La sonrisa como bandera

La sonrisa como bandera

Dejarse conducir por el camino trazado

en las vías por las que se anhela

alcanzar el tren impuntual

y sorprendente de la vida.

Sendero abierto y diáfano, arbolado,

por el que transita el encanto

y las solícitas sombras que acompañan

la que cada uno lleva prendida

como una capa, y que consigue hacer

que desaparezca la duda y su quebranto.

Y nos ofrece la honda serenidad

de cada atardecer, contemplado

desde la cima de las dunas que leve

el viento ha hilvanado; o la luna

que se refleja en cada mirada apasionada,

en el cuarto oscuro del alma, revelada.

La sonrisa como una bandera.

Como una patria acogedora, abierta,

ajena a cualquier premisa o frontera.

Cuando la presencia de la persona amada

hace prescindible la antorcha de la fe,

se saborea el suave fruto de la ternura,

el ardor y la pasión inesperada,

el aroma de la esperanza y su dulzura.

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