AFGANISTÁN. Entrevista a refugiado

Cuando los talibanes entraron en Kabul recordé la entrevista que le hice a un refugiado afgano.

AFGANISTÁN:  NUEVOS INTERROGANTES

Fernando Bermúdez López,  

De nuevo los talibanes se han hecho con el poder en Afganistán. Un país que lleva  cuarenta años viviendo en medio de conflictos armados que han dejado casi un millón de muertos y más 6 millones de refugiados. La terrible crisis que estos días está viviendo este país me ha llevado a recordar la conversación que sostuvimos mi mujer y yo , hace cinco años, con refugiados afganos en el campamento de Katsikas en Grecia.

Fue una calurosa mañana de julio. Caminando por el campamento nos encontramos a un afgano de 70 años, llamado Fadlan, en la puerta de su jaima. Era un hombre alto, flaco, con una poblada barba blanca y mirada bondadosa, pero triste. Nos recibe con mucha amabilidad. Hablaba árabe y un poco de inglés. Nos invita a sentarnos en los taburetes que había en la puerta de la jaima. Después de un cordial saludo nos comparte el dolor de haber dejado el corazón en su tierra. Fue profesor de secundaria en Kandahar. Mostraba deseos de hablar y desahogarse contándonos su experiencia. Los refugiados valoran sobremanera el acompañamiento y que alguien se interesa por ellos.

Nos dijo que no hay persona en Afganistán que no tenga a algún miembro de la familia asesinado. A un sobrino suyo los talibanes lo llevaron a la montaña y allí vio como mataban a la gente delante de él. “Mi hermano -nos dijo- es ingeniero, salió para Pakistán en un autobús.  Los talibanes detuvieron el vehículo, se subieron y exigían a los hombres que leyesen parte del Corán en árabe. Lo hacían para detectar infieles. Nuestro idioma es un dialecto del persa, pero solo algunos sabemos árabe. Mi hermano se salvó porque sabe árabe. A quienes no sabían leer en árabe o llevaban ropa occidental los bajaron del autobús y se los llevaron. No sabemos qué habrá sido de ellos”.

Y continuó diciendo: “Nuestro pueblo ha sufrido mucho. Esta es nuestra historia: allá por el año 1978 estaba en el poder el Partido Democrático Popular que hizo grandes reformas en el país. El presidente Muhammad Taraki combatió la corrupción, inició una campaña de alfabetización. Por primera vez las mujeres asistieron a la escuela y a la universidad. Legalizó los sindicatos, estableció la ley de salario mínimo, promulgó una ley de igualdad de derechos para las mujeres, dándoles libertad para llevar velo o no llevarlo. Hizo una reforma agraria, lo cual indignó a los terratenientes que crearon una fuerte oposición contra él. Proclamó la libertad religiosa, instaurando un Estado laico. Esto creó más oposición entre los tradicionalistas, sobre todo entre los talibanes que consideraron estas reformas como una amenaza para la tradición y una traición al islam. Y empezaron los atentados terroristas, hasta iniciarse una guerra de los talibanes contra el gobierno del Partido Democrático Popular. Entonces, el gobierno pidió ayuda a la Unión Soviética y llegaron tropas rusas que ocuparon el país. En 1988 los talibanes asesinaron al presidente Taraki y en 1992, con el apoyo del gobierno de Estados Unidos, los talibanes tomaron el poder. Por ese tiempo, el saudí Osama Bin Laden creó Al Qaeda, que dominó al gobierno talibán y apoyó a Estados Unidos contra los soviéticos. Pero después, Bin Laden tomó conciencia de que Estados Unidos lo estaba utilizando para sus intereses y se enfrentó a los norteamericanos.  

En el año 2001, después de los atentados del 11 de septiembre contra las torres gemelas de Nueva York, Estados Unidos invadió Afganistán apoyado por la OTAN. Y a partir de ahí se agudizó nuestra ruina. Todo fue destrucción y muerte. Casi 7 millones de compatriotas salieron huyendo del país. Después entró también el DAESH. En Afganistán ya no se puede vivir en paz. Y es por eso que estamos aquí como refugiados sin saber qué va a ser de nuestra vida. Y  lo más doloroso es que Europa nos cierra las puertas”.

Después de escuchar con atención a este hombre, le dijimos: Estamos con vosotros. Os acompañamos en vuestro sufrimiento y en vuestras esperanzas.

Una de sus hijas nos ofreció un té. Y, después de un largo rato, nos despedimos de él con un fuerte apretón de manos. 

Pasaron cinco años de aquella conversación. Estos días, Afganistán está de nuevo en las noticias internacionales. Tras la invasión de Estados Unidos en 2001, los talibanes fueron derrotados, sin embargo, en la clandestinidad comenzaron una larga guerra de guerrillas con atentados terroristas. Hoy, dos décadas después, y con más de 2.400 militares estadounidenses muertos y alrededor de dos billones de dólares gastados, los talibanes parecen más fuertes que nunca. Y con ellos puede regresar el fundamentalismo islámico. El temor es que se imponga el rigor de la ley islámica y el poder arbitrario de las armas, y que las mujeres sean reducidas a objetos, propiedad de los hombres. Estos días multitud de afganos buscan desesperadamente salir del país. Se agudiza el drama de los refugiados. Esta nueva realidad plantea un interrogante ¿cuál será el futuro de Afganistán y de todo Oriente Medio?

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