Concédeme tu paz y tu ira

Concédeme tu paz y tu ira

Concédeme tu paz y tu ira.

Dios mío, ayúdame a llevar tu paz a mi alrededor, porque hay mucha violencia en la calle, en el puesto de trabajo, en las conversaciones de los amigos, incluso entre las mismas familias.

Concédeme paciencia y constancia para crear un buen ambiente a mi alrededor, para que mis palabras consuelen, para que mis abrazos animen, para que mis tomas de postura estén guiadas por la verdad y la rectitud.

Permíteme que sea siempre un instrumento de tu paz, de concordia, de perdón, de confianza. Que lleve esperanza a este mundo tan falto de ilusión y horizontes, que aporte un rayo de luz entre tanta tiniebla, que comprenda y disculpe los errores de los demás y vea antes lo positivo y la potencialidad del otro que sus carencias y su egoísmo.

Buen Dios mío, al ver la opresión de tu pueblo en Egipto llenaste con tu fuerza a Moisés para que liberara a tu pueblo.

Dame la fortaleza de tus profetas, la audacia de tus más fieles seguidores, la indignación de tus santos y santas, la rabia de quienes, ante el atropello de los pequeños e inocentes, anuncian tu Reino: un nuevo mundo de justicia, solidaridad, verdad y paz.

Que me traspase tu santa ira contra cualquier injusticia y opresión, contra la corrupción y el desprecio de los más olvidados, desfavorecidos y excluidos.

La santa ira de nuestro hermano Jesús, que se enfrentó a las autoridades políticas y religiosas de su pueblo, que entró violentamente en el Templo derribando los negocios sucios, el dinero injusto, la connivencia con el poder político, la falsedad de una religión vacía.

Traspásanos con su misma indignación ante el derroche y el consumo de nuestro mundo, ante la explotación y la violencia contra las mujeres y los niños, ante la desprotección social de los más débiles, ante el desprecio de la clase política a las reivindicaciones de los más sencillos y humildes, y de quienes defienden sus derechos.

Que sepamos ser siempre pacíficos como alondras en vuelo permanente de armonía, y profetas ardorosos, lúcidos, valientes, para denunciar todo lo que se oponga a tu voluntad de felicidad para todos los seres de la tierra.

Anunciando con nuestra propia vida el Reinado del amor, la equidad y la fraternidad para todos los que convivimos en este hermoso y doliente planeta azul.

 (Cuida con amor tus estrellas, Paulinas) 

Volver arriba