Obama y Juego de Tronos

Una de las noticias del fin de semana es que el Presidente de Estados Unidos, Barak Obama, ha tenido que anular su esperadísima visita a Sevilla debido al asesinato de cinco policías en Dallas.

A mí me ha venido a la cabeza de pronto que Obama quería visitar Sevilla porque tenía mucho interés en ver los lugares en que se filmaron escenas de su serie favorita, Juego de Tronos, entre otros los Reales Alcázares y la Plaza de España. A lo mejor, como mal menor, hasta puede hablar sobre la sexta temporada de la serie con Pablo Iglesias en la base de Torrejón este domingo. Seguro que Obama lo pilla mejor que el rey Felipe VI, porque le lleva la delantera. Y le lleva la delantera porque no en vano Obama usó su privilegio de mandatario más poderoso del mundo para… ¿eliminar el hambre en el mundo?, ¿subvencionar una vacuna gratuita contra el zika o la malaria…? ¡No!, ¡para poder ver antes que nadie los episodios de Juego de Tronos! Aquí pueden ver que no me lo invento: http://www.sensacine.com/noticias/series/noticia-18541037/

Cuando oí de su interés por Sevilla, pensé inocentemente que le interesaba su pasado romano, o visigodo, o haber sido sede de califas, o por ser la capital de monarcas como Isabel y Fernando, o la sede del archivo de Indias, pero no: ¡porque se ha filmado Juego de Tronos!
Y claro, uno piensa: ¿en qué manos estamos? ¿Cuál será su personaje preferido? ¿El resucitado Jon Nieve? ¿El cínico enano Tyrion? ¿Los Lannister que “siempre pagan sus deudas”? ¿La madre de dragones, Daenerys, tan amiga del fuego purificador? ¿La sacerdotisa Melisandre, la mujer roja?
Es más probable que sean “La araña” y “Meñique”, perfectos y maquiavélicos representantes de ese Smart power con que Obama anunciaba, al inicio de su mandato, que acabaría con el terrorismo internacional en dos telediarios…

A mí estas cosas me hacen pensar en Jean Baudrillard, llenándose de razón y diciéndonos desde el otro mundo: “¿Lo veis? Si ya lo decía yo en los 80, que la realidad imitaría a la ficción cada vez más, en una proliferación de simularos y espectáculos hasta la saciedad”. También fue muy de Baudrillard que le dieran el premio Nóbel solo por llegar a la presidencia, sin ningún otro mérito. Al menos podían haber hecho como con el carnet de conducir: te damos el Nóbel, pero te iremos quitando puntos si en tus 8 años no bajan los muertos por número de armas en Estados Unidos, si el mundo no es más pacífico, si en tu país no hay menos racismo, si Estados Unidos no contamina menos, si no se trata mejor a los países del Tercer Mundo, si…

Ya lo dijo Ingrid Bergman hace mucho: “El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos”.


Es más patética la versión posmoderna y líquida: “El mundo se derrumba y nosotros nos volvemos locos por ver Juegos de Tronos”.
“Vanidad de vanidades y todo vanidad”, decía el viejo sabio del Qohelet. ¿Y eso qué es? Pues un Juego de Tronos de hace tres mil años. ¡Ah!, haberlo dicho antes…
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Nos queda, en fin, intentar ser menos cínicos y escuchar (¡y poner en práctica!) con oídos limpios el evangelio de este domingo: “¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?
Él contestó:
- El que practicó la misericordia con él.
Jesús le dijo:
- Anda, haz tú lo mismo”.
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