"Constitucionalistas" ©

¿Qué es una constitución? En esencia, una regla general, o conjunto de reglas, para entendimiento, desarrollo y convivencia de una sociedad, ya sea de toda una gran nación o de una entidad mercantil. Es un instrumento con el que servir a un fin superior. Así, de la misma manera que las constituciones fundacionales de una sociedad mercantil existen para ordenar sus funciones y regir su crecimiento, las constituciones políticas de una nación tienen la misma razón de ser, esto es, servir a los fines y beneficios de esa nación. Por tanto, no son las constituciones las que dan personalidad a la nación sino ésta a aquellas. De tal manera que una Constitución que se aparta de la idiosincrasia e intereses reales de sus miembros -entidad política o mercantil- está condenada al fracaso.

En esta España del siglo XXI estamos ya bastante hartos de los mil subterfugios de que se valen los agentes políticos para escamotearnos el nombre de España. Con frecuencia siguen los pasos de Lenin en la Santa Rusia, de la que olvidó el nombre por la genérica referencia de "Este País". A propósito, muy pronto importada a España por Largo Caballero y por Santiago Carrillo con el respaldo mediático del periódico "El País", tanto el de la Segunda República como del postfranquismo.

Pasa como si el odio a nuestra cuna y a nuestra grandiosa ejecutoria civilizadora y evangélica les impidiese a muchos mencionar a España -la de Osio, San Isidoro, San Hermenegildo, San Fernando, Isabel de Castilla, Carlos I, Felipe II, Don Juan de Austria...- por la defensa y la expansión del cristianismo que a los españoles nos dio nuestra mayor gloria y la más grande que nación alguna haya igualado.

Y nos preguntamos, ¿por qué? Y la respuesta hemos de pedirla a los que nunca fueron españoles, ni romanos, ni ibéricos, ni babilonios... sino desarraigados de toda geografía y, consecuentemente, de toda geografía desterrados.

Ahora, la última píldora a tragar es que lo contrario a "separatistas falsos catalanes"; falsos vascos; falsos navarros, valencianos, astures, galáicos... - falsos, sí, porque quien se borra el ADN ¿qué identidad tiene?- ahora se disfraza en la palabra "constitucionalistas": chocante patriotismo sin paternidad ni filiación. Una manera de referirse a los que antes éramos simplemente españoles, o nacionales, por supuesto de una sola y unida España. Y es que con la nueva ocultación de la españolidad, puede sacarse de la Santa Constitución una burda fragmentación llamada, por ejemplo, Federación de Autonomías Ibéricas. Algo que acaricia ilusionado el líder del PSOE, señor Sánchez.


La Constitución retratada.

Me han dicho que hay un pintor de abstracto trabajando en plasmar en un cuadro el espíritu de nuestra Constitución. No sé cómo estará el proyecto, quizás ya lo haya terminado pero también pudiera ser que, por las presiones de los que la quieren "mejorar", su retrato en el estudio del artista espere escondido esas "mejoras" que nadie sabe y todos barajan. Mejoras de las que se
teme pretenden complacer egoísmos y enterrar del todo la existencia de España. Me imagino al retrato en el estudio del pintor, tapado por un amplio paño, como nuevo Dorian Gray escondiendo sus realidades más desoladoras.

No me extrañará que la obra sea un éxito. Me parece un gran acierto elegir un pintor de abstracto puesto que, haga lo que haga, inspirará en su contemplación interpretaciones válidas para todos los colores... Es la ventaja de la pintura abstracta.


Imagino el acontecimiento. El cuadro que retrate "La Constitución Española de 1978" al fin colgado en el Museo de Arte Moderno... ¡Qué momento!

Y no puedo menos que recurrir a Woody Allen en su guión teatral Play It Again, Sam, pasado al cine y distribuido en España como "Sueños de un seductor". Los que vieron esta película recordarán que visitando un museo, el protagonista, Alan, que es muy tímido, ve a una atractiva muchacha que está sola contemplando extasiada un abstracto de Jackson Pollock.

Se acerca a ella para iniciar una relación.


"- Es un Jackson Pollock precioso.
- Sí que lo es- contesta la muchacha.

Alan se atreve a proponer.

- ¿Y qué le sugiere a usted?

Y ella, displicente y sin apartar la vista del cuadro, dice:

- Ratifica la absoluta negatividad del Universo.
El odioso vacío solitario de la existencia; la nada.
El predicamento del hombre dedicado a vivir en una desierta eternidad sin Dios, como una diminuta llama que relampaguea en un inmenso vacío donde sólo hay desperdicio, horror y degradación formando una inútil camisa de fuerza que aprisiona un cosmos absurdo.

- ¿Qué hace el sábado por la noche?- pregunta Alan.

- Me voy a suicidar.

- ¿Y el viernes?"


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Hay mucho que hablar de la Constitución Española. Y lo hablaremos.
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