yo sentí que ella se puso a gritar, yo estaba fuera de casa”. ¿Cómo es posible? ¿Por la estrecha relación que tenía con el gánster? ¿Porque sabía perfectamente el motivo del chantaje y de dónde venía?

Hay algo más. Una amiga de Emanuela lo revela en el primer documental: “Íbamos juntas al colegio. Nos hicimos muy amigas. La última vez que la vi fue un día que Emanuela me llamó, la semana antes de que pasara todo, 15 de junio, miércoles. Me dijo: Escucha, tenemos que vernos. Tengo que contarte un secreto”. No se trataba de ningún novio: “Por su aspecto estaba rígida, asustada, incluso avergonzada. Emanuela me dijo que, mientras paseaba por los jardines del Vaticano, alguien muy cercano al Papa (en la imagen aparece el arzobispo Marcinkus) la había estado molestando. A mí me bastó, de verdad, con solo mirarla para entender lo que quería decir. ¿Que la estaba acosando sexualmente? Por supuesto. No creo que ella hubiera confiado algo así a su familia. Creo que es importante decir esto, porque antes no lo hice”.

Concentración en San Pedro para exigir respuestas al caso Orlandi.
Concentración en San Pedro para exigir respuestas al caso Orlandi.

El 22 de julio, un mes después de la desaparición de Emanuela, la familia encomendó el caso al abogado Gennaro Egidio: “Fue un agente del Sisde quien nos lo aconsejó”, “cuando en el Vaticano digáis que os habéis dirigido al abogado Egidio, estarán contentos”, “además no tendréis que pagar nada”, dice Ercole, el padre de Emanuela (Fortichiari, 53-54).

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