"Pasado el idilio entre el mundo y la Iglesia, toca mirar al mundo" El tiempo ordinario de León XIV

León, con los representantes pontificios
León, con los representantes pontificios Vatican Media

"Una de las cuestiones que aprendimos en el período que se dio desde la muerte de Francisco a la elección de León XIV fue que acostumbramos a aplicarle a la Iglesia nuestras categorías políticas con las que intentamos comprender la realidad"

"Salvo unas cuantas personas que intuyeron la posibilidad de que el cardenal Prevost saliese elegido, los medios de comunicación ni lo olieron. Y seamos sinceros, para el común de los mortales era un completo desconocido. Pero para Bergoglio y la curia, no"

"Estamos ante un Papa que parece que no se altera … Y esto es lo revolucionario en un mundo que se consume por la inmediatez y la rapidez, por la bomba informativa de última hora. Pues con León XIV esto no funciona así, gracias a Dios"

"A partir de aquí podemos perfilar una serie de directrices que pueden servirnos para poder comprender al sucesor de Pedro en nuestros día"

Una de las cuestiones que aprendimos en el período que se dio desde la muerte de Francisco a la elección de León XIV fue que acostumbramos a aplicarle a la Iglesia nuestras categorías políticas con las que intentamos comprender la realidad. Salvo unas cuantas personas que intuyeron la posibilidad de que el cardenal Prevost saliese elegido, los medios de comunicación ni lo olieron. Y seamos sinceros, para el común de los mortales era un completo desconocido. Pero para Bergoglio y la curia, no.

Ahora que, ya pasado el idilio entre el mudo y la Iglesia, no se pasó ni un minuto sin informar por lo que acaecía en Roma, y que los focos se han apagado, toca mirar al mundo y afrontar los diferentes desafíos que tenemos encima de la mesa. Ha coincidido, y ya es curioso, que desde el día de la elección el 8 de mayo, dentro del tiempo de Pascua, ha pasado un mes hasta su finalización de Pentecostés. Una vez el espíritu del Resucitado está entre nosotros, llega el tiempo ordinario, la cotidianidad de los días, de sus problemas y de sus desafíos.

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Seamos sinceros. A nivel mediático León XIV fue acogido con entusiasmo. Su salida a la plaza de San Pedro tras ser elegido fue de libro. Su rostro mostraba humildad, sintiendo la responsabilidad sobre sus hombros, sabiendo lo que se le venía encima y lo aceptaba desde un compromiso radical de donación y sacrificio como solo la cruz de Cristo puede enseñar.

Más de 40.000 fieles aclaman al nuevo Papa León XIV en la plaza de San  Pedro – El Día de Gualeguaychú

Sin embargo, los medios ya están cayendo, incluso muchos fieles, en los errores de la inmediatez, de la prisa. Se le acusa de no tomar decisiones, de no haber marcado una línea clara de su pontificado. De todas, todas, se equivocan. Por dos razones.

La primera, la Iglesia católica no es un Estado, abarca a los cinco continentes y es la única institución del mundo que tiene como referente a la humanidad entera. ¿Alguien todavía cree que la Iglesia puede tomar decisiones como un Gobierno de un país normal y al uso? Eso no implica que no deba tomar decisiones, las toma, pero no con la misma lógica ni tempo a los que estamos acostumbrados.

La segunda, hay que estar ciego para no darse cuenta de unos parámetros, de unas prioridades que el entonces cardenal Prevost está perfilando con claridad y taquígrafos. Si alguien esperaba una revolución, que espere, ¿pero es que las revoluciones son siempre lo que necesita la humanidad y la sociedad? Y la Iglesia, ya tiene en sí misma la revolución impresa en su ADN, llevar a cabo la dignificación de toda persona a través de toda dignidad humana sagrada. No hay otra revolución.

Además, estamos ante un Papa que parece que no se altera, donde la quietud y la profundidad de todo lo que dice y hace son producto de un proceso de maduración y responsabilidad absolutas. Y esto es lo revolucionario en un mundo que se consume por la inmediatez y la rapidez, por la bomba informativa de última hora. Pues con León XIV esto no funciona así, gracias a Dios. A partir de aquí podemos perfilar una serie de directrices que pueden servirnos para poder comprender al sucesor de Pedro en nuestros días.

