La 'vida contemplativa' demanda urgente y próspera reforma Se venden -y se compran- conventos (de clausura)

Convento en venta
Convento en venta

"Mi aseveración se formula de esta manera: los conventos de clausura se acaban. Se cierran. Se venden y, por tanto, se compran o se donan para dedicarlos a otros menesteres"

"Las estadísticas son estoicamente neutras, elocuentes, decisivas y hasta previsoras. Van por delante. No hay vocaciones"

"No obstante, el 'ORA ET LABORA' sigue y seguirá siendo de actualidad permanente y efectiva en la Iglesia, pero tal vez no como en los tiempos presentes"

"¿Y qué hacemos con los monasterios-conventos antiguos, amortizados ya, o por amortizar, que ocupan lugares urbanísticos tan solicitados por las grandes empresas? Más que de teología, es -será- cuestión administrativa"

"Lo que hasta el presente es y se seguirá llamando 'vida contemplativa' -con huertos, huertas y obradores para la elaboración de los dulces-, demanda urgente y próspera reforma, en beneficio creciente para los más necesitados"

Vaya por delante, y como dato e impresión sobradamente constatada, que el “escándalo” que puedan suscitar estas sugerenciasha de ser compensado con la satisfacción y el contentamiento que, a consecuencia de ello, habría de suscitarse. Eso sí, sin concesión facilona, ni en caso alguno, al fundamentalismo de sus respectivas progenies y progenitores.

Y mi aseveración se formula de esta manera: los conventos de clausura se acaban. Se cierran. Se venden y, por tanto, se compran o se donan para dedicarlos a otros menesteres.

Las estadísticas son estoicamente neutras, elocuentes, decisivas y hasta previsoras. Van por delante. No hay vocaciones. Monjas y monjes rebasan con generosidad ”en edad, saber y gobierno”, y con sentido común, lo establecido en sus santas Reglas y Constituciones, y la vida se les apaga, sin posibilidad alguna de continuación. Los límites “humanos y divinos” son así de tercos y de infalibles. La “renovación vocacional”, que proporcionan novicias y novicios de procedencia hispano- americana, filipina, asiática y africana, son “flor de un día”, por lo que su posible colaboración a la atención eclesial suele ser poco duradera.

Esto no obstante, el “ORA ET LABORA “ sigue y seguirá siendo de actualidad permanente y efectiva en la Iglesia, pero tal vez no como en los tiempos presentes en los que, silenciadas a perpetuidad , sin iniciativas de renovación, bajo fórmulas autoritarias de fundadores, y padres espirituales, aniñadas y dulces, muy dulces, a consecuencia prevalentemente de que el “labora”, de su lema benedictino lo ejercen y practican en los “obradores” monásticos de la confitería y repostería, publicitados sus productos con nombres de santos y santas y el añadido de alguna que otra milagrería.

El voto de “en virtud de la “santa y ciega obediencia” merecería capítulo aparte en unos tiempos en los que una novicia no puede someterse a la prueba, por ejemplo, de tener que limpiar y fregotear las escalares desde abajo hacia arriba y no al revés, como Dios manda, al igual que las lechugas no podrán sembrarse en el huerto al revés, con la raíz sobre la tierra, con la seguridad de que si tal despropósito se llevara a cabo “en virtud de santa obediencia”, Dios, de idéntica manera, las hará florecer y fructificaren su día, al igual que las demás lechugas hermanas procedentes del mismo vivero.

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Los conventos de clausura se cierran. Y se cerrarán los que quedan, cuando a sus “piadosas monjitas” pletóricas de oraciones, rezos, vocación y buenas intenciones les llegue la hora de desposarse eternamente con Dios en los cielos, después de haberlo hecho con el rezo de sus “horas canónicas”, sus sacrificios y el servicio al prójimo.

Algunas Congregaciones o comunidades de religiosas, sobre todo las de hábitos, costumbres y Constituciones de santa Clara, “hermana” del Francisco de Asís y del Francisco de Roma, están dedicando sus trabajos y oficios monásticos a servir a los pobres y necesitados, bajo cualquiera de sus “advocaciones”, como peregrinos, emigrantes, maltratadas, enfermos, desvalidos, huérfanos, solos o solas, por lo que sea o por el paso del tiempo, sin preguntar por el DNI y por la Religión que profesen a dejen de profesar…

La transformación de los clásicos monasterios de clausura está irreversiblemente forzada a traducir tanto el “ora” como el “labora”, con fidelidad ascética y mística a cualquiera de las fórmulas que lleve consigo el servicio-entrega- ministerio a las necesidades del prójimo.

¿Y qué hacemos con los monasterios-conventos antiguos, amortizados ya, o por amortizar, que ocupan lugares urbanísticos tan solicitados por las grandes empresas? Más que de teología -eclesiología, es -será- cuestión administrativa, y de una entidad como es la Iglesia, pobre por definición y por naturaleza (De todas formas, ¡cuidado, mucho cuidado, con los negocios, negociadores y negociantes y más “santos y en el nombre de Dios”¡).

En tan sacrosanta renovación y reforma penitencial, es imprescindible partir de la base de que el término “convento” significa de por sí y por procedencia del latín, “reunión de gente o “comunidad que vive en este edificio”, por lo que, el hecho de no haber “gente” para la que fuera fundado, financiado y dotado, su justificación radicalmente habría de ser cuestionada.

Por lo tanto, y sin necesidad de “escándalo” alguno, lo que hasta el presente es y se seguirá llamando “vida contemplativa” - con huertos, huertas y obradores para la elaboración de los dulces, demanda urgente y próspera reforma, en beneficio creciente para los más necesitados.

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