True detective y el Jubileo de la Misericordia

Se han puesto de moda las series de televisión, sobre todo entre los jóvenes, que suelen descargarlas y verlas en su ordenador, ipad o móvil cuando les viene bien. Entre estas series, hay alguna de gran factura cinematográfica, como True Detective, creada por Nic Pizzolatto, protagonizada en su primera temporada (de mayor calidad) por los actores Matthew McConaughey y Woody Harrelson, y en la segunda, última hasta ahora, por Colin Farrell, Vince Vaughn y Rachel McAdams.
La trama muestra un ambiente opresivo: crímenes espeluznantes, policías y empresarios corruptos, personajes torturados por traumas y con lados oscuros (aun los protagonistas considerados “buenos”). La misma apertura de cada episodio, con la canción e imágenes que acompañan los “títulos de crédito”, transmiten un clima depresivo, desazonador. Aquí se pueden ver:
https://www.youtube.com/watch?v=ZRPpCqXYoos (Temporada 1).
https://www.youtube.com/watch?v=GJJfe1k9CeE (Temporada 2).
Un cartel de la primera temporada lleva esta frase: “El hombre es el animal más cruel”. Y en la segunda, esta otra: “We get the world we deserve”: “Tenemos el mundo que nos merecemos”. El mensaje es claro, ajustado a estos años de crisis global que atravesamos: vivimos en un mundo cruel, porque el ser humano es un lobo para sus congéneres. Por tanto, “tenemos lo que nos merecemos”.
Sin embargo, escribe San Pablo que, si “por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir, la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros (Romanos 5,7-8). Estamos comenzando un año Jubilar de la Misericordia, convocado por el papa Francisco. En la bula de convocatoria, leemos: “La misericordia siempre será más grande que cualquier pecado y nadie podrá poner un límite al amor de Dios que perdona”.
Así pues, Dios nos da un mundo mejor que el que merecemos, pues se adelanta a querernos (“nos primerea”) y nos perdona gratuitamente. La serie True Detective cinematográficamente es una obra de arte; pero se equivoca en lo principal: pasa por alto que tenemos un Padre Misericordioso.
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