A seis semanas de tomar posesión La nueva arzobispa de Canterbury, acusada de mala gestión en una denuncia de abusos
A tan solo seis semanas de asumir sus funciones como la primera mujer en ostentar el cargo de arzobispa de Canterbury, Sarah Mullally ha sido acusada de tratar indebidamente una denuncia de abuso contra un sacerdote en la capital, donde todavía se desempeña como obispa de Londres
A tan solo seis semanas de asumir sus funciones como la primera mujer en ostentar el cargo de arzobispa de Canterbury, Sarah Mullally ha sido acusada de tratar indebidamente una denuncia de abuso contra un sacerdote en la capital, donde todavía se desempeña como obispa de Londres.
Se trata de una grave acusación también para quien ha sido elegida de alguna manera -tras la dimisión de su predecesor, Justin Welby, por un informe crítico con su gestión de los abusos- para devolver la confianza en la Iglesia anglicana en la protección de las personas que sufren esa lacra.
“Debido a errores administrativos y a una suposición incorrecta sobre los deseos del individuo, la denuncia no se llevó adelante ni se le dio el seguimiento adecuado”, han reconocido portavoces del Palacio de Lambeth, residencia oficial del primado anglicano, indicando que esa denuncia debería haberse considerado ya en 2020, informa Anglican Ink.
Mullally, por su parte, declaró que el denunciante, conocido simplemente como N, había sido “defraudado por los procesos de la Iglesia de Inglaterra”, que su acusación contra el sacerdote había sido “atendida a fondo”, pero, añadió, “es evidente que otra denuncia que presentó posteriormente contra mí personalmente en 2020 no fue debidamente tramitada”.
The complaint against Dame Sarah Mullally, who is due to take up her new role in January, was made in 2020 but not pursued at the time https://t.co/O7L1xwMGjm
— The Times and The Sunday Times (@thetimes) December 10, 2025
“El registrador provincial se ha disculpado con los implicados y se están tomando medidas urgentes para que la queja se examine de acuerdo con el proceso reglamentario pertinente”, señalan desde Lambeth, tras lo cual la denuncia podría dar lugar a un tribunal disciplinario si fuera presentada por las autoridades eclesiásticas, que pueden desestimar el caso o imponer sanciones que van desde una reprimenda hasta la inhabilitación permanente para ejercer el ministerio.
El denunciante alega que cuando su denuncia inicial de abuso llegó a conocimiento de Mullally como obispa de Londres, ella se puso en contacto con el sacerdote involucrado para comunicarle las acusaciones, violando los protocolos disciplinarios de la Iglesia anglicana.