3.5. ¿Cómo interpretar hoy el Concilio Vaticano II?

Hay que reconocer, en primer lugar, la necesidad de partir de la “identidad misma del Vaticano II”, como una clave fundamental para su recepción. En segundo lugar, para definir esta identidad hay que acercase al cuerpo doctrinal en su relación con el “acontecimiento” conciliar. En ese sentido hay tres aspectos que están íntimamente relacionados: el aspecto kerygmático, el doctrinal y la situación de los receptores:
* El aspecto kerygmático-ecuménico: lograr que los hombres y mujeres de este tiempo puedan acceder a la fuente de la vida que es el Evangelio. En esto consiste la “pastoralidad conciliar”.
* El aspecto doctrinal: asumir el conjunto de documentos de concilio como un verdadero “cuerpo” inspirado fundamentalmente en los preámbulos de las 4 constituciones.
* La situación de los receptores: relanzar el Vaticano II dentro de una nueva situación histórica.

3.5.1 La identidad kerygmático-ecuménica del Vaticano II

Según la recepción oficial y práctica, -apoyada en la orientación de Pablo VI que consideraba la Iglesia como el argumento principal del Concilio- la unidad clave de la enseñanza del Vaticano II estaría principalmente en las instituciones de la Iglesia: su liturgia y su doctrina, pero según el prólogo de la “Dei verbum”, como introducción y principio de todos los otros textos conciliares, está en: la autorevelación o autocomunicación de Dios... a través de “obras y palabras intrínsecamente unidas” dirigidas a todo el mundo.

De esta manera el “cuerpo conciliar” se configura con dos ejes, como se presentó más arriba (3.2.3):
* El eje vertical o teologal, es decir, el de la Revelación y su recepción por la fe.
* El eje horizontal o social, es decir, el de la comunicación entre la Iglesia y toda la humanidad.
En el cruce de estos dos ejes se sitúa el principio de pastoralidad, que representa de alguna manera el punto focal que da la unidad interna al cuerpo: viviendo en la historia y en la sociedad, la Iglesia ocupa ciertamente un lugar esencial, pero a la vez está descentrada gracias a una doble alteridad:
* La alteridad de la palabra de Dios que la Iglesia escucha.
* La alteridad de los destinatarios de esta palabra, cuyo eco es percibido por ellos en la medida en que la palabra, ya está obrando en ellos.
De aquí puede deducirse una regla de interpretación, que ayude a conciliar las diferentes hermenéuticas conciliares: si la interpretación de la identidad cristiana obedece siempre a una estructura circular a causa de nuestra “encarnación” en la historia, tal identidad debe estar al servicio de la relación kerygmática y pastoral entre los autores (tradentes) y los destinatarios (recipientes) del Evangelio (tradendum).
Se trata, en otras palabras, de respetar el círculo hermenéutico que integra: - la escucha de la palabra (Revelación); - la escucha de los destinatarios (lo social); - la referencia a la Escritura; - la referencia a la Tradición.
De esta manera la recepción conjuga y articula la experiencia kerygmática vivida en las Iglesias locales y la continuación del trabajo de interpretación del Evangelio en una perspectiva a la vez cultural y ecuménica.

3.5.2 El re-encuadramiento del “cuerpo” doctrinal

A partir del análisis del proceso de composición es posible identificar los textos más próximos al principio de “pastoralidad”. De esta manera se realiza un re-encuadramiento del cuerpo doctrinal a partir de los siguientes documentos:
* La constitución dogmática Dei verbum,
* Algunos pasajes claves de la constitución pastoral Gaudium et spes sobre la lectura de los signos de los tiempos,
* La declaración Dignitatis humanae sobre la libertad religiosa como paradigma del discernimiento
En una vuelta a las Escrituras, inspirada por el espíritu ecuménico, los números 10 y 12 de Dignitatis humanae logran unificar los conceptos de fe y de Revelación a partir del modus agendi de Jesús de Nazareth y de sus apóstoles, presentados en su forma constitutivamente relacional; este modo fundamenta a la vez la exigencia de coherencia que conlleva toda la obra renovadora del Vaticano II y el respeto a los destinatarios del Evangelio en su inserción histórica y en su libre búsqueda de la verdad.

3.5.3 La proyección del Vaticano II dentro de una nueva situación histórica

La fe cristiana no puede renunciar al discernimiento de los “signos mesiánicos” practicado por la Constitución Gaudium et spes y por el Decreto Dignitatis humanae. Esta práctica representa la otra cara de una lectura actual de las Escrituras como se pide en el capítulo VI de la Constitución Dei verbum. Ambas lecturas están íntimamente relacionadas: la de Cristo Jesús y los tiempos mesiánicos. Pero es imposible llevar a cabo estas dos prácticas, basadas sobre la capacidad de escucha y de aprendizaje y viviendo una conversión permanente, sin una iniciación espiritual que dé acceso a la interioridad y, finalmente, al “coloquio” entre Dios y el ser humano, en la soledad y en la liturgia.

Guía para la reflexión personal y diálogo engrupo

La recepción es un discernimiento colectivo que separa la sustancia viva de los accidentes que obstaculizan y distraen. Es un discernimiento exigente, que implica disponibilidad y compromiso en la conversión y en la búsqueda:
- ¿Cuál es tu opinión y justificación sobre la propuesta para la recepción: del “Concilio pastoral a la pastoralidad conciliar” (3.4.)?
- ¿Cuál es tu opinión y justificación sobre. Cómo interpretar hoy el Concilio Vaticano II (3.5.)?
Volver arriba