"Hay que superar el clericalismo y dar mayor participación a los laicos, a la mujer y a los jóvenes" La sinodalidad nos invita a dejarnos abrir a la novedad

La delegación española en el Sínodo
La delegación española en el Sínodo CEE

"Hemos descubierto que en Europa hay una gran diversidad, tensiones e interrogantes, que no deben ser interpretados de modo negativo, sino como una realidad que nos interpela para ir recorriendo un camino juntos, con el objetivo de subrayar la unidad frente a la diversidad, sin caer en la uniformidad"

"El proceso sinodal no consiste en una lucha por imponer mis/nuestras ideas frente a otros, sino de que hagamos un camino con los otros, desde la escucha del Espíritu Santo, que nos da una gran libertad para dialogar, sin miedo, desde el respeto"

"La iglesia europea ha reconocido “sus heridas” (destacando los abusos sexuales y de poder), desde el arrepentimiento sincero, pero con la convicción de que tenemos que seguir mirando hacia adelante, porque nuestro horizonte es la evangelización en un contexto caracterizado por la secularización"

En primer lugar, me gustaría afirmar que mi participación en la Asamblea Continental Europea en Praga (5-9 febrero 2023), ha sido una experiencia personal inolvidable, al tener la oportunidad de compartir la fe con personas (obispos, sacerdotes, vida consagrada y laicos) de otras iglesias de Europa.

Pienso que el solo hecho de habernos encontrado, conocido, escuchado, dialogado abiertamente y haber realizado un ejercicio de discernimiento comunitario, es la más importante puesta en práctica de sinodalidad.

Ahora bien, las aportaciones realizadas por las delegaciones, los trabajos en grupo y en las plenarias han sido sumamente interesantes y siento que han ido muy sintonía con la Síntesis que aportamos la delegación española.

En estos días, hemos descubierto que en Europa hay una gran diversidad, tensiones e interrogantes, que no deben ser interpretados de modo negativo, sino como una realidad que nos interpela para ir recorriendo un camino juntos, con el objetivo de subrayar la unidad frente a la diversidad, sin caer en la uniformidad. El proceso sinodal no consiste en una lucha por imponer mis/nuestras ideas frente a otros, sino de que hagamos un camino con los otros, desde la escucha del Espíritu Santo, que nos da una gran libertad para dialogar, sin miedo, desde el respeto.

La sinodalidad es un modo de ser Iglesia, un estilo de vida, que debe atravesar todas nuestras acciones pastorales, y que nos llama a crecer en comunión, a ser una Iglesia más inclusiva, a vivir la corresponsabilidad de todos los que formamos parte del pueblo de Dios. De un modo particular, en estos días, se ha insistido en el hecho de que hay que superar el clericalismo y dar mayor participación a los laicos, a la mujer y a los jóvenes, en la toma de decisiones eclesiales. Y el fundamento de la corresponsabilidad es el sacramento del bautismo, por el que todos somos iguales en la Iglesia.

La iglesia europea ha reconocido “sus heridas” (destacando los abusos sexuales y de poder), desde el arrepentimiento sincero, pero con la convicción de que tenemos que seguir mirando hacia adelante, porque nuestro horizonte es la evangelización en un contexto caracterizado por la secularización.

No debemos tener miedo a morir a ciertas formas de ser Iglesia, que pueden estar caducas, y debemos abrirnos a la novedad, dejándonos sorprender por el Señor, que camina con nosotros, abiertos también a la sorpresa de los hermanos con los que compartimos la vocación bautismal y, por tanto, la misión evangelizadora

Constatamos que nos falta el ardor misionero para transmitir una fe más atrayente, manteniendo la Tradición, pero con un espíritu renovado, porque existe una fractura entre fe y cultura actual, y como Iglesia no estamos respondiendo a los signos de los tiempos, que incluyen el grito de los más pobres y marginados.

Los participantes en la Asamblea Europea del Sínodo
Los participantes en la Asamblea Europea del Sínodo

En síntesis, me voy de Praga con ilusión y esperanza, porque he percibido en la Iglesia que peregrina en Europa un auténtico deseo de crecer en sinodalidad, aunque pienso que este camino no ha hecho más que comenzar.

No debemos tener miedo a morir a ciertas formas de ser Iglesia, que pueden estar caducas, y debemos abrirnos a la novedad, dejándonos sorprender por el Señor, que camina con nosotros, abiertos también a la sorpresa de los hermanos con los que compartimos la vocación bautismal y, por tanto, la misión evangelizadora.

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