"Una tradición viva se mantiene y progresa gracias a los conflictos" Por una teología moral en salida

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"En estas páginas se afrontan algunos «nudos» que debemos desatar para que la teología moral colabore a que la Iglesia dé frutos en la caridad para la vida del mundo y se renueve, como nos pide el papa Francisco"

"Esos nudos, en parte, los hemos hecho dentro de la Iglesia. Otros vienen de situaciones muy distorsionadas de la experiencia humana en una posmodernidad tecnológica que tiende a diluir al sujeto personal y romper sus vínculos"

"No hay soluciones mágicas para responder a los retos enormes, pero sí hay enfoques que nos pueden ayudar a hacerlo y tienen que ver con los marcos eclesiológicos, antropológicos, así como con la epistemología y el método del conocimiento moral"

En estas páginas se afrontan algunos «nudos»que debemos desatar para que la teología moral colabore a que la Iglesia dé frutos en la caridad para la vida del mundo y se renueve, como nos pide el papa Francisco, en los caminos abiertos por el Concilio Vaticano II[1].
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Esos nudos, en parte, los hemos hecho dentro de la Iglesia, especialmente por parte de quienes han tenido en ella más responsabilidad y autoridad. En ellos resuenan herencias pesadas o desarrollos basados en enfoques mal orientados que unos dan por definitivos, mientras que otros claman por cambiar. La llamada es a discutir serenamente los argumentos de unos y otros, invocando la asistencia del Espíritu Santo, en la Iglesia que Cristo construye sobre Pedro, sin caer en polarizaciones que llevan a enfrentamientos y descalificaciones, ni en ideologizaciones que instrumentalizan la doctrina de la fe para sacar adelante opiniones particulares, prescindiendo del Pueblo de Dios.

Otros nudos vienen de situaciones muy distorsionadas de la experiencia humana en una posmodernidad tecnológica que tiende a diluir al sujeto personal y romper sus vínculos, subvirtiendo con frecuencia la relación entre medios y fines. Nuestros tiempos «líquidos» generan abundantes distorsiones en el sujeto humano en temas clásicos de la moral sexual y la bioética, a los cuales se han ido sumando otros problemas.

Uno de los grandes nudos que amenaza con hacerse cada vez más difícil es el de la disolución antropológica manifestada en las «promesas» que vienen de la mano del transhumanismo o los impresionantes progresos de las neurociencias con todo lo que pueden llegar a hacer en la mente humana y la conducta, así como la alteración de la identidad humana y la radical ambigüedad sobre la corporalidad y la dificultad para que, a través del cuerpo, se haga presente el ser humano (mujer y varón) en el cuerpo. Asistimos al debilitamiento programado de la vinculación en su dimensión personal (corporal-espiritual), relacional-afectiva (deseo-amor) y público-institucional (justicia-solidaridad-paz)[2]. Es como un «nuevo nihilismo» que «universaliza todo anulando y desmereciendo particularidades o afirmándolas con tal violencia que logran su destrucción»[3], y va más lejos que el relativismo clásico, porque difumina la materia misma sobre la que reflexionar, despreciando la experiencia inmediata y la conciencia de la realidad, tanto natural como social.

Por supuesto que aquí el contexto también importa; no es lo mismo la Iglesia en un país que en otro; cada lugar tiene sus circunstancias, que influyen en el sesgo de los problemas y también en los modos de su afrontamiento, pero al mismo tiempo las fronteras son continuamente sobrepasadas en casi todo y las redes sociales no entienden de soberanías nacionales. Ciertamente, no hay soluciones mágicas para responder a los retos enormes, pero sí hay enfoques que nos pueden ayudar a hacerlo y tienen que ver con los marcos eclesiológicos, antropológicos, así como con la epistemología y el método del conocimiento moral.

Transhumanismo

Apertura a los conflictos bajo el signo de la Cruz

La teología moral en salida debe «hacerse cargo de los conflictos» de dentro de la Iglesia y los que afectan a todo el mundo, a fin de «resolverlos y transformarlos en el eslabón de un nuevo proceso»[4]. En realidad, una tradición viva se mantiene y progresa gracias a los conflictos – tanto los que tiene con los críticos y enemigos externos como los debates internos en torno al significado y las bases de los acuerdos fundamentales y su progreso –, porque es una discusión históricamente desarrollada y encarnada[5].

El filósofo escocés Alasdair MacIntyre alerta de que, cuando crecen dentro de una tradición las disputas estériles y se intensifican las dificultades internas para alcanzar los propios fines, solo se puede salir de esa crisis epistemológica desarrollando un nuevo sistema de conceptos o generando nuevas síntesis que permitan hacer frente a los nuevos problemas en continuidad con la tradición.

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[1] Hemos intentado dar una humilde contribución a la renovación de la teología moral en el libro Teología moral en salida: deshacer nudos y afrontar retos, Santander, Sal Terrae, 2023. ↑

[2] Cfr. Conferencia Episcopal Española, El Dios fiel mantiene su alianza (Dt 7,9), Madrid, Edice, 2023, 19. ↑

[3] J. M. Bergoglio, «Educar para la cultura del encuentro», en id., Papa Francisco y la familia, Madrid, Romana, 2015, 64. ↑

[4] Francisco, Constitución apostólica Veritatis gaudium (VG), n. 4d. ↑

[5] A. Macintyre, Whose Justice? Which Rationality?, London, Duckworth, 1988, 270. ↑

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