Vida en plenitud

Vida en plenitud
Vida en plenitud

El único antídoto contra la muerte

es vivir cada día con mayor intensidad:

la intensidad de una presencia

latente en uno mismo, en el otro.

Para que toda imagen desfigurada

llegue a mostrar la dignidad

de su identidad transfigurada.

Sentir que podemos llegar

a abrirnos como la margarita,

o transformarnos en mariposa

mediante el sacramento de la luz.

El misterio de la ascensión

desde la profundidad al resplandor.

Vivir cada día una vida nueva

también es experimentar

la frágil y vulnerable ternura

del humus de la tierra que soy,

una tierra que germina

en los contornos de la primavera.

La semilla siempre a punto

de florecer en lo que permanece.

La vida grávida ya de vida eterna

cuando la vivimos en plenitud,

en este breve instante

y su incertidumbre.

Sabiendo que lo decisivo

es no dejar de caminar

hacia el propio horizonte común,

paso a paso

tras la sombra cotidiana

y su fulgor.

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