Vuelves

Vuelves
Vuelves

Vuelves.

Descansado, con tantos hermosos paisajes aún presentes en la retina, en el hueco del corazón, en la sala acogedora de la memoria: el mar en calma, las olas encrespadas, los acantilados y sus mil formas moldeadas por el agua y el viento. La belleza de los valles, la majestuosidad de las montañas. La calidez de las personas recién conocidas, el diálogo y las risas compartidas con los amigos, con la familia, la intimidad personal retomada. La recreación de la mirada, los colores aún vivos, la transparencia de cada mañana, el silencio del atardecer…

Vuelves.

A la cotidianidad, al trabajo, al cuidado de los mayores, a las preocupaciones por los hijos, al compromiso por transformar en la medida de tus posibilidades un mundo tan injusto, a la rutina diaria…

Vuelves.

Nada ha quedado en el rincón del olvido, nada se ha mejorado por arte de magia, nada ha adquirido nuevas tonalidades, nada regala espacios inéditos para la felicidad. Todo permanece como lo dejamos, todo está delante de nuestros ojos para que reemprendamos la tarea diaria, la búsqueda permanente. Nada es diferente, todo está por hacer… 

Vuelves.

Y la vida continúa, con sus dramas y regalos, con sus alegrías y tristezas, con sus sufrimientos y  mejoras, con sus pérdidas y encuentros, con sus fracasos y  victorias, con sus lágrimas y sonrisas, con sus distancias y abrazos…

Vuelves.

Porque nunca te has ido por completo. Con el deseo de retomar las armas pacificadoras de la perseverancia, la ternura, la solidaridad, la acogida. Todo había quedado varado en el puerto de la quietud, pero es hora de volver con el ánimo renovado para izar las velas y navegar impulsados con el viento favorable de la esperanza y el anhelo insatisfecho, maniobrando con el timón de la fraternidad. Hacia un horizonte en el que se vislumbran tantos puertos aún por conocer...   

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