Actualizarnos en Adviento

El adviento es un tiempo de espera, una época similar a la naturaleza que abriga en su seno un nuevo nacimiento de las fuerzas que, una vez pasado el invierno, vuelven a resurgir en su seno. Tiempo este para adentrarse en uno mismo y encontrar la fortaleza de nuestra luz interior, la chispa espiritual que cada ser humano alberga dentro de sí, hasta llegar al nacimiento de Jesús que busca el encuentro con la luz que atesora cada ser humano.

La naturaleza en sus estaciones tiene forma de espiral, igual que el Adviento. Esperamos el nuevo nacimiento en forma de espiral interior de camino hacia ese nacimiento. La leyenda de los cuatro ángeles  que bajan a la tierra nos cuenta a través de imágenes la manera de preparar nuestro interior para recibir debidamente la Navidad. De ahí las cuatro velas (Azul, Rojo, Blanco y Lila) con un pequeño cirio en el centro que representa la llegada de la luz de la Navidad a nosotros para compartirla y repartirse con los demás; que por algo es Buena Noticia.

Esta manera ver el Adviento, semana a semana hasta llegar la Luz del Niño Dios, propone la conversión activa interior ¡y comunitaria! hacia la luz para una Navidad renovada en nuestras actitudes con los demás.

Contaba el jesuita Víctor Codina del Cónclave de marzo de 2013, en el que Jorge Bergoglio se convirtió en el Papa Francisco, que este tuvo una intervención muy significativa: al comentar el texto del Apocalipsis 3,20 con el Señor que está a la puerta y llama, Bergoglio comentó del texto que se refiere a la llamada de Jesús desde fuera para entrar. Pero añadió que él pensaba en las veces que Jesús golpea desde dentro para que le dejemos salir y recuperar la frescura del Evangelio…

¿Qué significan estas semanas para nuestra vida cristiana? Encuentro, Escucha, Discernimiento, Conversión. Tiempo de preparación para una Iglesia en salida iluminados por la sinodalidad y la actitud adecuada para recorrer el camino sin perder de vista lo que significa el nacimiento de Cristo como la referencia fundamental.

Lo cierto es que el Adviento nos parece un tiempo litúrgico débil. La realidad es que estamos en un “tiempo fuerte” que interpela nuestro caminar como lo que somos: lámpara llena de talentos para alumbrar toda la casa. Tiempo a la escucha atenta de la Palabra de Dios, siguiendo el camino de esperanza del profeta Isaías. Una escucha que pide espacios de silencio en medio de la propaganda materialista que nos abruma. Tiempo de pedir perdón para allanar los caminos del Señor que se acerca... y de practicar la verdadera caridad con actitud compasiva y generosa, más allá del dinero: comprensión, escucha, apoyo, cercanía… amor.

En la vida cotidiana es donde nos jugamos nuestra autenticidad cristiana. Aquí nos interpela este tiempo de Adviento, desde la esperanza de sabernos partícipes de la Buena Noticia, y que Francisco quiere unirla al proceso sinodal de caminar juntos, a la escucha, para ser verdaderos testigos suyos entre nosotros y para los demás.

Iglesia sinónimo de Pueblo de Dios, sin que la institución siga siendo más importante que el Mensaje, tantas veces.

Volver arriba