Ser posibilitadores de cambio social La sociedad transformada por la esperanza
(David López).- El pasado día 8 de diciembre reflexioné sobre La esperanza de transformar la sociedad, hoy quiero animaros a todos los que podáis leer este artículo a que pensemos sobre el significado de la sociedad transformada por la esperanza.
Nuestra sociedad y nosotros como parte de la misma precisamos de gestos que nos hagan creer que la sociedad puede ser transformada con el fin de estar en un espacio de convivencia que nos motive a todos a tomar conciencia de que podemos construir un modelo distinto al que tenemos.
El primer objetivo es, por tanto, creer en nosotros mismos, teniendo muy claro que lo que queremos aportar a la sociedad es algo diferente a lo que hoy percibimos. Se trata de demostrar que se puede construir un espacio tocado por un macrovalor esencial: ser creíbles porque verdaderamente nos hemos transformado.
Esto es totalmente factible porque en cada uno de nosotros existe la posibilidad de poder razonar y, desde este punto, reconvertir lo que hoy afecta a la sociedad negativamente en un proyecto que ayude a construir una sociedad con generosidad.
Desde hace más de 180 años cuando se comienza a establecer la ciencia sociológica se está intentando comprender el por qué suceden determinados acontecimientos económicos, políticos, jurídicos, sociales, etc. Se trata de conocer de manera sistemática, analítica y empírica las causas y los efectos de lo que ocurre en la sociedad.
El profesor Luis Rodríguez-Zúñiga nos recuerda que "lo propio del pensamiento sociológico, del modo de pensar sociológico, es que parte de la convicción de que el comportamiento y las formas de pensar de los actores sociales no pueden ser comprendidos ni explicados si no se relaciona todo ello con el contexto institucional (económico, político, lingüístico, etc)".
El compromiso de construir una sociedad con generosidad conlleva el querer razonar; apoyándonos en la idea de que, desde la razón, se puede explicar lo que sucede a nuestro alrededor.
Para establecer un espacio que nos ayude a razonar, las personas tenemos que tener la voluntad de hacer el ejercicio noble de fundamentar aquello que queremos construir para lograr una sociedad diferente. No se trata de lanzar eslóganes ni de convencer intentando mover "la pasión" o dimensión psicológica de las personas; se trata de "enseñar" lo que se desea plantear usando la razón. La razón siempre nos conduce al diálogo. La razón no es excluyente de la experiencia psicoafectiva de las personas; podemos decir que ambas se complementan, haciendo posible el crecimiento personal y una relación madura y constructiva entre las personas.
Creer en nosotros mismos, desde lo señalado en el párrafo anterior, implica enfrentarnos al ejercicio de razonar. Cada uno de nosotros tiene la posibilidad de ayudar a construir una sociedad marcada por unas relaciones basadas en lo que llamo la dinámica de la razón. Esta dinámica de razonar nos conduce a potenciar proyectos que se construyen con la implicación directa de las personas que lo que buscan es el bien común para el conjunto de la sociedad.
Al respecto, podemos encontrar infinidad de ejemplos de personas que pueden ser un referente en el ejercicio de desarrollar, en su momento histórico, lo que he llamado dinámica de la razón. Esta dinámica es la que posibilita que muchas personas puedan ser creíbles porque verdaderamente se transformaron. Supieron combinar la capacidad de razonar con la dimensión psicoafectiva de su ser persona.
El segundo objetivo es que esa transformación llegue a cuantos más mejor y pueda ser un punto de apoyo para provocar cambios positivos en la sociedad. Particularmente, siempre me ha impresionado la capacidad provocadora de muchos fundadores y fundadoras de congregaciones religiosas; desde luego que son un ejemplo para la sociedad y de su experiencia podríamos aprender mucho. Son personas que se "dejaron transformar" y el tiempo ha demostrado que sus proyectos son creíbles y, por ende, portadores de Esperanza.
Son "provocadores de liderazgo positivo y constructivo". Hace poco tiempo un buen amigo -Miguel Ángel Millán- publicó un libro en la editorial Sal Terrae con el título: Liderazgo y gestión. Lo que podemos aprender de los fundadores. Se trata de un libro que merece ser meditado; traigo aquí un breve resumen que está recogido en la contraportada y en capítulo 1:
"Crear una empresa, liderar iniciativas, dirigir organizaciones...: toda una aventura. Y más en contextos difíciles. En este sentido, las empresas y organizaciones con más de cien años de historia tienen un mérito indiscutible ¿Cuál es el secreto de su éxito? (...) Otro elemento común de los fundadores fue que estaban muy en contacto con la realidad de su entorno, en la historia que les tocó vivir. Desde ese contacto con la realidad, hubo un cierto momento en sus vidas en que algo les conmocionó, les impactó, hasta el punto que decidieron implicarse, comprometerse, en esa realidad que les había conmocionado. Esto no se tradujo siempre en un proyecto fundacional de manera inmediata. Con bastante frecuencia requirió un tiempo de compromiso personal, de reflexión, de búsqueda, de discernimiento, hasta que surgían compañeros de aventuras o asumían la iniciativa de fundar algo nuevo. Y, una vez iniciada la andadura del nuevo proyecto, van a estar siempre en contacto con la realidad, demostrando una gran capacidad de adaptación a los cambios y de afrontar nuevos retos."
