ADVIENTO, TIEMPO DE ESPERNAZA

De pasión y utopía

Adviento,

tiempo de silencio y esperanza,

de pasión y utopía,

y sueños que rompen lo imposible.

Adviento

tiempo de apertura al Espíritu,

de confianza y alegría, porque nos fiamos

de aquel que dijo:

No tengáis miedo, yo he vencido al mundo.

Adviento

tiempo de desnudar el corazón

para que aflore la compasión,

el cuidado, la ternura, la acogida y

la escucha de los ecos de la humanidad sufriente

y abrirnos a la inclusión al diferente.

Adviento,

tiempo para allanar los senderos de la vida,

limpiar la corrupción y la mentira

del sistema capitalista que nos domina,

el individualismo hedonista,

el egoísmo colectivo y el racismo,

la xenofobia, los discursos de odio,

los nacionalismos que rompen la convivencia,

y el ultraconservadurismo religioso, cultural y político,

porque no se puede sembrar

en pedregales ni en tierra salobre.

Adviento,

es hora de despertar y ponerse de pie,

es hora de actuar,

es hora de romper fronteras ideológicas,

de destruir muros y barreras,

de abrir puertas y ventanas

para que entre aire fresco del Espíritu

a los pulmones del alma.

Adviento,

es hora tender puentes

a los pueblos del mundo

en una alianza de civilizaciones,

con actitud de respeto, diálogo y amor,

libres de resentimientos y prejuicios

que corrompen la mente y el alma,

porque todos somos humanos y hermanos

.

Adviento,

tiempo de apostar por una Iglesia abierta

al Espíritu,

renovada y renovadora,

con sabor a profecía y a pueblo,

sin privilegios, participativa,

incluyente y comunitaria,

servidora del Reino en la humanidad,

al lado de los pobres y marginados,

defensora de los derechos humanos

y derechos de la naturaleza, nuestra casa común.

           Fernando Bermúdez López

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