Abriendo nuevos caminos

La situación provocó en mí un diálogo interior en el que, por una parte, me decía: ¿qué papel desempeña la iglesia en las fiestas patronales? ¿acaso queda reducida su presencia a la misa y procesión? ¿no es reducir a lo cultual la misión de la iglesia? Pero, por otra parte, veía en esa misma situación la posibilidad de una nueva manera de presencia cristiana hoy, en nuestra sociedad.
Pude constatar, a la vez, la importancia que lo público debe ser espacio de encuentro de las diversidades, por tanto, tiene que ser algo abierto a todos: personas, grupos, partidos, ideologías, religiones…
Esto nos lleva a que los cristianos, como personas y como Iglesia, nos replanteemos otra manera de estar presentes en la sociedad, que llamamos secular. Claro que lo primero es que tenemos que desaprender, como Iglesia, a estar en el espacio público de la manera que lo veníamos haciendo, siendo el centro promotor y organizador de muchos, demasiados, eventos públicos. Puesto que la Iglesia y en ella los cristianos, no debemos pretender hacer la sociedad tal y como nosotros queramos, sino que tenemos que ser cristianos e Iglesia en la sociedad que los hombres y mujeres decidamos construir.
Además los cristianos tenemos que aprender, por una parte, a ser y celebrar explícitamente la fe “en” y “como” Iglesia en sus tiempos y espacios propios, si es que son necesarios. Pero, por otra parte, tenemos que vivir, sufrir, gozar con otros, como ciudadanos del mundo, manifestando la fe en el estilo de vida, en las opciones que hagamos, en la manera cómo nos relacionamos y afrontamos los avatares de la vida cotidiana y de todo aquello que nos afecta a todos.