Fe en Cristo

Al día siguiente de su elección, ante la curia, sus primeras palabras fueron en inglés, para presentarse como uno más entre ellos. A continuación, les conminó a seguir con el patrimonio y la tradición de la Iglesia que cuenta con más de 2000 años. Y no lo hizo de forma dogmática, porque sí, más bien, se fue al evangelio cuando Jesús les pregunta a sus discípulos: “¿Qué dice la gente soy yo?”. Su respuesta fue inquietante, y es ahí cuando este hombre atrapa, porque no tiene pelos en la lengua, expresa lo que muy pocos dicen y cómo lo dice. Expresó que la respuesta a esa pregunta desde la perspectiva del mundo es el rechazo y la eliminación. Este punto es clave y analizaremos a continuación, pero le recuerda al mundo rico, sobre todo a Occidente, su olvido sobre la persecución y el asesinato de muchas personas cristianas a causa de su fe. Muchas de ellas en misión, cuestión de la que sabe como pocos porque estamos ante un Papa misionero. A la respuesta del mundo, contrapone la respuesta de las gentes pobres y sencillas que son los garantes más activos de la Fe en Cristo en el mundo, calificándolo como un hombre recto que hace de la justicia su carta de presentación. Por lo tanto, ya tenemos su primer hilo conductor: salvaguardar la Fe de la Iglesia banjo cualquier circunstancia, pero defendiendo y recordando a aquellos mártires que sostienen y vivifican la fe en Cristo crucificado y resucitado.

Audiencia del papa León XIV con los periodistas

Defensa de la persona creyente

Aquí estamos ante una de las sorpresas de León XIV porque es cuando aparece y se expresa con más firmeza. En esa misma intervención, la del 9 de mayo ante los cardenales, les expresó algo que la mayoría de los creyentes hemos sufrido y no hay victimismo en mis palabras. Se quejaba de forma amarga que en muchos lugares del mundo la fe se asocia con personas débiles y poco inteligentes, ya que se prefieren otras seguridades: el placer, el dinero, la fama, el poder…donde se suele atacar y ridiculizar la fe. Ahora bien, apuntaba que es aquí, en estos contextos de peligro y señalamiento donde la misión de la Iglesia tiene que ser más directa y clara porque se dan dramas como la pérdida del sentido de la vida y de la misericordia.

Cuando la fe desaparece del horizonte de la persona humana corre el peligro de deificar al propio ser humano como el último fundamento de todo, donde su palabra tiene que imponerse bajo cualquier circunstancia porque no hay límite que valga. ¿No es eso lo que estamos haciendo con los desheredados de la tierra? ¿No es eso lo que estamos haciendo con millones de niños y niñas que son víctimas desde antes de nacer? ¿No es eso lo que estamos haciendo con nuestra madre Tierra, esquilmándola sin reparar en los daños que estamos gestando a las próximas generaciones? ¿Y no es eso lo que estamos haciendo con los genocidios y masacres que en pleno siglo XXI aceptamos como un elemento más de nuestro paisaje? Este Papa es muy consciente de las patologías que se derivan del silenciamiento de Dios en el mundo de hoy.

Hacer visibles a otras iglesias y sensibilidades cristianas

El miércoles 14 de mayo presidió en el aula Pablo VI un encuentro con los representantes de las iglesias orientales. Parémonos ante este discurso. A mi juicio el más potente hasta el momento, sin desperdicio. Comenzó con dos frases imponentes que han pasado inadvertidas. La primera, aviso a navegantes, por si a alguien se le olvidaba: “Cristo ha resucitado. Verdaderamente ha resucitado”. Ya decía San Pablo que sin la Resurrección, vana es nuestra fe. Conviene recordar la base de nuestra fe. Y sólo desde ahí, podía decir lo segundo que es sorprendente: “Ustedes son valiosos”. La obra de la redención humana comenzó en Oriente. Toda la tradición judío profética es de Oriente y proviene de ahí. Además, no lo olvidemos, los mayores sufrimientos que hoy padecen millones de personas está en esas tierras.