Los/as fundadores/as se transformaron y dejaron a la sociedad proyectos que siguen transformando la propia sociedad. Llegan a infinidad de personas en todo el mundo desde diversas perspectivas.
La provocación positiva hace posible que la sociedad pueda plantearse un cambio. Un cambio que surge de la reflexión, meditación, empeño y compromiso; nace de la interrelación de las personas que tienen una vocación de servicio, y de la disponibilidad de muchas de éstas a ejercer un liderazgo constructivo, no de eslóganes ni de recetas oportunistas.
El tercer objetivo corresponde al ejercicio responsable de querer ofrecerse como posibilitador del cambio social; pero para que esto sea posible es preciso haber asumido los dos objetivos anteriores.
Ser posibilitador es implicarse, cada uno a su nivel, en aportar valor a nuestra sociedad. Esto, todos, absolutamente todos, lo podemos hacer. Si queremos que la sociedad sea transformada es preciso que cada cual aporte su semilla.
Se trata de la semilla:
-de la convivencia,
-de la coherencia,
-de la ética personal,
-de querer escuchar,
-de intentar comprender,
-de fomentar la amistad,
-de buscar serenar y apaciguar,
-de sentir pasión por lo que de bueno hay en el mundo,
-de no engañarnos a nosotros mismos pensando en destruir más que en construir,
-de emprender para hacer proyectos en donde podamos crecer como personas.
Ser posibilitador es avanzar en la dirección de hacer realidad que la generosidad de las personas se pueda desarrollar. El posibilitador es la persona generosa que siempre tiene como objetivo construir para que la sociedad pueda beneficiarse de la justicia y de la equidad.
No podemos renunciar a lo que podemos ejercer desde la libertad. El creer en nosotros mismos supone el esfuerzo de afianzar el principio de libertad que todo hombre debe tener; pero no una libertad caduca y limitada a los principios del tener y poseer. Tiene que ser una libertad amparada en ser posibilitador. Una libertad que, desde nuestra capacidad de razonar, nos anime digamos que a abrirnos, a comprender que la grandeza de los hombres está en ser portadores de ESPERANZA.
Si nosotros somos ESPERANZA, LA SOCIEDAD quedará totalmente transformada.
El cuarto objetivo es profundizar en la importancia que hay que darle a la vocación para que un proyecto sea realmente creíble y esté apoyado en la "idea que transformará el mundo de manera positiva".
No hace falta que el plan sea construir un megaproyecto, no... no..., no se trata de construir, se trata de "sentir que tu proyecto" sea grande o pequeño tiene que estar impregnado de vocación.
La vocación convive con la necesidad de lograr que el proyecto sea sensible a los demás y, al mismo tiempo, profundamente humano. Si el proyecto no tiene sensibilidad no será capaz de aportar ESPERANZA.
Juan Carlos Cubeiro en su libro Leonardo da Vinci y su códice para el liderazgo, en el capítulo 2, explica excelentemente "el sentido de la vocación".
No podemos avanzar en construir una sociedad en donde se haga presente el macrovalor de ser creíbles porque verdaderamente nos hemos transformado, si no desarrollamos nuestra vocación. La vocación hace que nos impliquemos con aquello que queremos ser como personas; la vocación nos cuestiona, pero también nos empuja a madurar para no apartarnos del compromiso que tenemos que tener como parte integrante de una sociedad que necesita cambios. La vocación nos hace ser creativos, imaginativos, soñadores, luchadores, emprendedores, potenciadores de nuevos proyectos; en definitiva, personas que transmiten ESPERANZA.
El empresario que quiera ser verdadero empresario tiene la oportunidad de serlo intentando desarrollar los cuatro objetivos aquí propuestos. Desde esta perspectiva liderará proyectos con vocación de ayudar a construir una sociedad más justa y coherente; éste será el título de la próxima reflexión.
No me resisto a terminar este artículo sin una breve mención al tiempo que nos está tocando vivir en nuestra historia cristiana. Lo hago con profundo respeto a las personas que lean este artículo y no sean creyentes, pero considero que habiendo tratado en esta reflexión sobre LA SOCIEDAD TRANSFORMADA POR LA ESPERANZA hay que señalar que la Navidad es un tiempo de Esperanza. Es la Esperanza que nace de la convicción y de la Fe. Sí, una Fe, que conlleva compromiso, solidaridad y fraternidad. Hoy es día 29, y estamos muy cerca de celebrar la festividad de la Epifanía del Señor (Día de Reyes); un día, también, lleno de ESPERANZA para muchos niños y mayores. Hagamos, entre todos, CREYENTES Y NO CREYENTES, que la ESPERANZA se adueñe de nuestros corazones para que nuestra capacidad de razonar se base en:
-un principio de justicia, y
-en el "ejercicio activo" que la transparencia sea el compromiso al que todos nos podamos adherir.