Todo cambia… ¿o no? En la muerte de Mercedes Sosa.

Patio Salesiano-Jesús Rojano
10 oct 2009 - 23:59

Hace unos días, el 4 de octubre, moría en Buenos Aires la cantante argentina Mercedes Sosa. Queda para el recuerdo su voz y la poesía pura en que consistían la mayoría de sus canciones. También algunas sentidamente religiosas, como las que interpretaba en sus discos Misa criolla y Navidad con Mercedes Sosa.

Hoy quiero reproducir, como pequeño homenaje, la letra de la canción que me resultó siempre más sugerente entre todas las que compuso. Supongo que serán muchos los que coincidirán en esta elección. La letra es una bella poesía del chileno Julio Numhauser. Se puede escuchar aquí.

Todo cambia

Cambia lo superficial

cambia también lo profundo

cambia el modo de pensar

cambia todo en este mundo

Cambia el clima con los años

cambia el pastor su rebaño

y así como todo cambia

que yo cambie no es extraño

Cambia el mas fino brillante

de mano en mano su brillo

cambia el nido el pajarillo

cambia el sentir un amante

Cambia el rumbo el caminante

aunque esto le cause daño

y así como todo cambia

que yo cambie no extraño

Cambia, todo cambia

Cambia, todo cambia

Cambia, todo cambia

Cambia, todo cambia

Cambia el sol en su carrera

cuando la noche subsiste

cambia la planta y se viste

de verde en la primavera

Cambia el pelaje la fiera

cambia el cabello el anciano

y así como todo cambia

que yo cambie no es extraño

Pero no cambia mi amor

por más lejos que me encuentre

ni el recuerdo ni el dolor

de mi pueblo y de mi gente

Lo que cambió ayer

tendrá que cambiar mañana

así como cambio yo

en esta tierra lejana

Cambia todo cambia

Cambia todo cambia

Cambia todo cambia

Cambia todo cambia

Pero no cambia mi amor...

Esta canción es, en realidad, una hermosa metáfora del sentido de la vida humana. Queramos o no, todo cambia. Nada hay permanente. Cuanto más nos aferremos a conservar el pasado, antes se disuelve como polvo entre nuestros dedos. Al final, según la letra, sólo podemos conservar un amor, uno solo. El resto cambiará y pasará. En el caso de Mercedes Sosa, que tuvo que vivir exiliada muchos años, lo único que “no cambia es su amor, por más lejos que se encuentre, ni el recuerdo ni el dolor de sui pueblo y de su gente”. Quizá por eso tantos argentinos se encontraron tan huérfanos el pasado día 4.

Oyendo de nuevo esta canción al recordar a Mercedes Sosa el otro día, no pude por menos de pensar en las actuales tribulaciones de nuestro cristianismo europeo y español. ¡Cuántas ansias de que las cosas no cambien! O de que cambien marcha atrás, para retroceder siglos. Sin embargo, eso es imposible. Los cristianos europeos debemos aceptar que las cosas han cambiado y van a seguir cambiando. En tiempos de modernidad tardía han de cambiar los modos de vivir y ser Iglesia, y de evangelizar, y de celebrar la fe. Como en la canción de Mercedes Sosa, sólo podemos conservar un punto fijo sin cambiar, que en nuestro caso debe ser nuestro amor y fidelidad a Jesucristo. Pero no a la cultura pasada, ni siquiera a la actual. Si no aceptamos que la vida cambia, y nosotros con ella, lo vamos a pasar muy mal. Y no seremos fieles al Espíritu, que sigue soplando donde quiere y nos espera siempre más adelante, siempre varios pasos más allá de lo que esperamos, en el futuro. Porque Dios no es un Dios de muertos sino de vivos, y los vivos cambian. Sólo lo que está muerto deja de cambiar y evolucionar.

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