Habló de la importancia de los católicos orientales de la diáspora. Cuánto tenemos que aprender los occidentales y europeos bien pensantes de Oriente en cuanto al significado de la salvación, del hombre integral, de la primacía de Dios en un mundo lleno de orfandades sistémicas, del significado último del ayuno, de la espiritualidad y del misticismo, palabras que se han ido perdiendo de forma paulatina en Occidente. Pero, sobre todo, apuntaba León XIV sobre la gravedad del peso del pecado. Occidente afronta una verdadera epidemia relativista donde todo vale y nada vale al mismo tiempo. Las iglesias que son perseguidas cuentan con el convencimiento de lo que no se puede prescindir ni hacer oídos sordos y eso el Papa lo sabe porque ha vivido en la periferia, con el pueblo, codo con codo, afrontando y arreciando tormentas de todo tipo.

León XIV llama a la unidad en el Jubileo de las Iglesias Orientales

El cardenal Prevost sabe que el futuro de la Iglesia está lejos de Europa e incluso de América; Asia y África son los dos puntos esenciales y estratégicos del futuro de la Iglesia y este hombre es, hoy por hoy, quien lo tiene más claro. De ahí, si se me permite, la designación y la función que le dé a Tagle será crucial para afrontar esa Iglesia naciente que va más allá de las américas y de lo europeo.

Iglesia, sinodalidad y unidad

La palabra que más está repitiendo en este primer mes y medio es unidad. La discordia es lo fácil; discutir lo tenemos a mano, pero la unidad exige un compromiso total hacia la escucha de aquel que ni piensa ni siente como yo. ¿Y por qué insistir tanto en ello? ¿De dónde viene la importancia de la unidad, es mero marketing?

León XIV nos está emplazando a todo el pueblo de Dios, a la Iglesia a transitar el camino de Dios que nos quiere como una única familia. Esto fue, precisamente, lo que expresó el 18 de mayo en la misa de entronización. Todo ello para “navegar en el mar de la vida frente a las aguas de la muerte que inundan la historia del mundo”. ¿Se puede decir mejor? Pertenecemos a la familia de Dios personificada en la Iglesia, no como lo hace el mundo, es decir, a través del sometimiento, de la propaganda religiosa o con los medios clásicos del poder, no, “sino que se trata siempre de amar como lo hizo Jesús”. La Iglesia, como nos recordó tantas veces Francisco, tiene que alejarse de toda mundanidad.

Sólo habrá unidad en la Iglesia cuando a ésta sólo le mueva la fraternidad y misericordia universal del mensaje de Jesús de Nazareth: “Yo no soy de este mundo” (Juan, 8, 21), y por eso lo crucificaron. Las categorías del mundo no coincidían, y siguen sin coincidir, con la lógica cristológica. Por ello vivimos en un mundo herido y lleno de víctimas inocentes. Tenemos que caminar todos juntos, como hermanos, sin exclusiones, porque no sólo de los poderosos depende que la historia vire y transite hacia caminos de justicia. Depende de todos los que formamos parte del pueblo de Dios, unidad y sinodalidad.

La emergencia de un nuevo mundo desde la inteligencia artificial

Que estamos en un cambio de época es decir una obviedad. La era tecnológica ha transformado la faz de la tierra y la digitalización del mundo de la mano de la irrupción de la inteligencia artificial lo ha acelerado como ninguna otra circunstancia en la historia. Cualquier ámbito humano ha sido colonizado por la lógica digital.

Estamos, pues, ante el primer Papa que ha entendido este desafío, de ahí una de las razones de la elección del nombre de León. Uno de sus objetivos será que debe inspirar desde el evangelio cómo vivir en tiempos de nubes digitales, a golpes de click, likes y demás. Si lo hace, estoy seguro que será un Papa cercano a los jóvenes, claves para poner sobre la mesa alternativas que puedan evitar ser devorados por una realidad que parece no tener límites y desconociendo su evolución más próxima. A todo esto y más se va a tener que enfrentar León XIV en el tiempo ordinario. No sólo él, todos y cada uno de nosotros tenemos cosas que aportar y decir. Él tiene la responsabilidad de visualizar aquello que pasa desapercibido, pero nos exhorta y nos perfora. Que Dios nos ilumine y nos sostenga.

Papa León XIV: Ante el dramático escenario de guerra pidamos por el milagro  de la paz - Vatican News

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