Os dejo un texto, escrito por Mar Galcerán, que reflexiona sobre el evangelio de hoy:
Del Evangelio de hoy (Lc 3.1-6):
"Una voz grita en el desierto:
preparad el camino del Señor, allanad sus senderos;
elévense los valles, desciendan los montes y colinas;
que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale.
Y todos verán la salvación de Dios".
Allanar el camino de la vida
Hay personas en esta vida que se dedican a ponerlo todo difícil a los demás, que sólo ven dificultades y obstáculos por todas partes, que convierten las llanuras en cordilleras y los valles en terrenos escabrosos.
En cambio hay otras que tienen la gracia y la disposición de hacernos la vida confortable y agradable. Personas que te acogen siempre con una sonrisa en el rostro, con palabras afables y cálidas. Personas constructivas y positivas que no las oyes nunca quejarse ni hablar mal de nadie, a pesar de tener, a menudo, motivos para hacerlo. Y no por conformismo, pasotismo o resignación, sino por aquel sentido de respeto profundo hacia la persona humana y la voluntad de hacer el bien a los demás. Personas que, silenciosa y discretamente, ponen y transmiten paz y son capaces de transformar las cordilleras en llanuras y los terrenos escabrosos en valles. En su presencia se vislumbra una luz difícil de describir. Ellas son un signo de la presencia del Cristo que está viniendo, que ya está presente en el ahora y el aquí, y que transforma radicalmente la realidad. Van delante, abriendo paso, sean conscientes o no, de Aquel que puede saciar toda nuestra sed.
Ojalá seamos capaces de percibirlas, de reflejarnos en ellas y de seguirlas. Ellas, como Juan Bautista, nos abren y allanan el camino hacia Dios.