En solidaridad con mis amigas y amigos que sufren la fibromialgia

Hace años que veo sufrir a causa de fibromialgia a personas muy cercanas y queridas, mis amigas y compañeras Ana y Amparo. Es una enfermedad silenciosa, de contrastes que influye de manera determinante en su personalidad, en sus relaciones, en su vida social… Pero cuento también con un amigo muy querido, Andrés Elleboudt, profesor en Bélgica, que sufre esa misma enfermedad y que ha tenido que jubilarse antes de los 60 años. Verdaderamente es un artista, con mucho don de gente, con verbo fácil y profundo. Hace un tiempo recibí un pequeño libro donde narra la experiencia que está viviendo.

A partir de su experiencia personal, Andrés hace visible, pone en palabras en las que se puede oír la voz de tantas personas, todas aquellas a las que la fibromialgia tortura a diario. Y también, más allá, la voz de todas las personas que están atrapadas en un dolor crónico. Algunas personas se preguntarán: ¿Es un testimonio? Ciertamente no en el sentido que menosprecian los programas de televisión. El sufrimiento ofrecido como espectáculo tiene algo efímero y obsceno.

El testimonio de Andrés es más bien el que se recibe en justicia: dice la verdad, toda la verdad, nada más que la verdad. ¡Que el que tiene oídos oiga! Yo le he pedido permiso para compartir algo de su experiencia y hacerlo público en nuestro blog, pues en él queremos hacernos eco de toda experiencia profundamente humana.

Quisiera que al escuchar este testimonio hagamos justicia a todas aquellas personas que se reconocen en él. Pero también, y sobre todo, que lo escuchen los cuidadores, los acompañantes, y también los colegas, los vecinos, los amigos, los familiares… Todas las personas para las que la fibromialgia, cualquier dolor crónico, es una enfermedad, un caso, un paciente con nombre y apellidos. Desde Freud se sabe que cuando los males se hacen palabras, a veces pierden, al menos en parte, su terrible capacidad de angustia. Al romper la fortaleza, las palabras de Andrés ya han ganado la victoria sobre sus males. Gracias, amigo Andrés.

Nacho

Volver arriba