Velo

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Creo que la transparencia debería ser el ideal y la mejor forma de ser a la que puede aspirar cualquier persona que desee sentirse en perfecta sintonía consigo misma.

Pero lo habitual en nuestros días es cuidar y proteger la imagen, aunque haya que emplearse a fondo contra quien pretenda desacreditarla de alguna forma. En esta guerra sin cuartel valen todas las estrategias, por muy sucias o perjudiciales que resulten para el otro.

El ocultamiento de lo negativo que se tenga en la personalidad, los actos ilícitos o denigrantes hacia las personas con las que se ha mantenido algún tipo de relación, las mentiras que se ocultan, son hechos habituales en la vida privada o pública, en los medios de comunicación o en los programas basura, donde la ética es algo desconocido y brilla por su ausencia.

Las fake news son el pan nuestro de cada día, tanto en los medios de comunicación como en las redes sociales. Es un esfuerzo titánico el que hay que desplegar para estar bien informado y así poder desmentir tanto engaño a todos los niveles, sean políticos, económicos, sociales… Lo peor de estas noticias falsas es lo que dice el refrán: “Miente que algo queda”. Ya puedes demostrar con pelos y señales la falacia, citar las estadísticas reales, aportar testimonios que lo desacrediten… que mucha gente te dirá: “Todo lo que quieras, pero algo habrá hecho, por algo ha salido esto, siempre ha sido una persona con doble moral…”. Cada vez se hace más difícil el que la gente reaccione, se de cuentas del error, rectifique y cambie de opinión.

Los velos, las sombras, la opacidad, la penumbra dominan en muchos lugares de nuestra sociedad. Pero la verdad sigue siendo la luz imprescindible que aclara las penumbras, los lugares ocultos y tenebrosos. Denuncia las iniquidades, las infamias, corrupciones, las calumnias y las críticas sin fundamento. La verdad nos hace libres.

Decía Jesús: Felices los limpios de corazón. Es decir, quienes no guardan resentimiento ni malas intenciones en los recovecos de su corazón. Quienes no velan sus acciones, sino que se manifiestan con claridad, aunque no les pueda resultar beneficioso. Aunque se les considere como ilusos, ingenuos, soñadores, poco prácticos. Personas de otro tiempo que no conocen la realidad actual, ni son pragmáticos. La libertad y la transparencia son a menudo un mal que hay que extirpar o, cuando menos, arrinconarlo a los márgenes, donde nadie pueda ver ni escuchar las denuncias proféticas.

Pero las personas que actúan así se sienten bien y son felices. A pesar de la realidad que se presenta habitualmente sombría y borrosa para incrementar los miedos, recelos y desconfianzas. Desmotivando y haciendo creer que no se puede hacer nada que pueda cambiar la realidad que tenemos a nuestro alrededor.

Pero debemos ser tenaces y seguir trabajando, ahora sí en redes de solidaridad, con la gente que se mueve en los márgenes, para eliminar cualquier velo que oculte la verdad. Y también en el plano personal. Solo podremos alcanzar la transparencia del corazón si nos despojamos de esas brumas, que nos impiden contemplar con nitidez, para que la claridad nos atraviese y vuelva diáfana la mirada que contempla con asombro cada nuevo amanecer.

(Respira tu ser. Ed. Feadulta, Illescas 2021)

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