COMUNICADO A LOS EURODIPUTADOS Y JEFES DE GOBIERNOS DE LA UNIÓN EUROPEA
La situación de Gaza y de toda Palestina está exigiendo a gritos una respuesta de la UNION EUROPEA, reclamando mayor contundencia frente al genocidio de Israel.
| Fernando Bermúdez López
Atravesamos a nivel mundial una profunda crisis de civilización. La situación bélica se incrementa en el mundo. Los derechos humanos y el derecho internacional son despreciados y violados por poderes autoritarios y racistas que fomentan la desigualdad y las guerras. Se está desmantelando el sistema internacional creado tras la Segunda Guerra Mundial.
La situación de Gaza clama al cielo. Todos los días las tropas de Israel perpetran un sinfín de crímenes de guerra. Bombardean hospitales, escuelas, refugios o tiendas de campaña. Todos los días destruyen viviendas, campos de cultivo, infraestructuras de agua potable y saneamiento, sin más propósito que el exterminio y que Gaza sea inhabitable. Todos los días acribillan a hombres, mujeres, niños y niñas que sólo claman ayuda.
Israel no cesa de bombardear a la población civil palestina. Hasta el presente ha ocasionado 59 mil muertos en Gaza y más de 9.000 en Cisjordania, de los cuales alrededor de 20 mil son niños y niñas. Y no satisfecho Netanyahu con estas matanzas, impide que entren alimentos y medicinas a la Franja, multiplicando así deliberadamente el dolor, el sufrimiento, la enfermedad y el hambre entre los supervivientes. La realidad en Gaza está tomando proporciones escandalosas y crueles de un genocidio histórico que, desde los más elementales principios éticos, jurídicos y evangélicos, condenamos sin paliativos y del que toda la humanidad debe exigir cuenta y responsabilidades a Israel y a Estados Unidos su patrocinador.
Es indignante la muerte, sobre todo de niños y niñas, por hambre debido a la negativa de Israel para que entren alimentos. Recientemente, Israel dio paso a un insignificante goteo de entrada de ayuda humanitaria, encomendando la gestión de esa ayuda a una Fundación integrada por agentes de la inteligencia militar, protegida por dos empresas de seguridad estadounidenses integradas por exmiembros de la CIA y militares. Organismos de la ONU y ONGs internacionales han decidido no colaborar con la “Fundación” al considerar que su gestión está militarizada y no garantiza una distribución efectiva ni segura de la ayuda. Los lugares de distribución parecen campos de concentración, donde largas colas de gazatíes esperan durante horas a pleno sol tras alambradas con púas. En varias ocasiones los soldados israelíes han abierto fuego contra los hambrientos que se aglomeran en las áreas de distribución. Más de 100 personas han sido asesinadas y alrededor de 300 han quedado heridas, entre ellas mujeres y menores de edad.
Más de dos millones de gazatíes, la mitad son menores, sobreviven al límite en lo que podrían ser sus últimos días de vida, hambrientos, atrapados, enfermos, heridos por la metralla y desplazados de sus territorios, sin agua, sin alimentos, sin techo, sin centros de salud, sin escuelas. El objetivo de Netanyahu apunta hacia el exterminio y la limpieza étnica de la población gazatí. Este proyecto de Netanyahu tiene el apoyo incondicional de Trump.
Es lamentable que la comunidad internacional permanece indiferente ante este genocidio. ¿Dónde está la Europa defensora de los derechos humanos y del derecho internacional y humanitario? El silencio es cómplice del genocidio. La historia será un juez de esta Europa.
Anteeste genocidio flagrante los comités de solidaridad Óscar Romero de Europa se unen a la multitud de ciudadanos y ciudadanas europeos, organizaciones de Derechos Humanos y a todas las confesiones religiosas, iglesias cristianas, musulmanes y judíos, exigiendo fin del genocidio, convencidos de la dignidad inviolable de todo ser humano, tal como está establecido en la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Denunciamos el argumento de acusar de antisemitismo toda crítica al genocidio y crímenes de guerra que comete el gobierno de Israel tanto en Gaza como en Cisjordania. Los cristianos estamos abiertos al diálogo y convivencia interreligiosa con judíos y musulmanes, así como lo expresó el recordado papa Francisco en la encíclica Fratelli tuti, donde señala que la fraternidad universal y la paz social están por encima de las creencias religiosas e ideologías políticas.
Expresamos nuestra más enérgica condena a la actuación del gobierno de Estados Unidos por su apoyo militar y político a Israel, que lo convierte en actor y en cómplices de la devastación y catástrofe humanitaria en Gaza y de las sistemáticas violaciones del derecho internacional humanitario.
La situación de Gaza y de toda Palestina está exigiendo a gritos una respuesta de la Unión Europea, reclamando mayor contundencia frente a Israel, para el cese de los bombardeos y la rescisión del Acuerdo de Asociación que regula las relaciones entre el Estado israelí y la Unión Europea por el incumplimiento de Netanyahu de los estándares de derechos humanos que exige dicho Acuerdo.
Clamamos y exigimos a los gobiernos de la Unión Europea y de todo el mundo que asuman una postura firme, clara, inmediata y contundente de bloqueo económico, diplomático y cultural al gobierno genocida israelí, así como la rescisión de los contratos de compra y venta de armas a Israel para que se detengan estas masacres, que son puros actos terroristas. Nuestro silencio nos haría corresponsables y cómplices de tamaña matanza, de la limpieza étnica y de los crímenes de guerra contra la población palestina. La sangre de tantos hermanos y hermanas inocentes salpicará nuestras conciencias si permanecemos callados.
Pedimos, asimismo, al Parlamento y gobiernos de la Unión Europea que favorezcan el diálogo entre Israel y Palestina para el reconocimiento del estado palestino, en base a los acuerdos de Oslo de 1993 entre Isaac Rabin y Yasser Arafat.
Nos unimos al clamor del papa Francisco y del actual pontífice León XIV en favor de una paz justa, desarmada y desarmante, exigiendo la liberación de los rehenes, el cese de los bombardeos, el levantamiento del bloqueo y la entrada inmediata y suficiente de alimentos y medicinas. Es una exigencia de nuestra fe en el Dios de la vida, Padre y Madre de todos los seres humanos y de Jesús de Nazaret, que declaró “bienaventurados” a quienes trabajan por la paz y la justicia.
“Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios... Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla... La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación… En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión...!” (Última homilía de San Óscar Romero, Arzobispo y mártir de El Salvador).
Comités de Solidaridad Óscar Romero de Europa
Madrid, 7 de junio de 2025